Thursday, January 31, 2019

EL DESVÍO DE SALOMÓN


Texto: 1 Crónicas 17:1-15
El rey David quiso edificar la casa de Dios. El deseo era bueno, pero Dios le dijo que no, y que un hijo suyo lo haría. Este hijo era Salomón, al cual Jehová amó (2 S. 12:24). “Davíd había hecho lo recto ante los ojos de Jehová, y de ninguna cosa que le mandase se había apartado en todos los días de su vida, salvo en lo tocante a Urías heteo” (1 R. 15:5). Este texto resume la vida de David, pero no la vida de su hijo Salomón, aunque es dudoso que hubiera otro ser humano tan bendecido y privilegiado como él. Repasemos a grandes rasgos su historia.
    1 Crónicas 22:5-9 explica otra vez con más detalle por qué Dios no permitió a David edificar el templo, y cuál era Su plan. David había sido hombre de guerra y derramó mucha sangre. Dios no quiso que el templo fuera manchado con esa sangre. Le prometió: “He aquí te nacerá un hijo, el cual será varón de paz, porque yo le daré paz de todos sus enemigos en derredor; por tanto, su nombre será Salomón, y yo daré paz y reposo sobre Israel en sus días” (v. 9). En los versículos 17-19 David mandó a todos los principales de Israel que ayudasen a Salomón. Les encargó a poner sus corazones y ánimos en buscar a Jehová y servirle.
    Luego, en 1 Crónicas 28:2-7, ante toda la nación, David relató la promesa de Dios que estaría con Salomón, que le había escogido y sería a él Padre. En el versículo 9 le exhortó: “Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre”. Ahí aparece la advertencia de no dejar al Señor porque sería ruinoso. Los padres creyentes bien podrían decir estas palabras a sus hijos. En los versículos 19-20 le encargó a animarse y esforzarse sin temor y sin desmayar, prometiendo la presencia y ayuda de Dios. Pocos hombres han recibido un encargo público y tanta bendición como Salomón.
    En 1 Crónicas 29:18-19, antes de morir David oró encomendando a Salomón en manos de Dios y pidiendo que le diera un corazón perfecto para guardar la Palabra de Dios. Debemos nosotros también orar así. En todo eso que hemos repasado rápidamente, vemos la voluntad soberana de Dios, respecto al templo y quién lo edificaría, y qué quiere de él.
    Dios sin ejército los había sacado de Egipto, de esclavitud y miseria, para que le conocieran, siguieran y sirvieran. Por Su gran poder lo hizo. Cuando llegó el momento, Dios buscó un varón conforme a Su corazón (1 S. 13:14), eso es, David. David sirvió a Dios toda su vida, y cuando llegó a la recta final y deseó edificar el templo, aceptó la respuesta de Dios y no insistió. Aprendió de Dios cómo quería las cosas y las encargó a su hijo Salomón. Todo estuvo preparado, pero Salomón tuvo que esforzarse y ser fiel. Le tocó animarse, levantarse y hacer la obra, y guardar siempre la Palabra de Dios.
    En 1 Reyes 2:23-46 vemos que Salomón comenzó su reino haciendo limpieza y matando a los malvados como David le había dicho ( 2:5-9). Pero  en 2 Reyes 3:1, muerto su padre, no tardó en emparentarse con Faraón, tomando a su hija por esposa – una mujer extranjera y pagana. Fue una decisión mala. Dios había dicho al pueblo que no volviera a Egipto, sino que mantuviera la separación. No lo hizo, y como dice el refrán: “Quien mal empieza mal acaba”. Era un yugo desigual, a través del cual trajo ideas y costumbres de Egipto y las metió en Jerusalén y en el palacio.
    Sin embargo, 1 Reyes 3:3 dice que Salomón amó a Jehová y anduvo en los estatutos de su padre David. Mejor hubiera sido andar en los estatutos de Dios y no verlos quizás como tradiciones de su padre. Pero Dios es paciente y recuerda Sus promesas a David. En el versículo 5 Dios se le apareció diciéndo: “Pide lo que quieras que yo te dé”. Salomón pidió bien en los versículos 6-9, con humildad y deseando servir bien. Salomón se equivocó porque no pidió la guía de Dios antes de casarse. Seguro que de haberlo hecho, Dios le hubiera dicho que no. Pero Dios sigue trabajando con él. En los versículos 10-15 Dios responde con más bendiciones que él había pedido, la sabiduría, y además gran riquezas y gloria, recordándole la condición de andar en Sus caminos y guardar Sus estatutos como David su padre.
    Hermanos, Dios quiere que seamos sabios y prudentes porque vivimos en un mundo caído y muchos de nosotros vivimos o trabajamos con personas inconversas. Tu familia te da los besos y todo eso pero si les hablas de Cristo verás que no dirán "amén" ni lo apreciarán. Eso es porque son enemigos Suyos y por eso son enemigos nuestros – no hay que olvidar eso sólo porque te dan los besos o comen contigo. Necesitamos pedir al Señor sabiduría y prudencia, y debemos recordar y guardar Sus mandamientos.
    En 1 Reyes 4 Salomón recibió la sabiduría y la manifestó. En los capítulos 5 y 6 edificó el templo, y nunca ha habido otro templo como éste. En 1 Reyes 9 Dios hace otro pacto condicional con él, después de terminar el templo y otros proyectos. Le dio una condición (v. 4), una promesa (v. 5) y una advertencia especificamente sobre la idolatría (vv. 6-9), anticipando su infidelidad. Le advirtió que la infidelidad traería graves consecuencias, y la destrucción del templo que acabó de edificar. Y en el capítulo 10 vino la reina de Sabá a ver su sabiduría y glora y se quedó asombrada. Dios había cumplido todas Sus buenas promesas. Pero ahí no termina la historia, aunque nos gustaría que sí. Nos gustaría leer algo como “comieron perdices y se fueron felices”.
    Pero, en 1 Reyes 11 la historia cambia. Brotó otra vez el amor ilícito y las decisiones tomadas sin consultar y fuera de la voluntad de Dios. “Salomón amó ... a muchas mujeres extrajeras” (v. 1). Como hemos oído, no todo amor es lícito, y el amor no arregla todas las cosas. Algunos amores son egoístas, carnales y pecaminosas, y así fue con Salomón. Amó a mujeres de Moab, Amón, Edom, Sidón y a las heteas – todas enemigas de Dios. Perdió la cabeza por amores transitorios y malos. Así prostituyó la sabiduría y riqueza que Dios le había dado. El versículo 3 dice que tenía 700 reinas y 300 concubinas. No estuvo satisfecho. ¡Quería más, y fue desenfrenado! “Y sus mujeres desviaron su corazón” (v. 3). El resultado fue que en su vejez Salomón fue idólatra (vv. 4-8). ¡Quién iba a decir que un hombre como él haría ídolos y los adoraría! ¡Nadie! Pero se descuidó, y se desvió. Edificó un lugar alto en el monte enfrente de Jerusalén (v. 7). Hizo así para todas sus mujeres extranjeras para que rindiesen culto a sus ídolos. Vemos el mal del matrimonio mixto, y lo que estuvo dispuesto a hacer para tener contentas a sus mujeres. Acabó mal por el amor a lo terrenal y pasajero, en lugar de amar a lo celestial y eterno. ¡Y era el hombre más sabio en el mundo, así que tengamos cuidado! Puede que prometas: “Yo no dejaré de congregarme”, o afirmes: “Yo nunca haría eso o lo otro”. Ahora mismo no harías ciertas cosas, pero si te descuidas y te dejas desvíar, podrías llegar a esos pecados.
    Si él pudiera volver a vivir, quizás no cometería los mismos errores, pero sólo tenemos una vida, y hay que sopesar las cosas en la presencia de Dios y considerar bien las consecuencias de nuestras decisiones antes de tomarlas. No seamos sabios en nuestra opinión (Pr. 3:5-6).
    Dios en Su misericordia ha hecho provisión para perdonar a los arrepentidos, pero sólo a ellos. Si no se arrepienten no hay perdón. No pueden suavizar las cosas, ni justificarse, ni echar la culpa a otros. Y el tiempo no cambia nada. Si pasan 20 o 30 años y uno no se arrepiente, todavía estará en pecado y separado de Dios. No contemos con el amor de Dios para no arrepentirnos. Él no será tolerante del mal ni lo aceptará nunca. Hay que darse cuenta del pecado y volverse a Dios. No hay otro camino. Es para nosotros una lección muy seria.
    Así que, en los versículos 9-13 Dios anunció el juicio que antes había advertido. Tenemos que seguirle en espíritu y también en el cuerpo. Ahí falló Salomón. ¡Qué ignorancia podía profesar Salomón, pues Dios le había aparecido dos veces! Y nosotros, tenemos toda la Palabra de Dios en nuestras manos, y recibimos sana enseñanza. ¡No hay excusa! A Salomón le vino castigo severo, porque tuvo grandes privilegios y ninguna excusa.
    En el Nuevo Testamento, observa conmigo que Dios pone a Salomón abajo. En Mateo 6:29 Cristo dijo que los lirios se visten mejor que Salomón con toda su gloria. En Mateo 12:42 Cristo nombró la visita de la reina de Sabá para oír la sabiduría de Salomón, y entonces dijo que Cristo es más que Salomón. Salomón queda como descolorido y desinflado.
    Hermanos, Dios quiere la justicia y fidelidad de corazón, no sólo un cumplimiento externo que no dura. Él observa nuestra conducta, pero también ve lo que hay en nuestro corazón. Salomón no fue como David, y hay muchos que han estado en presencia de padres piadosos y en iglesias donde hay verdaderos siervos de Dios, pero no han sido como ellos, porque tienen problemas de corazón, como Salomón. A César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios, dijo nuestro Señor. A Dios el corazón, la mente, las fuerzas, todo nuestro ser.
    1 Reyes 11:34-36 relata que Dios no quitó todo el reino, sino que dejó dos tribus para la familia de David, por amor a David, no a Salomón. En el versículo 43 Salomón murió y fue sepultado. Comenzó bien. Siguió bien durante un tiempo. Pero se enalteció, se desvió, y terminó mal. Su historia está llena de lecciones y advertencias para que tú y yo aprendamos cómo vivir y agradar a Dios, y serle fieles hasta el fin. Que así sea para Su eterna gloria y nuestro eterno bien.