Wednesday, December 14, 2011

EL DIOS QUE VENGA MIS AGRAVIOS

Texto: Salmo 18


    Este salmo es un himno de alabanza en el que el autor reconoce la bendición de Dios en su vida. Reconoce que Dios lo ha rescatado de sus enemigos, y tenía muchos, pero el principal había sido el rey Saúl. En el verso 41 vemos que aun el rey Saúl había clamado a Jehová, pero no le respondía. La bendición de Dios estaba sobre David, no Saúl, porque Dios había retirado Su apoyo de Saúl y le había rechazado. Pero es un ejemplo de como a veces los hombres siguen ocupando lugares de responsabilidad cuando deberían retirarse. Saúl en lugar de retirarse, hacía la vida imposible a David e impedía el progreso espiritual de la nación. Pero al final Dios le liberó a David y por eso vemos estas alabanzas. Fue Dios que dio la victoria, no la espada ni el escudo de David.
    Es importante aprender a orar en nuestra vida diaria, como David hace aquí, recordando y reconociendo la ayuda del Señor. A Dios le encanta que le recordemos a Él y Sus poderosos hechos en nuestra vida y seamos agradecidos. David vivía situaciones de agobio muchas veces, pero clamaba al Señor y Él le ayudaba. Entonces David se acordaba y alababa al Señor.
    En el versículo 1 leemos: “Te amo Jehová”. Muchos son prontos para hablar y sobre todo cantar del amor y de amar a Dios, pero no viven como David – el amor no era una emoción pasajera ni un enamoramiento, ni una teoría, sino una realidad práctica en su vida. Algunos de los que hablan y cantan tanto del amor son los primeros en desobedecer a Dios y abandonar a la iglesia. No son como David.
    En los versículos 1 y 2 le llama: “fortaleza mía” – y usa términos militares. Nos recuerda a una trinchera, un lugar de defensa y protección – y dice: “en él confiaré”. Nadie piense que David era siempre poderoso en todo, porque no era así. Sentía angustia, agobio y miedo. Pero oraba para que el Señor le salvara (v. 3).
    En los versículos 4-6 David nombra cosas como temor, angustia y el sentirse rodeado de males. Los psicólogos le dirían que se jubilara y que tomara descanso, o los médicos le recetarían pastillas como Prozac para controlar su estado de ánimo. Hoy en día piensan que todo se resuelve con pastillas. Pero David fue adelante confiando en el Señor. A pesar de ser rey, hombre de guerra y héroe nacional, David sentía lo que nosotros muchas veces sentimos: temor y agobio por problemas que nos rodean. Pero no abandonó, no tiró la toalla, sino confió y clamó. El versículo 6 dice: “invoqué”, y “clamé”. Aunque tenía guardaespaldas, los cereteos y peleteos, clamaba al Señor y confiaba en Él. Tenía también sus hombres valientes, pero confiaba en el Dios todopoderoso, no en los hombres. Es una de las grandes diferencias entre David y Saúl.
    Mira cómo Dios respondió, en los versículos 7-19. El versículo 7 dice que se indignó, esto es, ante la injusticia que sufría Su siervo David. Los científicos pueden tener sus explicaciones por los temblores, pero el del versículo 7 vino de Dios. Dios hizo estremecerse la naturaleza y manifestó Su poder, y lo puede hacer hoy también en cualquier lugar del mundo porque Él no depende de fallas geográficas y placas tectónicas. 
    ¿Por qué reaccionó así el Señor? En respuesta a la fe y el clamor de David. Es importante que veamos esto, mis hermanos, porque aquí hay una gran lección para nosotros. Si suplicamos así a Dios cuando sufrimos injusticias, Él actuará. El versículo 9 dice: “descendió”, y el versículo 10 dice: “cabalgó”, “voló”. Dios es omnipresente, por supuesto, pero en un sentido especial salió del trono para venir en socorro de Su siervo David – indignado por las injusticias que sufría a manos de los que le aborrecían. Todo esto a David le inspiró alabanza, y tiene que provocar lo mismo en nosotros. Dios desciende en ayuda de los suyos que lo necesitan y claman a Él.  Volviendo al versículo 2, Él también es nuestro libertador y fortaleza. Confiemos en Él, pues Cristo dice: “yo he vencido al mundo”
    David le alaba y testifica en los versículos 16-30. “Me tomó, me sacó”, “me libró” (v. 17). “fue mi apoyo” (v. 18). “Me sacó”, “me libró” (v. 19). Mira de nuevo el versículo 18. ¿Cuándo atacan los enemigos atacan al creyente? “En el día de mi quebranto”, cuando uno está débil o desanimado y tiene problemas y dificultades, entonces sus enemigos atacan todavía más. En las pruebas uno ve quiénes son verdaderamente sus amigos. Poco a poco los hombres le van abandonando, y es fácil abandonar a alguien o ponerse en su contra cuando los demás lo hacen y aparentemente las cosas le van mal. Pero acuérdate de esto: Dios nunca lo hará. En la frase: “porque se agradó de mí” vemos lo importante que es tenerle a Dios como amigo, vivir en comunión diaria con Él y no desagradarle. Su promesa es: “No te dejaré ni te desampararé”. En los versículos 20-24 hay buena recompensa porque aunque David tenía sus problemas, no cabe duda de que confiaba en el Señor. Podemos vivir sin amigos poderosos y ricos en este mundo, pero no podemos vivir sin Dios.
    En los versículos 39-45 vemos cómo Dios humilló a los enemigos de David, y le libró de las contiendas del pueblo. David no se exaltó, sino que fue Dios que le exaltó. Y al final las circunstancias cambiaron. Habían durado muchos años y fueron muy difíciles y dolorosas, pero Dios le sacó de ellas y le dio victoria y bendición. 
    Por eso, David irrumpe en alabanza y acciones de gracias (vv. 46-50), recordando la misericordia de Dios y engrandeciéndole con su boca. Antes había clamado pidiendo socorro, y cuando vino lo que tanto deseaba, no se olvido (como muchos) de aclamar a Dios con cánticos de alabanza y gratitud. No será avergonzado ninguno de los que confían en el Señor y claman a Él. Hermano, hermana, sean cuales sean tus circunstancias, confía en el Señor y clama a Él. Vive en comunión diaria con Él y cultiva Su amistad. Acércate a Él para conocerle mejor por medio de Su Palabra y la oración, y que el Señor te bendiga.

de un estudio dado por Lucas Batalla el 3 de abril. 2011