Friday, August 28, 2020

CINCO PIEDRAS LISAS

 Texto: 1 Samuel 17:1-19    


Hermanos amados, delante nuestro tenemos la historia tan conocida de la batalla entre David y Goliat, que contiene muchas lecciones para nosotros. David vio que Israel tenía un gran enemigo que les odiaba y les asustaba, y fue a luchar contra él. Hoy en día también el pueblo de Dios tiene un gran enemigo, el diablo. Goliat de alguna manera puede servir como figura del diablo: más grande, más fuerte, mejor armado y lleno de odio y desprecio hacia el pueblo de Dios. El diablo es como un gigante que quiere pelear con tra nosotros, vencernos y dominarnos (vv. 8-9). No podemos contra él porque es más fuerte. ¿Cómo, entonces, podemos obtener la victoria en la batalla espiritual? David nos enseña que el creyente tiene en Dios un gran “aliado”.
    Como Goliat en el versículo 9, el diablo quiere ponernos en servidumbre, y desafía a los creyentes, a la iglesia y a Dios mismo. Como en los versículos 5-7, viene impresionantemente armado y con gran fuerza, como para atemorizar a cualquiera. En el versículo 8, “dio voces”, y así hace el enemigo – grita y vocifera para meternos miedo. Es su campaña de “propaganda” (v. 11).  En el versículo 16 vemos que Goliat venía y los desafiaba mañana y tarda. El diablo no se cansa, siempre acecha, ataca y busca nuestra ruina. Por la mañana lo hace, para quitarnos el tiempo devocional y hacernos comenzar el día de mala manera, sin pasar tiempo con Dios leyendo Su Palabra y orando. Y por la tarde lo hace también. Día y noche ataca y desafía. Hermanos míos, no podemos tomarnos la vida cristiana de cualquier manera, porque el enemigo es grande y siempre está acechando. Hay que tomar en serio la vida cristiana en todo momento. No sirve la práctica de “ser un cristiano” sólo los domingos durante los cultos. Esto seguramente le hace al diablo reír con desprecio. No podemos pelear contra él por nuestra cuenta, ni con nuestras fuerzas, sino con las armas que Dios nos da (Ef. 6:10-18). No sirven contra el diablo las cosas como la religión, la ciencia, la filosofía, la psicología, etc. – porque la sabiduría humana nada puede contra él, y la historia de la humanidad bien lo demuestra.
    En el versículo 10 Goliat gritó: “Dadme un hombre que pelee conmigo”. Nadie en Israel quiso ir a su encuentro, sino el joven David, llenó de fe. Resulta que David está en el linaje del Mesías, quien es “hijo de David”. Entonces, más allá de la escena en 1 Samuel, cuando llegó el tiempo, Dios envió a “un hombre” a pelear contra el “gigante” Satanás que tenía atemorizada a toda la raza humana. El Señor Jesucristo le venció en la cruz, como Colosenses 2:15 y Hebreos 2:14-15 declaran. ¡Gloria a Dios por la victoria que tenemos en el Señor Jesucristo, y la libertad del pecado y la muerte!
    Pero volviendo a la escena en 1 Samuel, estos gigantes estaban allí porque Israel no los conquistó durante y después de los tiempos de Josué y los jueces. Entonces, ellos y otros trajeron muchos problemas y aflicciones al pueblo de Dios que había intentado coexistir como vecinos con ellos. Goliat por su mera presencia era una recuerdo de sus fracasos. Pero entonces David, en el nombre de Jehová, salió a pelear contra él y poner fin a sus jactancias y su dominio. Bajó al arroyo y escogió cinco piedras lisas. Le sobraron cuatro, porque con una bien lanzada y guiada por Dios, derrumbó al gigante. Pero estas cinco piedras pueden sugerirnos cosas que nosotros necesitamos en la lucha espiritual contra el diablo y sus huestes que desean arruinarnos, atemorizarnos y dominarnos.


    1. Primero está la piedra de las bendiciones y victorias anteriores (vv. 34-37). Dios había ayudado a David en el pasado cuando como pastor tenía que cuidar y defender el rebaño de su padre. Al venir el león o el oso a arrebatar la presa, David se interpuso y los mató, poniendo a salvo el rebaño. Era consciente de la ayuda de Dios – no se creía super-fuerte, sino que confesó que Dios le ayudó. “Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo” (v. 37). Se acordaba de la ayuda de Dios en el pasado, y cobró ánimo. El rey Saúl respondió: “ve y Jehová esté contigo”. Saúl no iba a estar con él, ni la armadura de Saúl podía ayudarle. David no buscaba a un grupo de hombres para apoyarle, sino que se fue solo, confiado en Dios. Se acordaba de cómo Dios le había bendecido y ayudado antes, y nosotros también debemos pensar así. Esto nos da ánimo y confianza.
 

    2. Segundo, está la piedra de las oraciones. David oraba siempre, cosa que no se podía decir de sus hermanos ni de Saúl. La oración es muy importante en la vida del creyente, y sin ella nos volvemos débiles y desorientados. El apóstol Pablo nos enseña a orar siempre (1 Ts. 5:12). Es impresionante ver cuántas veces oraban los creyentes en el libro de Hechos, y por contrapartida, el poco interés que hay en la oración en las iglesias modernas. Volviendo a David, más tarde en su vida, en 1 Samuel 30:6-8 estaba muy mal cuando llegó a Ziclag después del ataque de los amalecitas. Había perdido todo, y los que estaban con él hablaron de apedrearle. Fue uno de los peores días de su vida, pero la Palabra dice que él oraba y se fortalecía en su Dios. Consultó a Jehová y luego fue guiado a recuperar todo. Hermanos míos, la oración es una piedra lisa que el cristiano debe lanzar contra el enemigo. En el Salmo 59 vemos como David clamó a Dios cuando era perseguido por Saúl. Comienza diciendo: “líbrame de mis enemigos; ponme a salvo”, y todo el salmo es un clamor a Dios pidiendo socorro. Cuando sentimos la presencia de enemigos y conflictos, debemos orar.
 

    3. Tercero, está la piedra de la soberanía de Dios. Él es dueño absoluto de todo y hace según Su voluntad. Esta verdad es de gran consuelo y ánimo al creyente. Tiene nuestra vida en Sus manos. Esta piedra está muy pegada al saco pastoril y no la sacamos, pero debemos sacarla y demostrar al mundo que confiamos en la soberanía de Dios. David le dice a Goliat en el versículo 46, “Jehová te entregará hoy”. En el versículo 47 dice: “de Jehová es la batalla”. No eran meras palabras, sino la expresión de la creencia del corazón de David. Dios era más grande y poderoso que su enemigo, y también es verdad en nuestro caso.
    A veces adolecemos del impacto de esta soberanía en nuestra vida. La vida cristiana es imposible sin el Señor. Cada día debemos someternos a Él con confianza en Su gran poder y autoridad. Quienes deben temblar son los enemigos de Él. Las cosas que nos hacen daño afectan también a Dios, y debemos presentarle nuestras peticiones confiados en Su interés y ayuda.
 

   4. Cuarto, está la piedra de la fe. No hay victoria sin fe. Entramos en la vida cristiana por fe, y hay que vivir por fe cada día. “El justo vivirá por fe” (Ro. 1:17). Tenemos que creer lo que Dios dice y confiar en el Señor. En el versículo 47 leemos: “él os entregará en nuestras manos”. Cuando David hablaba manifestaba su confianza en el Señor. En el versículo 25 leemos que los israelitas sabían la promesa de Saúl y lo que ofrecía al que venciera a Goliat. Pero ni con esto salían a pelear. Pero David confiaba en el Señor. Hablaba como viendo lo que Dios iba a hacer. Sabía que Dios era más grande y poderoso que Goliat. Hermanos, apliquemos esto en nuestra vida, porque nuestros problemas no son más grandes que Dios.


    5. En quinto lugar, está la piedra de la perseverancia y la diligencia (vv. 28-30). Los hermanos de David le criticaron y le desanimaron. Así es la familia muchas veces. Muchas veces los enemigos son los de la propia casa, que desaniman y critican. No tienen fe y no aprecian al que la tiene. Pero David no permitió que ellos le apartaran de la pelea. Perseveró a pesar de sus críticas y acusaciones falsas.
    David había ido hasta allí en obediencia a su padre, lo que muchos hijos hoy en día no hacen. Hoy en día está de moda la independencia y el individualismo. Pocos hacen caso de los consejos y las instrucciones de sus padres. Pero David no era esta clase de hijo. No discutió con su padre ni se quejó, ni demoró, aunque fue enviado a una zona de guerra donde había peligro. A pesar de esto, él se levantó de mañana (v. 20). Fue diligente en cumplir las instrucciones de su padre. El Señor quiere que nosotros seamos también diligentes en cumplir Sus instrucciones dadas en Su Palabra, y que perseveremos a pesar de los comentarios negativos o las críticas de otros. En la perseverancia y la diligencia de obedecer la voluntad de Dios está la victoria.
    Estas son cosas que nos darán la victoria en la batalla. Vemos en los versículos 49-51 que David venció y aquel día fue día señalado de gran victoria para Israel. Entonces, en lugar del grito de Goliat, oímos en el versículo 52 el grito de Israel.
    Es importante ver a Dios en todo momento y ante el enemigo y sus desafíos. Que el Señor nos ayude a hacerlo, y por Su gracia hagamos uso de estas cinco piedras, para Su gloria. Amén.

de un estudio dado el 3 de agosto, 2008

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