Texto: Éxodo 4:10-16
Moisés había estado largo tiempo en el
desierto cuando recibió de Dios la gran misión de ir a sacar a Su pueblo
de Egipto. Después de cuarenta años de vida pastoral, no se lo
esperaba, pero Dios lo tenía en Su plan. Después de aquellos largos años
en el silencio del desierto, Moisés había sido curado de creerse capaz
de servir a Dios y a Su pueblo. Sentía su incapacidad humana y pedía que
el Señor enviara a otro, pero insistió tanto en su humildad y
desconfianza en sí mismo que al final Dios se enojó porque no aceptaba
las respuestas que Dios le daba.
Muchos hermanos creyentes
sienten su insuficiencia ante el ministerio de la Palabra de Dios. Se
sienten cortados o torpes (v. 10). ¿Cómo pueden responder a esto que
sienten? Orar y confiar en el Señor (v. 11) que hizo nuestra boca (v.
12) y que dice: “yo estaré con tu boca”. Ésta es una gran promesa que
merece nuestra atención.
Hoy hay campamentos y retiros de
evangélicos que dan “talleres” a la gente, y parece que se olvidan de
Dios e intentan capacitar y mover a la gente sólo por trucos, métodos,
procesos, fórmulas y parafernalia humana. Los títeres, los conciertos, el mimo y las películas y dibujos animados son de pura sabiduría humana e imitación del mundo. Ningún profeta ni apóstol tuvo que recurrir a medios tan bajos y profanos.
Hermanos, es Dios quien tiene que estar con nuestra boca. Lo primordial es clamar a Dios y confesar nuestra dependencia absoluta en Él. Parece mentira que con el Dios tan poderoso que tenemos, que tengamos que inventarnos cosas así y metemos a la gente en seminarios, institutos, escuelas de misiones, etc.; cosas que nunca tuvieron los hombres de Dios en las Escrituras. Los apóstoles no eran oradores ni hombres de carrera, sino pescadores y cosas así “del vulgo y sin letras” (Hch. 4:13), pero el Señor les enseñó y esto era más que suficiente, ¡y tantoque sí!
¿Cómo es que en estos
últimos tiempos con tanto instituto y taller no salen misioneros ni
predicadores del evangelio como antes? No hay. Pero hay payasos y
cantantes, teatro y títeres, y charlas sobre el sexo o el tabaco, etc.
No predican como Pablo ni como los otros apóstoles, ni como los profetas
del Antiguo Testamento. Me figuro que es porque no andan con Dios ni
confían en Él, sino en sí mismos y en sus métodos. Y como resultado la
iglesia moderna está por los suelos. No tiene ni sombra del poder de la
iglesia primitiva.
La realidad es que tenemos que confesar
nuestro desvío e impotencia, y humildemente pedir la presencia y el
poder de Dios, y confiar únicamente en Él porque es Suya la promesa: “yo
estaré con tu boca”. ¿Acaso no es suficiente? En el caso de Moisés,
cuando después hablaba, tembló la casa de Faraón y todo Egipto. Podían
haber acabado con él después de la primera plaga, pero Dios estuvo con
él y no lo permitió. Si Dios comisiona y envía a un hombre, Dios estará
con él. ¡Pero ay de los hombres comisionados y enviados por los meros
hombres! No son siervos de Dios sino siervos de hombres y de
organizaciones.
Cuando Dios llamó a Jeremías le dijo que iba a
sufrir (Jer. 1:1-19). Si lo dices a la gente hoy día, desaparece. Cuando
llamó a Ezequiel le dijo que le enviaba a un pueblo duro que no
escucharía (Ez. 2:1-10). ¿Quién quiere servir así? Sólo el que Dios
realmente llama y envía, y Dios no nos manda con títeres y payasos, sino
con Su santa Palabra y la misión de clamar en Su Nombre.
Si
hacemos lo que Dios dice y lo que los verdaderos hombres de Dios han
hecho, sobrarán los institutos, seminarios, “talleres”, campamentos, y
otras cosas similares, porque entonces la obra de Dios se haría con el
poder de Dios, conforme a la Palabra de Dios, y Dios se encargaría de
los resultados como siempre ha hecho con Sus verdaderos siervos.
Hermanos, abandonemos la confianza en los métodos y las organizaciones
humanas, y volvámonos humildemente al Dios que llama, guía y sostiene a
Sus obreros. ¡Su presencia nos basta!
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