Wednesday, December 14, 2011

EL DIOS QUE VENGA MIS AGRAVIOS

Texto: Salmo 18


    Este salmo es un himno de alabanza en el que el autor reconoce la bendición de Dios en su vida. Reconoce que Dios lo ha rescatado de sus enemigos, y tenía muchos, pero el principal había sido el rey Saúl. En el verso 41 vemos que aun el rey Saúl había clamado a Jehová, pero no le respondía. La bendición de Dios estaba sobre David, no Saúl, porque Dios había retirado Su apoyo de Saúl y le había rechazado. Pero es un ejemplo de como a veces los hombres siguen ocupando lugares de responsabilidad cuando deberían retirarse. Saúl en lugar de retirarse, hacía la vida imposible a David e impedía el progreso espiritual de la nación. Pero al final Dios le liberó a David y por eso vemos estas alabanzas. Fue Dios que dio la victoria, no la espada ni el escudo de David.
    Es importante aprender a orar en nuestra vida diaria, como David hace aquí, recordando y reconociendo la ayuda del Señor. A Dios le encanta que le recordemos a Él y Sus poderosos hechos en nuestra vida y seamos agradecidos. David vivía situaciones de agobio muchas veces, pero clamaba al Señor y Él le ayudaba. Entonces David se acordaba y alababa al Señor.
    En el versículo 1 leemos: “Te amo Jehová”. Muchos son prontos para hablar y sobre todo cantar del amor y de amar a Dios, pero no viven como David – el amor no era una emoción pasajera ni un enamoramiento, ni una teoría, sino una realidad práctica en su vida. Algunos de los que hablan y cantan tanto del amor son los primeros en desobedecer a Dios y abandonar a la iglesia. No son como David.
    En los versículos 1 y 2 le llama: “fortaleza mía” – y usa términos militares. Nos recuerda a una trinchera, un lugar de defensa y protección – y dice: “en él confiaré”. Nadie piense que David era siempre poderoso en todo, porque no era así. Sentía angustia, agobio y miedo. Pero oraba para que el Señor le salvara (v. 3).
    En los versículos 4-6 David nombra cosas como temor, angustia y el sentirse rodeado de males. Los psicólogos le dirían que se jubilara y que tomara descanso, o los médicos le recetarían pastillas como Prozac para controlar su estado de ánimo. Hoy en día piensan que todo se resuelve con pastillas. Pero David fue adelante confiando en el Señor. A pesar de ser rey, hombre de guerra y héroe nacional, David sentía lo que nosotros muchas veces sentimos: temor y agobio por problemas que nos rodean. Pero no abandonó, no tiró la toalla, sino confió y clamó. El versículo 6 dice: “invoqué”, y “clamé”. Aunque tenía guardaespaldas, los cereteos y peleteos, clamaba al Señor y confiaba en Él. Tenía también sus hombres valientes, pero confiaba en el Dios todopoderoso, no en los hombres. Es una de las grandes diferencias entre David y Saúl.
    Mira cómo Dios respondió, en los versículos 7-19. El versículo 7 dice que se indignó, esto es, ante la injusticia que sufría Su siervo David. Los científicos pueden tener sus explicaciones por los temblores, pero el del versículo 7 vino de Dios. Dios hizo estremecerse la naturaleza y manifestó Su poder, y lo puede hacer hoy también en cualquier lugar del mundo porque Él no depende de fallas geográficas y placas tectónicas. 
    ¿Por qué reaccionó así el Señor? En respuesta a la fe y el clamor de David. Es importante que veamos esto, mis hermanos, porque aquí hay una gran lección para nosotros. Si suplicamos así a Dios cuando sufrimos injusticias, Él actuará. El versículo 9 dice: “descendió”, y el versículo 10 dice: “cabalgó”, “voló”. Dios es omnipresente, por supuesto, pero en un sentido especial salió del trono para venir en socorro de Su siervo David – indignado por las injusticias que sufría a manos de los que le aborrecían. Todo esto a David le inspiró alabanza, y tiene que provocar lo mismo en nosotros. Dios desciende en ayuda de los suyos que lo necesitan y claman a Él.  Volviendo al versículo 2, Él también es nuestro libertador y fortaleza. Confiemos en Él, pues Cristo dice: “yo he vencido al mundo”
    David le alaba y testifica en los versículos 16-30. “Me tomó, me sacó”, “me libró” (v. 17). “fue mi apoyo” (v. 18). “Me sacó”, “me libró” (v. 19). Mira de nuevo el versículo 18. ¿Cuándo atacan los enemigos atacan al creyente? “En el día de mi quebranto”, cuando uno está débil o desanimado y tiene problemas y dificultades, entonces sus enemigos atacan todavía más. En las pruebas uno ve quiénes son verdaderamente sus amigos. Poco a poco los hombres le van abandonando, y es fácil abandonar a alguien o ponerse en su contra cuando los demás lo hacen y aparentemente las cosas le van mal. Pero acuérdate de esto: Dios nunca lo hará. En la frase: “porque se agradó de mí” vemos lo importante que es tenerle a Dios como amigo, vivir en comunión diaria con Él y no desagradarle. Su promesa es: “No te dejaré ni te desampararé”. En los versículos 20-24 hay buena recompensa porque aunque David tenía sus problemas, no cabe duda de que confiaba en el Señor. Podemos vivir sin amigos poderosos y ricos en este mundo, pero no podemos vivir sin Dios.
    En los versículos 39-45 vemos cómo Dios humilló a los enemigos de David, y le libró de las contiendas del pueblo. David no se exaltó, sino que fue Dios que le exaltó. Y al final las circunstancias cambiaron. Habían durado muchos años y fueron muy difíciles y dolorosas, pero Dios le sacó de ellas y le dio victoria y bendición. 
    Por eso, David irrumpe en alabanza y acciones de gracias (vv. 46-50), recordando la misericordia de Dios y engrandeciéndole con su boca. Antes había clamado pidiendo socorro, y cuando vino lo que tanto deseaba, no se olvido (como muchos) de aclamar a Dios con cánticos de alabanza y gratitud. No será avergonzado ninguno de los que confían en el Señor y claman a Él. Hermano, hermana, sean cuales sean tus circunstancias, confía en el Señor y clama a Él. Vive en comunión diaria con Él y cultiva Su amistad. Acércate a Él para conocerle mejor por medio de Su Palabra y la oración, y que el Señor te bendiga.

de un estudio dado por Lucas Batalla el 3 de abril. 2011

Saturday, October 15, 2011

EL SECRETO DE JOB

Job es una de las personas famosas de la Biblia. Es nombrado en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. El versículo 2 nos informa que Job tenía diez hijos, esto es, una familia grande. El siguiente versículo le retrata como una persona importantísima, con poder económico. Job tenía una hacienda muy grande. Pero lo perdió todo, los hijos, la hacienda, la salud y el respeto de sus prójimos y amigos. Pero no pecó con su boca ni atribuyó despropósito alguno a Dios (1:22). Al contrario, se postró y adoró. En el 2:10 su propia mujer le incita a blasfemar a Dios y morir, lo cual sería casi como suicidarse.  Esto enseña la superficialidad espiritual de ella, y Job no cometió el error de Adán quien escuchó la voz de su mujer. Al contrario, Job mantuvo su integridad, y a ella le reprendió por hablar como una mujer fatua. Ni en su propia esposa encontraba apoyo. ¿Cómo puede alguien perder todo así y no tener resentimiento? ¿Cuál era el secreto de Job?

Primero, Job reconoció el derecho de Dios a tomar el control de todo lo que pasó en su vida. Muchas personas en las iglesias no están dispuestas a hacer esto. Y dirían de Job: “¡Job no se merecía esto!”, más o menos como la esposa de Job dijo. Muchas veces pecamos contra el Señor, con incredulidad, con falta de fe, pero Job estaba dispuesto a confiar en Dios. En el 13:15 dijo: “He aquí, aunque él me matare, en él esperaré”. ¡Ojalá que más de nosotros tuviéramos esta actitud! 

Job sabía que Dios siempre está en control, ama a los Suyos y desea hacerles bien. Confiaba en la providencia y la benevolencia de Dios. Como Romanos 8:28 dice: “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien”. En Job 42:2 él declara que sabe que Dios todo lo puede, y por esto confía en Él. Muchas veces fallamos porque vemos las cosas que pasan, pero no vemos la mano de Dios. Estamos enfocados más en las circunstancias inmediatas que en Dios.

Segundo, Job buscó la sabiduría divina en medio de la adversidad. Alguien dijo que cuando aprietas a una persona, lo que está dentro de ella sale. El carácter de nuestra fe se manifiesta en nuestra respuesta a la presión y la adversidad. Job sabía que Dios no está ausente en nuestros problemas, sino presente y con ganas de ayudarnos. Los tres “amigos” de Job le ofrecieron sus consejos y sus “análisis” de la situación, pero por piadosos que sonaban, estaban equivocados acerca de Job y acerca de Dios (Job 42:7-8). No fueron ayuda, sino estorbo, e incluso cabe decir que el diablo también les usó a ellos para seguir afligiendo a Job. Es triste cuando un creyente pasa por pruebas y apuros, y de pronto aparecen algunos como los amigos de Job, para condenarle y decir que Dios le está castigando. Con amigos así, ¡no necesitamos enemigos!

Job estaba lastimado, y por supuesto que lamentaba sus pérdidas y su situación, pero no tuvo una depresión como algunos psicólogos dicen. Lamentaba lo que sufría, pero sin perder sus cabales. Santiago 1:5 nos aconseja buscar la sabiduría de Dios, y en las pruebas de la vida la necesitamos todavía más. Hay una gran riqueza de promesas y ayuda en Su Palabra, no en los consejeros profesionales.

Henry Ford, inventor del automóvil, en un viaje una vez encontró un vehículo parado en el camino con el capó arriba, y el conductor inclinado mirando el motor. Estaba molesto y con ansia de llegar a su destino, y sin éxito trataba de reparar su coche para que arrancara. Ford se acercó y el hombre le pidió que le llevara en su coche. Pero Ford le dijo: “No, usted vaa llegar a su destino en su propio vehículo”, y en muy poco tiempo lo arregló. Cuando aquel conductor vio esto, preguntó admirado cómo sabía repararlo. Ford respondió: “Porque este coche lo he diseñado yo”. Queridos hermanos, Dios nos ha diseñado y hecho (ver Salmo 139), y Él sabe qué nos pasa y qué necesitamos. Entonces, acudamos a Él y a Su Palabra para encontrar el auxilio que precisamos.

Tercero, Job reconoció que sus propios conocimientos eran limitados. En 42:1-6 él responde así a Dios: “Respondió Job a Jehová, y dijo: Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti. ¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento? Por tanto, yo hablaba lo que no entendía; cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía. Oye, te ruego, y hablaré; te preguntaré, y tú me enseñarás. De oídas tehabía oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza”. 

Observamos que un concepto alto de Dios es acompañado de un concepto humilde de uno mismo. ¡Qué raro es ver esto hoy en día cuando tantos “cristianos” han sido enseñados a amarse a sí mismos! Pero Job reconoció su bajeza y sus muchas limitaciones. Nosotros también debemos hacerlo. Sólo Dios ve y sabe todo. ¡Qué bueno es confiar en Dios, no en nuestros propios conocimientos! Podemos equivocarnos, pero Él no puede.¿Cómo procedió Job entonces, reconociendo sus limitaciones? 

Job se acercó a Dios, antes, durante y después de las pruebas. En el capítulo 1 le vemos ofreciendo holocaustos e intercediendo por sus hijos. Alo largo del libro busca el rostro de Dios para entender lo que le pasa. En elúltimo capítulo intercede por sus amigos errantes. Nosotros también debemos orar mucho. Debe haber un “altar”, no físico, sino la práctica piadosa de acudir al Señor y pasar tiempo en Su presencia. Muchos no tienen tiempo para pasar con Dios. Sus vidas están demasiado llenas de otras cosas, algunas buenas y necesarias, pero no hay nada más importante que el Señor. Si no tienes tiempo para estar con el Señor, estás demasiado ocupado y debes eliminar algo y organizar mejor tus prioridades.

Job se dejó enseñar por Dios. En 42:4 dice: “te preguntaré, y tú me enseñarás”. Los amigos de Job querían enseñarle, pero malamente, y muchos hay como ellos, que les acusan de pecado a los que sufren pruebas. Job era un hombre humilde y paciente, pero aun así tuvo que rechazar las opiniones y los consejos de su esposa y de sus amigos. Hermanos, ¿hacemos preguntas a Dios? Y si las hacemos, esperamos que Dios nos responda? ¿Nos matriculamos en la escuela de Dios, con el Señor como nuestro profesor y la Biblia como nuestro texto?

Job veía a Dios actuar en cada situación de su vida. Cierto esque como desconocía las conversaciones entre Jehová y el diablo en los primeros dos capítulos, llegó a pensar equivocadamente que Dios le estaba acosando y castigando cuando realmente era el maligno. Pero Job sabía que nada pasa a los justos que no haya sido al menos permitido por Dios. La soberanía de Dios es una realidad que debería darnos  consuelo y confianza en medio de las pruebas. Los creyentes notenemos suerte. Tenemos la gracia y la providencia de Dios.


En el 42:9-10 vemos que Dios aceptó la oración de Job y quitó su aflicción. En el versículo 11 le dieron consuelo los de su familia, yel versículo 12 informa que Dios le bendijo más que al principio. El versículo 10 dice: “al doble”. Dios sabía muy bien lo que hacía con Job, y también sabe lo que hace con nosotros. En 1 Pedro 1:7 vemo sque nuestra fe será puesta a prueba, pero la meta que Dios tiene es algo bueno. ¡Quiera el Señor ayudarnos a vivir en comunión con Él, como Job! Que Él nos ayude por Su gracia a practicar la piedad personal cadadía, a reconocer el derecho de Dios a controlar nuestras vidas, a buscar Su sabiduría cuando nos hallemos en pruebas, y reconociendo nuestras propias limitaciones, sometámonos al Señor para que Él nos enseñe y guíe en Sus caminos, para Su gloria.

de un estudio dado por L. B., el 8 de octubre, 2006

Tuesday, August 23, 2011

LA ORACIÓN DE JABES



Texto: 1 Crónicas 4:9-10

En este breve texto podemos aprender mucho acercade la oración. Hay oraciones que destacan y quecambian a personas. ¿Oramos por cumplir uoramos para cambiar? La oración de Jabes no es ninguna oración mágica, esto es, que no son palabras mágicas las cuales se pueden repetir para conseguir lo mismo que él. Recientemente ha sido popular aun entre los inconversos, como formula secreta para obtener lo que uno quiere, y su sentido ha sido torcido. Pero es un buen ejemplo de oración, y como tal es digno de estudiar e imitar. 

Primero debemos considerar su persona en el versículo 9, porque habla de Jabes como persona antes de hablar de su oración. Su nombre es en hebreo “Ya-bets” y significa dolor o tristeza. Luego la palabra aparece en el versículo 10 cuando dice: “que no me dañe”, es literalmente “que no me cause dolor o tristeza”. Aparece en la lista de los descendientes de Judá, por lo que suponemos que era de esta tribu. Dice que era el más ilustre de sus hermanos. Aunque su nacimiento causó dolor y tristeza, su vida era ilustre. Por la gracia de Dios podemos superar nuestras circunstancias. No todos son iguales, comovemos aquí; algunos destacan por su forma de ser y de actuar. No era ilustre por su aspecto físico, sus conocimientos, su proeza atlética ni por su talento en otras cosas, sino por su oración. Era distinto a sus hermanos porque oraba y pedía a Dios las cosas. Sus hermanos miraban al otro lado, miraban otras cosas, otros intereses, andaban por su cuenta sin consultar ni pedirle a Dios. Hay mucha gente así, que vive su vida sin tener en cuenta a Dios en su vida cotidiana. Esto es normal en nuestro mundo, y está llegando a ser normal en muchas iglesias, donde la gente aunque diga que es creyente, sólo piensa en Dios los domingos. Jabes era ilustre porque pensaba en Dios. ¿Cómo sabemos esto? Porque oraba, y la oración es una confesión de necesidad, y una orientación hacia Dios. Hoy en día hay pocos ilustres en oración. Hermano, hermana, ¿eres uno de ellos? ¿Ocupa la oración el lugar que debe en nuestra vida? 

Segundo, consideremos su petición, en el versículo 10. Hoy en día falta la oración a nivel personal y también en muchas iglesias es relegada a un lugar de importancia secundaria. Unos piden a los hombres, y otros piden a Dios. Hay iglesias hoy en día que piden la ayuda del gobierno y del público general, que siempre están buscando fondos y reconocimientos entre los inconversos. Es una vergüenza porque es una negación de la vida de fe, de confianza en Dios. En Esdras 8:21-23, cuando Esdras salió del cautiverio llevando consigo los utensilios de plata y oro para el templo, rehusó pedir la ayuda y protección del rey porque esto hubiera negado todo su testimonio de confianza en Dios. Pocos están dispuestos a seguir su ejemplo en nuestros tiempos. Pero Jabes pedía a Dios y esperaba en Dios, y por esto fue ilustre. Vamos a ver sus cuatro peticiones. 

Pidió bendición. “¡Oh, si me dieras bendición!”  Comienza con la exclamación: “¡Oh!”. Ella marca una oración con cierto fervor e intensidad,y son cosas que faltan en muchas de nuestras oraciones. Decimos que no rezamos como los católicos, pero al escuchar a algunos de nosotros recitar de memoria y sin aparente emoción largas listas de peticiones en una reunión de oración, parece que sí, rezamos. La oración de Jabes fue breve y expresada con emoción, con sentido de necesidad, como un clamor al Eterno y Todopoderoso. Algunos piensan que no hay que pedir nada, pero se equivocan. Los de Laodicea eran así, los que pensaban que de ninguna cosa tenían necesidad. Y cada día hay más de ellos. Éstas son las personas auto-suficientes, y que se auto-gobiernan. Dirigen sus vidas e intentan proveer y conseguir lo que quieren sin esperar en Dios. Pero es un error. Todos necesitamos la bendición de Dios. Proverbios 10:22 dice que la bendición de Jehová enriquece y no añade tristeza. En el mundo podemos conseguir cosas por nuestros esfuerzos, pero vienen con tristeza añadida, como un impuesto por haber ignorado a Dios. Dios quiere hacernos bien, no mal. Dios tiene bendiciones puramente buenas. Pero hay que desearlas; hay que pedirlas. El Señor nos ha bendecido (Ef. 1:3), es verdad, pero también tiene bendiciones temporales para darnos en esta vida (Is. 48:17; Sal. 18:34-38). David pidió la bendición de Dios, y toda persona piadosa que espera en el Señor hace lo mismo. 

Pidió territorio ensanchado: “...y ensancharas mi territorio”.  Jabes quería ejercer más influencia. Esta oración refleja sus deseos para el hogar, la cosecha, el ganado, etc. Podemos orar como él, en sentido espiritual, y decir: “engrandece mi vida para ti, Señor”. Deseaba fronteras más amplias. Podríamos imitar su oración y pedir que el Señor ensanche también la iglesia y su testimonio, y que nos dé más fruto. Es posible que tengamos lo suficiente para nosotros, pero podemos pedir más territorio para ejercer influencia sobre otros para el Señor. Es bueno tener un amplio territorio de testimonio y predicación del evangelio. Es bueno que la verdad tenga mayor alcance através de nosotros. ¿Deseamos extender nuestro testimonio y crecer? 

Pidió la mano de Dios en su vida: “y si tu mano estuviera conmigo”. Todos nosotros necesitamos esto, pero no todos pensamos y oramos así cada día, sino que lo reservamos para emergencias y casos especiales. Ningún creyente debe intentar vivir ni un sólo día sino tener la mano de Dios consigo. La mano de Dios puede ayudarnos si nos sometemos a Él. Somos salvos en las manos del Señor Jesús y del Padre (Jn. 10:27-29). La mano del Señor es poderosa, como 1 Pedro 5:6 dice, y se nombra muchas veces en las Escrituras, dando así testimonio de la obra del Señor a favor de los Suyos. La mano del Señor es más fuerte que la mano de los hombres. A veces necesitamos la mano del Señor de una manera especial, librándonos de una situación difícil, proveyendo algo que urgentemente necesitamos. La Escritura nos enseña aponer nuestra confianza en Dios, no en los hombres, porque “vana es la ayudadel hombre” (Sal. 108:12). ¿Buscamos la mano de Dios en nuestra vida?

Pidió que Dios le librara del mal: “...y me libraras del mal, para que no me dañe”. ¡El mal puede hacer mucho daño! Algunos aparentemente no piensan así, pero es verdad. El Señor en el padrenuestro nos enseña a orar así: “líbranos del mal”, porque nadie está exento del mal en esta vida. La carne siempre está dispuesta al mal, y el mundo también está lleno de maldad. Pero esto no nos disculpa ni nos da permiso a hacer mal. Tenemos que rechazar lo que Dios rechaza.  Él no peca y no nos puede dar permiso a pecar bajo ninguna circunstancia. Si no queremos hacer mal, alejémonos del precipicio, alejémonos del león rugiente, alejémonos de lo dañino del mundo. ¡Cuanto más lejos, mejor! Recordemos que David cayó en el mal cuando se hizo rey y tenía todo. Salomón se metió en el mal después de llegar a ser un rey tan rico y poderoso, y fue arruinado. ¡Cómo acabó!  El salmista pidió al Señor que le mantuviera de lo necesario, que no le diera más de esto, porque entonces él podría caer en el pecado de olvidar a Dios. Su oración expresa el deseo de ser librado del mal. 

Queridos hermanos, con el diablo no podemos jugar, ni descuidarnos, porque él, como enemigo nuestro, nos acecha para hacernos mal. Hizo mucho mal a Job, pero Job fue librado al final. Que los males de la vida: las heridas, las enfermedades, la pobreza, las pérdidas, los contratiempos, etc. no nos hagan mal. No nos aparten del Señor. No nos enfriemos espiritualmente ni nos volvamos cínicos ni amargos por los males que nos pasan. Mantengamos nuestra mirada puesta en el Señor, porque Él es quien puede librarnos.

Y entonces, vemos la respuesta de Dios. “Y le otorgó Dios lo que pidió”. Así de claro termina el texto, porque Dios escucha y responde a las oraciones de Su pueblo. Si no pedimos, no recibiremos (Stg. 4:2). Cuando oramos en el Espíritu, Dios nos responde en el Espíritu. Mirad, que la oración de Jabes fue una oración corta, de pocas palabras, pero de mucho contenido, y el Señor respondió. Algunos piensan que hay que orar largamente para ser espiritual. Pero la oración de Jabes fue al grano, fue corta, y fue bien recibida.Que ningún hermano se sienta cortado a la hora de orar porque no sabe hacer una oración larga. ¡Imita a Jabes y ora, sí, adelante! 

A Dios le encanta que pidamos estas cosas. Dios le dio todo lo que pidió. Dios no es mezquino, no es tacaño. Dios quiere bendecirnos, pero nosotros mismos somos el mayor impedimento de esa bendición. Debemos examinarnos a nosotros mismos para ver si hay algo en nosotros que impide la bendición de Dios. ¿Hay una falta de separación del mundo? ¿Hay una falta de confianza en Dios? ¿Hay una falta de devoción y piedad en nuestra vida personal? Si hay cosas que cambiar, efectuemos estos cambios lo antesposible. 

Dios no le miró el nombre, el apellido, el aspecto físico, el nivel de estudios, el puesto de trabajo, ni nada excepto su oración, y la condición y el deseo de su corazón. Dios también puede concederte a ti lo que pides. Tiene todo poder, es bueno, y Su misericordia es para siempre. Así que, las limitaciones y los impedimentos están en nuestro lado, no en el de Dios. Seamos cristianos ilustres por nuestra oración y confianza en Dios. Entonces podremos decir con el salmista: “mas ciertamente me escuchó Dios” (Sal. 66:19). Que así sea en nuestra vida para la gloria del Señor.    
               
de un estudio dado por L. B., el 31 de diciembre, 2006

Thursday, July 28, 2011

EL DECLIVE GENERACIONAL

Texto: Josué 24:14-28


¿Qué significa “declive”? Es una palabra que no se oye cada día en la calle en Andalucía, así que tuve que mirar en el diccionario para estar seguro de su sentido. Aprendí que significa: “Pendiente, cuesta o inclinación del terreno o de la superficie de otra cosa. 2. Decadencia.” La segunda definición, decadencia, es la indicada para lo que escuchaba en la radio, cuando hablaba del “declive generacional”. La frase me recordaba a lo del libro de Josué y el cambio entre la generación que entró en la tierra prometida y la siguiente que sale en el libro de Jueces. El cambio entre estas dos generaciones es marcado como un declive, porque hay una degeneración, una decadencia espiritual.
Josué era el hombre indicado para hablar de esto, no sólo porque era el líder de Israel que los introdujo en la tierra, sino también porque él era uno de los dos únicos hombres de la generación que murió en el desierto. De toda esa generación que salió de Egipto, sólo él y Caleb entraron en la tierra prometida. Así que, ¿quién como él para hablar de problemas de generaciones?
Antes de entrar en la tierra, Dios les había advertido que entraban en una tierra donde otros habían habitado, y que tendrían que limpiarla y cuidarse de no aprender ni asimilar las costumbres de esas naciones, porque esto sería la forma de apartarse del Señor. Había que tener mucho cuidado. Dios tiene que decirnos lo mismo hoy en día: “tened mucho cuidado”.
En nuestro texto Josué, ya viejo, reúne a la nación por última vez en su vida. Es una reunión importantísima porque en ella él llama a la nación a tomar una decisión respecto a su vida espiritual. Les llama a limpiarse de los dioses que todavía estaban entre ellos. Parece mentira que hubiera ídolos entre el pueblo de Israel tantos años después de salir de Egipto, y después de haber sufrido tantos castigos del Señor, pero así fue. La generación anterior había muerto en el desierto porque desagradó a Dios, y ésta no andaba mucho mejor. Sí, habían entrado en la tierra y había conquistado a muchas naciones, pero las semillas de su destrucción estaban sembradas en medio de ellos. La baja condición espiritual, indicada por la presencia de estos “dioses” entre ellos, indicaba que estaban en declive y que la siguiente generación iba a estar todavía peor. Fue por esto que Josué reunió a la nación, para enfrentar este problema, para darles una serie de advertencias en los versículos 14 y 15, y llamarles a decidirse de una vez.
Esta generación que había sido media purificada en el desierto, andaba en peligro porque no se consagraba y no se purificaba. Josué nombra claramente en el versículo 14, diciendo así: “los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto”. Israel en Egipto no fue fiel a Dios, sino que se volvió una nación idólatra que asimiló la cultura y la religión pagana. Abraham había dejado atrás a Ur de los caldeos y toda la idolatría de su tierra. José, su bisnieto, había sido fiel a Dios en medio de Egipto. Pero con el paso de tiempo y el cambio de las generaciones, las cosas habían cambiado, y ahora los dioses de las naciones tenían cobijo en el seno del pueblo escogido por Dios. Así que, cuando el pueblo de Israel salió de Egipto, la mayoría de ellos fueron salvados físicamente de Egipto y de la servidumbre allí, pero espiritualmente estaban en una condición decadente. “A los cuales sirvieron vuestros padres”, repite en ambos versículos. Eran idólatras que habían sucumbido espiritualmente a la mitología egipcia con su panorama de dioses y diosas, y todo el sistema era una abominación. Su triste condición espiritual explica el porqué de tantas quejas y rebeliones por el camino, y los castigos de Dios que al final eliminaron a toda aquella generación menos a Josué y a Caleb. Además, el en versículo 15 Josué añade “los dioses de los amorreos”, tal vez porque éstos ya habían infiltrado, aunque eran terribles. Entre los dioses de los amorreos había algunos muy crueles como Moloc, a quien los padres sacrificaban sus infantes, calentando la imagen del ídolo al rojo vivo y metiendo el niño en sus brazos ardientes para morir allí para agradar a Moloc. Los tambores ocultaban el ruido del grito de los pobres infantes sacrificados al “dios de éxito”. También para los dioses de los amorreos se practicaba la más perversa prostitución en sus templos y lugares altos, usando la fornicación y sodomía como acto de rendir culto a los dioses. Parece increíble que el pueblo llegara a tal decadencia como para servir a los dioses de los amorreos. Pero cuando se permite el declive generacional, desgraciadamente, todo es posible.
Hoy en día también hay un gran declive generacional en el llamado pueblo de Dios, porque el matrimonio está fraccionado. El padre trabaja, por supuesto, como debe, y la madre también trabaja fuera de casa, por necesidad se supone, y ¿quién cuida y educa a los hijos? Una educadora profesional que no tiene la fe ni las convicciones de los padres, ni tampoco es su responsabilidad educar a hijos que no son suyos. Dios los da a los padres, y los padres los dan al mundo. Así que, desde muy temprano ya comienzan a tener mucho roce con el mundo y aprenden sus costumbres y forma de pensar. Hay mucho desenfreno e inseguridad. ¿Dónde está el fallo principal? Como en los tiempos de Josué, los padres se han olvidado de Dios, y descuidan la vida espiritual. Esto produce el declive generacional. Hoy en día el matrimonio está roto, y si todavía existe, está en una condición disfuncional. Parece como una familia porque están los padres y los hijos, pero no funciona como una familia. No es un hogar, sino más bien una pensión donde varias personas se alojan, duermen, se asean, toman ciertas comidas, y tal vez comparten un poco de tiempo en la sala del televisor. Los padres no quieren compromiso con los hijos. No toman tiempo para enseñarles, para corregirles, para formar su carácter y encaminar bien su vida. No nace perfecto ningún hijo. Todos necesitan ser enseñados y corregidos. 
Sin embargo, hoy en día los padres, ante la desobediencia o el mal comportamiento de sus hijos, hincan los hombros y dicen: “así han salido”, como si hubiera que aceptarlo así. Tienen miedo de corregir a sus hijos, porque temen más las leyes de los hombres que las leyes de Dios. Es una situación que va de mal en peor y está produciendo una generación entera de personas malcriadas y espiritualmente deformadas. Los hijos se crían en el mundo casi totalmente, y un par de horas en cultos los domingos no puede arreglar este problema. La solución es que los padres actúen como Dios manda, pero hoy en día no quieren ni saben cómo, porque ellos mismos ignoran las Escrituras.
Cuando Josué llamó la atención a Israel en su día, ¿cómo respondió el pueblo? Más adelante en el capítulo 24, el versículo 31 dice: “Y sirvió Israel a Jehová todo el tiempo de Josué, y todo el tiempo de los ancianos que sobrevivieron a Josué y que sabían todas las obras que Jehová había hecho por Israel”. Hasta cierto punto la reunión con Josué aquel día tuvo buen efecto. Pero la historia demuestra que le sirvieron en parte por respeto a él, en parte por tradición y sólo en parte por convicción. Le sirvieron en parte y lo que les convenía, como vemos más adelante en Jueces 2:10. 
En Deuteronomio Moisés había hablado larga y claramente al pueblo, advirtiendo acerca del peligro de hacer alianzas con los cananeos, de aprender de las naciones en Canaán y asimilar sus costumbres (ver Dt. 7:1-5). Dios quería mantenerles como nación Suya. Quería una nación santa, consagrada, apartada, y los mandó claramente acerca de los pueblos, sus dioses y costumbres (Dt. 7:23- 26). No había que guardar nada ni siquiera en museos, ni mucho menos en sus casas, sino destruirlo todo. Pero el descuido, la inatención y la desobediencia a las instrucciones divinas produjo el declive generacional. El declive se produjo también por la actitud de los padres hacia sus hijos, al no enseñarles bien y no mantenerlos separados. Si los padres tuvieron pocas convicciones buenas, los hijos tuvieron todavía menos. En el cambio de generaciones se perdió la poca fuerza y vigor espiritual que había, y de ahí los problemas que prevalecen en el libro de Jueces. 
Es un libro que describe las condiciones que vemos hoy en día, cuando también cada uno hace lo que le parece. El declive viene cuando los padres descuidan sus responsabilidades y remiten a los niños al cuidado del mundo. Descuidan y fallan en su responsabilidad de Deuteronomio 6, donde Dios manda a los padres enseñar a sus hijos, precepto que se repite en Efesios 6:4, “criadlos en disciplina y amonestación del Señor”.
Los padres cristianos deben enseñar a sus hijos los caminos del Señor, desde pequeños y constantemente. Deben enseñarles acerca del mundo para que no sean engañados ni se vayan con el mundo. Deben enseñarles que está bien ser distinto, ser diferente, y que no está bien ser como los del mundo. Y si no lo enseñan, se perderá esta generación también. Irá al mundo, como tantas veces ha pasado en la historia. ¡Y vaya mundo! En los colegios de niños chicos ya hay agresividad. ¡No hablo de los adultos sino de niños pequeños! Los jóvenes más mayores, de edad de instituto y universidad, tienen su botellona, y los vemos borrachos en la calle. Los jóvenes y los adultos también se quedan en las discotecas y otros lugares de juerga toda la noche y hasta la mañana siguiente, y salen cansados, borrachos y algunos drogados también, para enfrentarse con el día y sus responsabilidades. Digo otra vez, ¡vaya mundo! En la calle hay violencia, rudeza y descortesía, enfados, robos, peleas y más, y el gobierno parece cada vez más impotente para parar o controlar todo esto.
La gente vieja ya no quiere salir a la calle, porque tiene miedo. Ni siquiera en su propia casa está uno seguro, porque el otro día entraron en la casa de uno, le golpearon y le robaron 300 euros. Estaba el pobre hombre lleno de moraduras grandes y muy feas. Pero el que roba o mata, aunque lo detengan y lo encarcelen, luego saldrá. El psicólogo le ve, tiene unas sesiones y charlas con él, todo pagado por el estado, por nuestros impuestos, y luego dice que está listo para volver a la sociedad, y sale y lo hace otra vez. El mundo no tiene la respuesta, y ¿cómo vamos a dejar a un mundo así educar y absorber a nuestros hijos? Si tienen que aprender cosas académicas como matemática y lengua en el mundo, hasta allí pero nada más. El mundo no tiene por qué enseñar nada más a nuestros hijos, y los padres deben vigilar mucho esta cuestión y ser diligentes ellos mismos en enseñar a sus hijos todo lo que necesitan para formar su carácter y encaminarles a vivir como Dios manda.

Debemos tener una influencia, la máxima posible, en las vidas de nuestros hijos mientras haya tiempo. Para algunos de nosotros ya es tarde porque nuestros hijos son adultos, y los que nos hemos equivocado en su educación tenemos que lamentarlo. Pero los que han sido educados en casa según los caminos del Señor, y se han desviado, siempre tendrán en su corazón lo que sus padres pusieron allí cuando eran pequeños, y siempre está la esperanza de que se vuelvan. Trabajemos con nuestros hijos para que echen raíces profundas que aguanten las tormentas y las pruebas que vendrán en la vida. Aprovechemos su juventud para prepararles para el futuro, no sólo para divertirles. La niñez puede ser hermosa sin ser desaprovechada y desperdiciada. Preparémosles, no sea que vayan al infierno por nuestra culpa, por nuestro egoísmo y el buscar más nuestra comodidad. Por dar prioridad a estas cosas y no a lo más importante, lo eterno, se echan a perder los hijos en el declive generacional. Tenemos que darles a nuestros hijos lo que Dios dice. Por ejemplo, leamos el libro de Proverbios y veremos cuánta enseñanza Dios quiere que los padres den a sus hijos. Proverbios 20:7 dice: “camina en su integridad el justo; sus hijos son dichosos después de él”. Si queremos que nuestros hijos sean dichosos, tenemos que caminar en integridad delante del Señor y hacer lo que Él nos manda. Proverbios 22:6 nos recuerda que es nuestra responsabilidad enseñar a nuestros hijos desde su niñez. Que el Señor nos ayude por Su gracia a no contribuir al declive generacional. Que eduquemos y formemos a nuestros hijos para que sean dichosos después de nosotros, para la gloria de Dios. Amén.
de un estudio dado por Lucas Batalla, el 12 de noviembre, 2006

Saturday, July 16, 2011

ABRAHAM Y LOT

Texto: Génesis 13:1-18

En el versículo 1 encontramos a Abraham (Abram) saliendo de Egipto con su mujer Sara, “con todo lo que tenía, y con él Lot”. Abraham se había equivocado yendo a Egipto en tiempos de dificultad, y allí había manchado su testimonio con el engaño respecto a su esposa Sara, porque tenía temor del hombre. Proverbios 29:25 dice que el temor delhombre pone lazo. Pero antes de criticar demasiado a Abraham debemos recordar que nosotros también hemos cometido fallos así. Nadie tiene una fe perfecta, y todos tenemos que aprender. Sería mejor que aprendiéramos de los errores de otros, pero parece que preferimos equivocarnos nosotros mismos. Cuando uno se da cuenta de que se ha equivocado y no estádonde Dios quiere que esté, debe corregirlo, y esto hizo Abraham. “Subió de Egipto”. Si has descendido espiritualmente a un lugar o en una situación donde no estás en la voluntad de Dios, confiesa tu error y sube de allí.

Ahora bien, este versículo enseña otro problema que Abraham arrastraba desde hacía tiempo, al decir: “y con él Lot”. Lot era el remolque. Fue a Egipto porque Abraham fue allí. Subió de Egipto porque Abraham subió. Estaba contento de seguir a Abraham, probablemente en parte porque le admiraba, y también, comoveremos, porque al enriquecerse Abraham Lot también se enriquecía. Pero su sobrino Lot no tenía que estarcon él, porque Dios había dicho a Abraham en Génesis 12:1 que tenía que salir de su tierra, su parentela y la casa de su padre. Se marchó de su tierra, pero llevaba a su padre y Lot, parte de su parentela, consigo. Sólo llegaron hasta Harán, y allí murió el padre de Abraham. Luego se marchó de allí todavía acompañado de Lot. Esta falta de atención a las instrucciones divinas le iba a traer a la larga más de un problema. Siempre es mejor hacer exactamente lo que el Señor nos dice.

El versículo 2 dice que Abraham era riquísimo en ganado, plata y oro. Tenía muchas posesiones, y parte de ellas venía de los egipcios, según el 12:16, porque Faraón le favoreció a causa de Sara su mujer. Más adelante estas riquezas iban a contribuir a sus problemas.

Los versículos 3 y 4 dicen: “volvió por sus jornadas...hacia Bet-el, hasta el lugar donde había estado antes su tienda entre Bet-el y Hai, al lugar del altar que había hecho allí antes; e invocó allí Abram elnombre de Jehová”. Volvió, porque se había ido a un lugar donde no hay comunión ni vida espiritual, comohoy en día hacen muchos. Y como muchos, se enriqueció en el mundo, pero se empobreció espiritualmente. Fijémonos hermanos, que no hubo altar en Egipto. Para ir al lugar del altar donde invocaba el nombre de Jehová, tenía que subir, tenía que volver. Algunos, cuando se equivocan, cuando se apartan del Señor y semeten en el mundo, no quieren reconocerlo ni corregirlo. Quieren seguir donde están, como están, y que el Señor les bendiga allí. Pero esto no es así. Abraham tenía que salir de Egipto si quería acercarse al Señor, invocarle y adorarle como antes, y caminar con Él. Volver es la forma de reanudar la comunión con el Señor.No es bueno para nuestra carne, nuestro orgullo, pero lo es para nuestra vida espiritual. Nuestra vida espirituales lo más importante que hay.

El versículo 5 comienza con las palabras: “También Lot, que andaba con Abram”, y comenta acercade las riquezas de Lot. Ahora Abraham estaba fuera de Egipto, pero todavía tenía a Lot. Como vimos en Génesis 12:1, Dios le había dicho claramente dejar a su parentela, pero todavía llevaba a Lot consigo, y fue problema porque Lot no era como Abraham. Lot representa al cristiano que no está comprometido o consagrado del todo. Podríamos llamarle un “creyente de remolque”, que estaba cerca de un gran hombre de Dios, y le seguía, pero sin la misma consagración y sin la misma espiritualidad. Lot creía en Dios, lo sabemosde 2 Pedro 2:7, pero no tenía una vida como la de Abraham, ni tenía que estar con Abraham. Dios había llamado a Abraham a salir, no a Lot. Dios había prometido la tierra a Abraham y sus descendientes, no a Lot. Lot estaba fuera de su sitio, y un creyente que no está donde debe estar no hace nada más que causar problemas a los demás. Por ejemplo, Jonás en el barco ocasionó problemas para todos los marineros y pasajeros del barco. No sabemos por qué estaba Lot con Abraham, pero es posible que fuera porque había preguntado si podía ir, y a Abraham le dio pena decirle que no. Pero siempre es mejor seguir las instrucciones de Dios.

En los versículos 5 y 6 vemos que eran tantas las posesiones de los dos que no podían morar en el mismo lugar. Dios sabía esto cuando llamó a Abraham a salir de su parentela. Las posesiones, las riquezas que vienen del mundo, causan problemas. Y esto parece ser lo principal de Lot. Tenía riquezas, pero poco más. Que sepamos, Lot nunca hizo nada para su tío Abraham. Más importante es el detalle de que Lot nunca construyó un altar. No podemos vivir como Dios quiere sin esto. El altar significa el lugar de sacrificio y comunión, el lugar de revelación de la voluntad de Dios y el lugar de bendición. La vida consagrada no sepuede vivir sin altar, sin adoración y comunión con Dios. Abraham tenía un altar físico, de piedras, que había edificado. Nosotros hoy en día no tenemos altares físicos. No hay altar en la sala de reuniones de la iglesia. Pero sí, debe haber la costumbre de reunirse con el Señor, adorar, alabar, interceder y pedir que Él nos guíe. Los del mundo cuando quieren practicar religión, necesitan velas, incienso, santos, sacerdotes, liturgia, etc. porque no conocen a Dios ni le adoran. Pero el Señor Jesucristo nos enseñó que “Dios es Espíritu, y los quele adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Jn. 4:23).

Lot era buena persona, humanamente hablando, pero iba de remolque, tras Abraham, y su propia vida espiritual carecía de consagración, celo y devoción. No procuraba él mismo caminar con Dios, sino que caminaba con Abraham (v. 5). Hay creyentes hoy en día que son como Lot. Creen en el Señor, pero no le siguen de cerca. Faltan la consagración, el celo y la devoción en su vida. Falta la convicción de que están donde el Señor quiere y que están sirviendo al Señor. Su vida es nada más que estar cerca de otras personasconsagradas. En la familia de padres creyentes a veces los hijos son así: creen en el Señor pero no tienen la consagración de Sus padres. Como Lot, se sienten atraídos por el mundo, y carecen de dirección en su vida espiritual. Lo mismo pasa en las iglesias, donde muchos observan e incluso admiran el celo y la devoción de algunos hermanos, pero viven toda su vida sin esta consagración. Pablo varias veces llamó a los creyentes a imitar su ejemplo,porque no es suficiente el estar cerca de un creyente consagrado. Cada uno de nosotros debe consagrarse de todo corazón al Señor, como dice el himno: “Todo a Cristo, yo me rindo, lo que tengo, lo que soy”. 

En los versículos 6 y 7 vemos surgir el conflicto entre Abraham y Lot, aunque más precisamente seríaentre los de su casa, no entre ellos mismos. Entre los fieles y los no fieles hay problemas, hay conflicto y siempre es así, en el matrimonio, entre amigos y también desgraciadamente en la iglesia. Detrás de esta verdad hay una razón, un principio inalterable. La carne y el espíritu no puede vivir juntos. “La tierra no era suficiente para que habitasen juntos”. Pero el problema no estaban en la tierra. Tenían delante suyo toda latierra prometida; ¿acaso no había espacio suficiente? No era el terreno en sí, sino la carne y el espíritu. Lot quería estar cerca de Abraham, y no podían vivir en la misma tierra sin conflictos. Además, “el cananeo y el ferezeo habitaban entonces en la tierra”, y los paganos observaban cómo se comportaban Abraham y Lot. Hoy en día muchos cristianos no consagrados han causado testimonio malísimo delante del mundo con sus críticas, sus contiendas y sus peleas. Algunos han ido a la ley contra otros, peleándose por locales y bienes económicos, y tienen un testimonio fatal delante del mundo. En lugar de decir: “mira cómo se aman” dicen: “¡Mira cómo se pelean!” Por esto repito que no era sólo lo material, porque lo material con amor se soluciona,sino que era lo espiritual. Pablo identifica la procedencia de las contiendas en su primera epístola a loscorintios, y también cuando escribe a los gálatas: es la carne. Volviendo a Génesis, más adelante en la historiade Abraham surgieron conflictos entre Sara y Agar, y entre Isaac e Ismael. Santiago pregunta: “¿De dóndevienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestrosmiembros?” (Stg. 4:1). Aun la tierra prometida no puede contener a dos en yugo desigual. 

En el versículo 8 Abraham manifiesta su nobleza, gentileza y generosidad. La chispa no saltó de él, porque era el espiritual. El espiritual ve a Dios y se humilla. Abraham buscaba la paz, como el Señor también nos manda a nosotros hacer.“Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Ro. 12:18). “Seguid la paz con todos” (He. 12:14). Así que, el humilde y el generoso era Abraham,que inició la búsqueda de la paz, diciendo: “No haya ahora altercado entre nosotros dos...porque somos hermanos”. No lo dijo Lot, sino Abraham. Lot no tuvo esta nobleza de carácter como Abraham. Aunque era el más joven y debía haber actuado con deferencia, fue Abraham quien tomó la iniciativa. No esperemos queel otro busque la paz, hermanos, sino que seamos nobles y pacificadores como Abraham. 

En el versículo 9 Abraham ofrece a Lot su elección. Cede a él primero. Cuando andan de forma distinta y no hay acuerdo ni propósito común, es mejor separarse. Abraham cumple ahora, por fin, lo que Dios le había dicho mucho antes. “Te ruego que te apartes de mí”. Andaba mejor sin Lot. A veces tenemos que echar denuestra vida cosas aunque duele. Ciertamente tenemos que echar así a la carne, y digámoslo también al mundo.

El versículo 10 nos muestra la respuesta de Lot. Como el más joven él debía haber dicho algo como: “No, tío Abraham, no debo escoger. Escoge tú primero”. Pero Lot no era como Abraham. “Alzó Lot sus ojos,y vio”, dice el texto. Lot andaba por la vista, no por fe. Así que, el en versículo 11, “Lot escogió para sí”, como egoísta. Que sepamos, ni siquiera le dio las gracias. No le importó mucho la comunión de un hombre santo, como muchos en el mundo y en las iglesias. Su mente no estaba en lo espiritual, sino en el mundo. Así que el texto dice: “y se fue Lot hacia el oriente,y se apartaron el uno del otro”. La separación que tuvo que hacerse años atrás cuando Abraham salió de Ur, llegó con atraso. El profeta Amos hace la pregunta: “¿Andarán dos juntos si no estuvieren de acuerdo?”(Am. 3:3). 

En los versículos 12 y 13 vemos el contraste entre los movimientos de Abraham y los de Lot. “Abram acampó en la tierra de Canaán, en tanto que Lot habitó en las ciudades de la llanura, y fue poniendo sustiendas hasta Sodoma”. Lot se iba acercando a los que aborrecían a Dios. El versículo 13 describe la maldad de Sodoma, pero aun sabiendo esto, Lot prosiguió su camino, hasta que al final acabó dentro de Sodoma. Lot poseyó temporalmente a Sodoma, y fue arruinado cuando llegó el juicio de aquella ciudad, pero Abraham tiene la tierra para siempre. Lot fue como quien vive en una casa condenada que pronto va a ser derrumbada. Nosotros también enfrentamos el peligro de sentirnos atraídos por el mundo, pero debemos recordar que el mundo y las obras que están en el serán quemadas. Dios nos llama a poner la mira en las cosas de arriba, como Pablo enseña en Colosenses 3:1-4.

Los versículos 14-18 nos enseñan cómo Dios bendijo a Abraham posteriormente a su separación de Lot. Abraham anduvo con Dios y cuando Lot se fue, Dios le bendijo. Lot había mirado por su cuenta, pero Dios dice a Abraham dónde mirar: “Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte yel sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre” (vv. 14-15). Uno anduvo por fe y el otro por vista. Lot se iba acercando a Sodoma, y Abraham seiba alejando de allí.  En el versículo 16 le promete una descendencia incontable. En el versículo 17 le llamaa levantarse y andar “por la tierra, a lo largo de ella y a su ancho”. Y Abraham obedece en el versículo 18, y al final de sus movidas puso su tienda en Mamre, al lado de Hebrón, “y edificó allí altar a Jehová”. Allí Abraham presentaba sus sacrificios, adoraba, invocaba al Señor, y le daba gracias por todos Sus cuidados. Donde moraba Abraham había altar, pero donde moraba Lot no había ninguna. Abraham ilustra una verdad que alguien ha dicho, que Dios siempre da lo mejor a los que dejan a Él la elección. Las decisiones quetomamos en esta vida no sólo determinan el curso de nuestra vida, sino que también demuestran de qué carácter somos.

Así que, hermanos queridos, busquemos primeramente el reino de Dios y Su justicia. Es donde está la bendición de Dios. Seamos hombres y mujeres maduros, espirituales, no livianos ni carnales. Haya siemprealtar en nuestra vida. Como Abraham reconoció a Dios en todo, así hemos de hacer nosotros. Que el Señornos ayude a considerar muy bien las decisiones que tomamos y las elecciones que hacemos, porque escogerbien trae bendición, y escoger mal ocasiona pérdida. ¡Que Dios nos ayude por Su gracia a escoger bien!

de un estudio dado por L.B., en Sevilla, el 15 de octubre, 2006

Wednesday, June 15, 2011

VIVIMOS EN TIEMPOS MALOS

"Destruction" por Thomas Cole

“Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón” (Gn. 6:5-6). 

Hay un refrán que dice: “Cuánto más conozco a los hombres, más quiero a mi perro”. No es difícil de entender, porque hay mucha maldad y mucho engaño en los seres humanos, hombres y mujeres. El mundo no siempre ha sido así, pero casi siempre. Llegó a esta triste condición en las generaciones después del pecado de Adán y Eva. Primero Caín inventó una ofrenda a su manera que no agradó a Dios, y se enojó cuando Dios no lo aceptó. De ahí procedió a matar a su hermano Abel. Luego vino la arrogancia, la violencia, y otros pecados en sus descendientes. El pecado corrió, se multiplicó y arruinó la raza humana como un virus agresivo contra el cual no hay defensas naturales ni medicinas. El versículo 5 dice que la maldad de los hombres era mucha en la tierra. El versículo 11 dice: “Y se corrompió la tierra delante de Dios, y la tierra estaba llena de violencia”. Así que, en pocas generaciones el mundo llegó a corromperse de tal manera que Dios resolvió castigarlo con el diluvio. Los versículos 6 y 7 documentan el disgusto y el propósito de Dios.
Si la lectura terminara allí, no habría esperanza, pero no es así. El versículo 8 comienza con la palabra “pero”, la cual indica un cambio, un contraste. Contra este trasfondo de corrupción, maldad, violencia y el juicio inminente, luce la gracia de Dios. “Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová”. Cuando el hombre ha fracasado del todo, Dios viene buscándolo para salvarlo porque no quiere su perdición. No quiere que ninguno perezca. Por esto, aparece la gracia de Dios en el versículo 8, en este momento de la historia. La gracia de Dios no es cosa sólo del Nuevo Testamento como algunos suponen. Como atributo de Dios siempre ha estado presente. Como vocablo divino, aparece por primera vez en la Biblia en nuestro texto. 
Miremos otra vez el contexto histórico en el cual aparece por primera vez la gracia de Dios. El versículo 11 dice: “se corrompió la tierra”. El versículo 12 dice: “toda carne había corrompido su camino”. En el versículo 13 Dios declara que “la tierra está llena de violencia” y que había decidido “el fin de todo ser”. Se acabó el tiempo de la paciencia. Otra vez pasará esto en el futuro no lejano, cuando en cumplimiento de Apocalipsis 10:6 el cielo declara que “el tiempo no sería más”, esto es literalmente: “no más tiempo”
Hoy vivimos en medio de un mundo tan corrompido y violento como en los días de Noé. El Señor dijo que así serían los tiempos de Su segunda venida (Mt. 24:37; Lc. 17:26). Por un lado esto debe llenar nuestro corazón de esperanza, sabiendo que antes del retorno de Cristo viene el arrebatamiento de la iglesia, cosa que está a punto de suceder en cualquier momento. Como el Señor arrebató a Enoc antes del diluvio, así hará con la Iglesia. Por otro lado, nos debe dar un sentido de urgencia respecto a la proclamación del evangelio, porque al mundo no le queda mucho tiempo. 
Noé era varón justo, declara el versículo 9, y “con Dios caminó Noé”. Así describe la Biblia a Enoc en Génesis 5:22-24, “Enoc caminó con Dios”. Las circunstancias eran malísimas, pero caminaron con Dios, y ambos fueron usados por Él para predicar y advertir a los de su generación. En el mundo antediluviano, se veían las cosas en blanco y negro, no en medias tintas. Uno andaba con Dios o con el mundo. No podía nadar y guardar la ropa, ni entonces ni ahora. Dios estaba disgustado con el mundo, y podemos estar seguros de que los que caminaban con Él también sentíanlo mismo. No amaban al mundo ni deseaban sus placeres superficiales. 
El cristiano verdadero no puede tener comunión con el mundo. El mundo está corrompido, denunciado y a punto de ser juzgado por Dios. El príncipe de este mundo no es nadie menos que el mismo diablo. Él y el mundo son enemigos de Dios. ¿No sabemos que la amistad del mundo es enemistad con Dios? (Stg. 4:4) ¿No sabemos que la Palabra de Dios nos manda: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo”? (1 Jn.2:15). ¿No sabemos que porque pertenecemos a Cristo, el mundo nos aborrece y que esto tiene que ser así? (Jn. 15:18-19). Recuerda, hermano que lo que el mundo necesita no es lo que quiere. Necesita a personas que como Enoc y Noé, predicarán y anunciarán el juicio venidero, y llamarán a los hombres al arrepentimiento y la fe. Porque el juicio viene, pero el Dios de toda gracia ofrece perdón y vida nueva en Cristo Jesús. Dios ama a los pecadores, pero sólo busca amistad con ellos a través de la cruz de Cristo y el evangelio. Sin arrepentimiento y fe, no hay amistad con Dios, ni escapatoria del juicio que pronto será desencadenado. 
Hermanos, ante la maldad de nuestros tiempos, vivamos en separación y santidad, y con amor divino derramado en nuestro corazón por el Espíritu Santo, prediquemos el evangelio y advirtamos a los hombres, poniendo delante de ellos la verdad de que el tiempo es corto y el Señor viene con sus santas decenas de millares para juzgar a los impíos. Vivimos en el tiempo justo antes de otro gran juicio de Dios, la tribulación. Seamos fieles a Dios hasta que Él venga a sacarnos de aquí.                                                                                                                 

de un estudio dado por Lucas Batalla en 2005



Asamblea Bíblica “Betel”
C./ Torreblanca, 6 (detrás de la muralla Macarena)
 41003 Sevilla, España
Horario de cultos: domingo: 11:00 y 19:00 horas, jueves: 20:00 horas
Correspondencia: Apdo. 1313, 41080 Sevilla, España

SOMOS TEMPLO DE DIOS





Textos: 1 Corintios 3:16-17 y 6:19-20 


Estos textos nos enseñan una verdad muy importante. Somosindividual y colectivamente un templo santo. 1 Corintios 3:16-17 nos declara que la iglesia local es templo de Dios. No el edificio sino los que se congregan allí. Efesios 2:22 señala que somos morada de Dios. ¡Qué maravilla! Y 1 Corintios 6:19-20 nos dice que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo. El ser humano, esta casa de barro, es maravilloso que pueda ser un templo. Ciertamente esto lo ha hecho Dios, no el hombre. El Salmo139 habla de la maravilla del cuerpo humano, es hechura de Dios, lo hizo Él, sabiendo que vendría a ser Su templo. Puesto que estas cosas son así, tenemos tres grandes responsabilidades respecto a la iglesia como templo y respecto a nuestro cuerpo como templo.Primero, es nuestra responsabilidad edificar el templo, no destruirlo. Hay muchas cosas que hoy en día son lícitas, pero no convienen, no edifican, no contribuyen nada al bienestar del templo. Debemos evitar tales cosas, e invertir nuestro tiempo y fuerzas en lo que edifica. Como nuestro cuerpo es templo, no debemos dañarlo, hacerlo mal, sujetarlo a lo que a Dios no le agrada. Segundo, debemos encargarnos de la limpieza del templo, y echar fuera todo lo que ofenda al divino huesped. En 2 Reyes 23 vemos todo lo que el rey Josías sacó del templo. Tuvo que hacer limpieza, porque el pueblo de Dios había admitido muchas cosas que contaminaban y deshonraban el templo. Hay que vivir en santidad y cuidar el templo. Nuestro cuerpo debe ser un lugar santo, separado del mundo, libre de las impurezas que hay en el mundo tan impío. También la iglesia local debe ser un lugar santo, no mundano. La iglesia es morada de Dios, no del mundo. Debe ser atractiva a Dios, no al mundo. Muchas iglesias evangélicas han olvidado o rechazado esta verdad tan importante. Tercero, debemos glorificar a Dios en Su templo, exaltarle, rendirle culto voluntario con ánimo pronto, no como un rito mecánico sin sentimiento. 1 Pedro 2:9 nos recuerda que somosescogidos y adquiridos por Dios, “para que anunciéis las virtudes de aquel...” En los cultos de la iglesia no debemos glorificar, admirar y alabara los seres humanos, sino a Dios. Como sacerdotes de Dios que somos, no debemos faltar en las reuniones de la iglesia local, puesto que son en el Nombre y para la gloria del Señor. Por otra parte, en nuestra vida personal, recordemos que nuestro cuerpo debe servir para glorificar a Dios, no anosotros mismos. No nos pertenecemos, pues hemos sido comprados porprecio. Toda decisión nuestra debe ser gobernada por una consideración, no: ¿Qué prefiero o qué me iría mejor?, sino: ¿Qué prefiere Dios y qué es lo mejor para la gloria de Dios? Hermanos, como individuos redimidos por la sangre del Cordero, y como iglesia del Señor y morada Suya, debemos vivir en santidad y cuidar el templo. ¡Que el Señor nos ayude a hacerlo para Su gloria!

de un estudio dado por L.B., el 29 diciembre del 2005

Asamblea Bíblica “Betel”
C./ Torreblanca, 6 (detrás de la muralla Macarena)
41003 Sevilla, España
Horario de cultos: domingo: 11:00 y 19:00 horas, jueves: 20:00 horas
Correspondencia: Apdo. 1313, 41080 Sevilla, España

EN EL OJO DEL HURACÁN



Salmo 91
El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré. Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora.  Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y adarga es su verdad. No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya.  Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegará.  Ciertamente con tus ojos mirarás y verás la recompensa de los impíos. Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación,  no te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada. Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos.  En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra. Sobre el león y el áspid pisarás; hollarás al cachorro del león y al dragón.  Por cuanto en mí ha14puesto su amor, yo también lo libraré; le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre.  me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación.
     El ojo del huracán es un lugar de paz y tranquilidad en medio de una gran tormenta. En un sentido sirve para describir la vida de la persona que confía en el Señor. En este hermoso Salmo vemos cómo Dios cuida de los Suyos y los protege. Los que somos Suyos, los verdaderos creyentes, no visitamos a Dios. Los paganos visitan a sus dioses en sus templos. Pero el creyente habita bajo el abrigo del Altísimo, y mora bajo la sombra del Omnipotente. ¡Cuánta es la dicha de morar con Dios, de estar en Cristo, y de saber que nuestro cuerpo ha venido a ser “templo del Espíritu Santo”. El salmista declara exuberante: “Mi Dios, en quien confiaré” (v. 2). El Señor nos protege y es digno de nuestra confianza. Hermanos queridos, gocémonos en la protección de Dios y confiemos en Él sin desmayar. Vivimos en un mundo lleno de maldad y arruinado por el pecado. Hay enemigos y peligros naturales y espirituales. Pero, mirad de cuántas cosas Dios protege a los que son Suyos. “Del lazo del cazador” y “de la peste destructora” (v. 3). En el versículo 5 están “el terror nocturno” y la “saeta que vuele de día”. El versículo 6 presenta pestilencia en oscuridad y mortandad en medio del día. ¿Cómo podemos descansar, ya que estamos rodeados de enemigos y peligros de día y de noche? Es fácil. Confiemos en el Señor, porque Él prometecuidarnos. En el versículo 7 caen mil y diez mil, pero Dios dice: “a ti no llegará”. “No te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada” (v. 10).Estas palabras sirvieron de ánimo y consuelo para el pueblo deIsrael en los tiempos del Antiguo Testamento. Pero ¡cuánto más paralos 144.000 sellados, y el remanente fiel de Israel durante los años dela Gran Tribulación! Satanás andará suelto con gran ira, pero el Altísimo protegerá a los Suyos, y para ellos las palabras de este Salmotendrán un sentido nuevo y personal. Y sabemos que los versículos 11-16 tienen un sentido mesiánico, pues el diablo los citó al Señor cuando le invitó a tirarse del pináculo del templo. Citó los versículos 11 y 12, pero no los demás, especialmente evitando el versículo 13 que dice: “Sobre el león y el áspid pisarás; hollarás al cachorro del león y al dragón”. El Señor Jesucristo triunfó y triunfará. En Apocalipsis 12 vemos cómo el dragón y los suyos son echados del cielo para siempre,y acabarán en el lago de fuego (Ap. 20:10) junto con todos los que los siguen. No hay protección para el malo.Pero no tenemos que mirar sólo al pasado o al futuro para hallar la aplicación de este salmo. Nosotros también somos pueblo de Dios, y Él nos ama y nos protege. Nadie puede arrebatarnos de Su mano (Jn.10:28-29). Él nos invita a echar sobre Él todas nuestras ansiedades,porque tiene cuidado de nosotros (1 P. 5:7).
    Hermanos, no hay mejor guarda que Dios, el Altísmo, el Todopoderoso. El Señor no duerme ni se despista. Nada nos puede tocar sin Su permiso, y Él sólo permite lo que es para nuestro bien. “No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel” (Sal. 121:3-4). El Señor no se equivoca en Su cuidado de nosotros. El Señor no puede ser vencido. Estas verdades el salmista celebra con palabras como“abrigo” y “sombra” (v. 1), “castillo mío” (v. 2), “escudo” y “adarga” (v. 4). Promete que “te librará” (v. 3), “te cubrirá” y “estarás seguro” (v. 4). El resultado bueno y lógico de semejantecuidado es: “no temerás” (v. 5).¿Por qué, entonces, hay tantos cristianos nerviosos y preocupados? ¿Acaso no sabemos que el Omnipotente nos protege? Queridos hermanos, debemos relajarnos en Sus manos y gozarnos de Su amor. Muchas veces hacemos como los discípulos en Marcos 4:38. Con ansiedad y temor, desesperados, clamamos al Señor como ellos: “Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?”. Estaban en una grantormenta en el mar y parecía que el barco se anegaba. Pero el Señorestaba en aquel barco, así que, ¿cómo iba a hundirse? Realmente ellosestaban en el ojo del huracán, pero no lo sabían. Tenían que aprenderlo,como nosotros, por la experiencia. Así que, el Señor se levantó, reprendió el viento, y hubo gran bonanza (v. 39). Luego les dijo: “¿Porqué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?” (v. 40). Sin dejarde amarlos, les reprochó su ansiedad y temor, apuntando su falta de fe.Ellos debían confiar en el Señor, como nosotros también debemos.Amados, para llegar al lugar donde Dios quiere llevarnos, aveces hay que pasar por una tormenta o un peligro, como esto que les sucedió a los discípulos en Marcos 4. Las tormentas no nos hundirán si estamos en la voluntad del Señor y en comunión con Él. Al contrario, es cuando vemos Su poder. Estamos en el ojo del huracán.
de un estudio dado por Lucas Batalla en 2005

Tuesday, June 7, 2011

¡LEE LA PALABRA!

Hoy en día el pueblo lee poco. Dicen que en Europa el país donde menos gente lee es España, y en España la región que menos lee es Andalucía. El creyente que es así se desnutre y caerá en tiempos difíciles, de prueba y tentación. Hay que ocuparse un buen rato en la lectura de la Palabra. El creyente que no pasa  tiempo leyendo la Palabra de Dios, tampoco orará mucho, y no sabrá cómo orar bien, porque no se oriente hacia Dios. La Palabra de Dios nos fortalece, nos da salud y vitalidad, nos aconseja y nos guía. ¡Qué triste y qué peligroso es no tener ganas de acercarse a la Palabra de Dios! John Wesley, el gran predicador inglés, dijo a sus estudiantes: “si no lees mucho, salid de ministerio”. Ironside contó que había leído la Biblia entera más de catorce veces, ¡en su juventud!
    En esta sociedad en que vivimos necesitamos la Palabra de Dios. El Salmo 119:93 dice que ella nos vivifica. El versículo 28 dice que ella nos sostiene y quita la ansiedad. El versículo 107 dice que ella nos ayuda en la aflicción. El Salmo 119 es el gran salmo de la Palabra de Dios. Allí vemos los grandes bienes que nos hace la Palabra que no hacen los psicólogos y los psiquiatras, y además, ¡la Palabra de Dios no cobra por sus consejos, y nunca falla! ¿Qué programa de tele o qué película puede hacerte bien como la Biblia?
    La lectura de Palabra de Dios produce una vida disciplinada, porque si nos sujetamos a ella, no andamos de cualquier manera. Pero hoy hay mucha anarquía y falta de consideración. Debemos leerla y ser hacedores de ella, no sólo oidores, conocedores, o habladores de ella. Una vida disciplinada en la Palabra de Dios mejora nuestros dones y actividades, y nos ayuda a vencer los enemigos espirituales y salir adelante en los conflictos. David usó la honda pastoril para vence a Goliat. Dios le habilitó para luchar con un arma que no era lo usual, y ciertamente en nuestro mundo la Palabra de Dios no es lo usual. Sin embargo, ella se llama “la espada del Espíritu”. ¡Hermanos, leamos más la Biblia!

de un estudio dado por Lucas Batalla en el año 2005

Sunday, May 29, 2011

ADVERTENCIAS DIVINAS

Texto: 1 Corintios 10:1-15


Es importante observar que este pasaje está antes de 1 Corintios 11, donde se nos instruye acerca de la celebración de la Cena del Señor. Está compuesto así a propósito, no por casualidad. La Palabra de Dios tiene el fin de advertir y corregir, para que enmendemos nuestro camino. Muchas veces en el Antiguo Testamento Dios habló al pueblo, dando advertencias y exhortaciones, recordándoles una y otra vez lo que debían hacer y no hacer. Dios es paciente. Sólo al final del Antiguo Testamento, después de Malaquías, guardó silencio durante 400 años. Una y otra vez corrigió y reprendió a Su pueblo Israel. 
En Corinto también, por lo que leemos en nuestro texto, pasaba lo mismo. Había necesidad del aviso de Dios para enmendar y corregir su comportamiento. El Espíritu Santo inspira a Pablo para que les recuerde cosas que pasaron con el pueblo de Israel en el libro de Números. El versículo 11 dice que “a nosotros”, esto es, a los creyentes, están escritas estas cosas. ¡Qué importante es el Antiguo Testamento, que está lleno de lecciones e ilustraciones para nosotros! Hay cosas allí para amonestarnos y advertirnos, para nuestro bien. Lo triste es que hoy en día no hay amonestación en las iglesias, y se va dejando, y dejando, y alejando de lo que Dios quiere. Muchos predicadores no quieren o no tienen coraje para amonestar y exhortar al pueblo, porque vivimos en tiempos en los cuales las iglesias se arreglan “a gusto del consumidor” y no conforme a la Palabra de Dios. Si amonestamos y reprendemos, la gente se molesta y se va en busca de otra iglesia donde puede estar cómoda. 
Pero, ¿por qué nos tiene que molestar una advertencia o una amonestación de la Palabra de Dios? ¿Sabéis a quiénes les molesta? Son los que no están seguros de su condición espiritual. A mí no me molesta una palabra fuerte, sino al contrario, me preocupa una palabra suave y que no tiene fuerza ni fuego. Sé en quién he creído, y también sé que necesito la corrección y la mejora. Todos lo necesitamos, pero no todos lo sabemos, aparentemente. Hay mucha permisividad y tolerancia en las iglesias y la gente divaga espiritualmente. La verdadera instrucción y enseñanza es la que forma a las personas. Unos padres que nunca quieren decir “no” a sus hijos ni corregir su comportamiento van a criar unos monstruos, y efectivamente esto es lo que pasa más y más en los hogares, y también en las iglesias. 

¿Quiénes Fueron Los Que Cayeron En El Desierto? 

Estamos siendo influídos demasiado por las ideas y los conceptos del mundo. En Números 11, uno de los pasajes a los cuales 1 Corintios 10 se refiere, vemos en el versículo 4 que cuando Israel salió de Egipto e iba por el desierto, había una multitud mezclada. La gente extranjera, que probablemente incluía a algunos egipcios, se mezcló con el pueblo de Dios. Salió esta multitud mezclada de Egipto, llevando consigo muchos gustos, creencias, costumbres, etc. Esta gente extranjera, con los mismos israelitas que no habían creído, (la mayoría) aportaron mucha maldad y muchos problemas. Una multitud mezclada es problemática, y allí el pueblo de Dios debe tener mucho cuidado hoy en día también, porque el problema todavía existe. Hay en las iglesias gente bautizada que toma la cena del Señor pero que no es creyente de verdad. Su corazón está en el mundo, en Egipto, y siempre causa problemas. El ecumenismo es un peligro muy grande, precisamente porque mezcla todo, acepta todo, dice que hay que ser tolerantes y respetar las ideas de los demás. El Señor nos mandó enseñar a los convertidos que guarden TODAS LAS COSAS que Él nos ha enseñado, pero los ecuménicos, con la idea de estar todos juntos, enseñan que sólo unas pocas doctrinas fundamentales son importantes, y todo lo demás es “secundario” y de menor importancia. Sobre todo, dicen ellos, respetemos las creencias de los demás. Hacen un gran sincretismo de las doctrinas de todos, y nos invitan a vivir en este potingue espiritual que han preparado. Pero esto es malo, diabólico, y hay que decirlo, tal como se me oye.
En el infierno habrá un sincretismo de todo, esto está seguro. Porque los que creen y proceden así no son del verdadero pueblo de Dios, aunque se mezclan con el pueblo de Dios. Leed la historia bíblica y veréis, que los mezclados no entraron en la tierra prometida, y trajeron muchos problemas al pueblo de Dios. Hoy en día pasa lo mismo, con amistades y matrimonios mezclados. Dios no lo aprueba y nosotros tampoco podemos. Los del mundo nunca nos van a ayudar a agradar a Dios, porque ellos no pueden agradarlo. Sin fe es imposible (He. 11:6). 
Observemos en Números 26:64-65 lo que pasó al final con los mezclados. Es el capítulo más largo del libro de Números. Dice: “Y entre éstos ninguno hubo de los contados por Moisés y el sacerdote Aarón, quienes contaron a los hijos de Israel en el desierto de Sinaí. Porque Jehová había dicho de ellos: Morirán en el desierto; y no quedó varón de ellos, sino Caleb hijo de Jefone y Josué hijo de Nun”. No entraron, y en Hebreos 3 y 4 aprendemos que fue por incredulidad y desobediencia, y así sabemos de la Biblia cuál era la condición espiritual de esa gente. ¡Qué advertencia tenemos aquí de que el pecado pasa factura! Dios lo castiga, hermanos, y nunca debemos olvidar esto. Debemos tener cuidado con la gente inconversa porque no piensa ni siente como nosotros. Nos llevará a hacer como ellos, pero no harán como nosotros. Pero ellos no entrarán en el cielo, así que los incrédulos y desobedientes no pueden ser verdaderos amigos ni compañeros del pueblo de Dios. 
Mirad hermanos, en 1 Corintios 10 dice que todos fueron bautizados en la nube y en el mar. Pero no todos estos eran creyentes. No necesitamos teorías ni explicaciones de teólogos ni de nadie, porque Dios dice: “incrédulos”. No es creyente todo el que dice serlo o que lo parece a primera vista. Habían sido bautizados todos en el mar Rojo y en la nube. Habían comido todos la misma comida y bebieron la misma bebida. Pero aunque esto era así, muchos no habían creído de verdad, y la Palabra de Dios a todo incrédulo, bautizado o no, participante de la cena del Señor o no, está firme: “Morirán en el desierto”. En los versículos 3 y 4 vemos cómo manifestaron plena comunión con el Señor, pero era una multitud mezclada. ¿Y no está pasando esto hoy en día en la iglesia? Se bautizan y toman la comunión, pero no son creyentes. No tienen vida espiritual. No crecen. No testifican. No dan fruto. No adoran. Siempre están pensando en todo lo que el mundo les ofrece. ¿Y qué piensa el Señor de estos? 

Su Fracaso 

El versículo 5 dice: “Pero de los más de ellos no se agradó Dios”. Así de claro. Todos sabemos lo que significan las palabras: “los más”. No es necesario ser erudito para entenderlo. Significa la mayoría de ellos, la gran parte. “No se agradó Dios”. Es una cosa cuando algunos quejosos en las iglesias dicen: “no me gusta” acerca de esto o lo otro, pero es otra cosa cuando Dios dice: “No me gusta”. A Dios no le gusta la incredulidad. A Dios no le gusta la forma de pensar, sentir y vivir de los que no creen, aunque se mezclen con el pueblo de Dios. Esta es la cuestión clave. No gustaron a Dios. Él los conoció, como conoce a todos, fue paciente con ellos durante cuarenta años, y los soportó dándoles muchas oportunidades. Pero la paciencia de Dios no debe confundirse con tolerancia. El versículo sigue y dice: “por lo cual quedaron postrados en el desierto”. ¡Vaya comentario! En el versículo 8 vemos que en un día cayeron veintitrés mil. En el versículo 9 vemos que otros perecieron por las serpientes, y en el versículo 10 otros murieron por el destructor. Siempre acuérdate de esto, el hecho de que Dios es amor no significa que Él no castiga la incredulidad y el pecado. Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, recurre a la historia sagrada para impresionar sobre los corintios esta verdad. 
Dios es amor, pero también es santo y justo, y tiene una reacción al pecado. En Romanos 2:5 leemos el aviso a aquellos que atesoran ira para el día de la ira. La ira de Dios es tan santa como Dios mismo, y Él no se avergüenza de manifestarla, porque no es ni mala ni injusta. Viene el día de Su ira, y Pablo enseña a los romanos y a los corintios acerca de la ira de Dios contra el pecado. Los que no aprovechan la paciencia y longanimidad de Dios para arrepentirse y venir a cuentas con Él, conocerán Su ira, de hecho, están guardando, atesorando esta ira, como en una hucha, como en una cuenta de ahorros. Cada día los que no agradan a Dios atesoran ira, y al final la recibirán. Así fue con toda la generación de Israel que salió de Egipto. Números 14:20-35 cuenta como el Señor los mandó volver al desierto y morir allí como castigo por toda su incredulidad. En el versículo 22 dice: “me han tentado ya diez veces”. En el versículo 34 dice: “y conoceréis mi castigo”. Y así fue. El en Salmo 34:21 leemos: “matará al malo la maldad”, y sucedió así. Aunque el malo se esconda entre el pueblo de Dios, aun allí le alcanzará el castigo divino. 
En 1 Corintios 10, los versículos 6-10 contienen 5 exhortaciones acerca de cosas que hay que evitar. Hay que evitar todo pecado, por supuesto. Pero aquí vemos ciertas cosas que especialmente provocaron el juicio de Dios. Son cosas del Antiguo Testamento. Son cosas del pueblo de Israel. Son cosas de la dispensación de la Ley. No importa, porque es el Espíritu Santo de Dios quien dice: “Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros” (v. 6), y “están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (v. 11). No codiciemos cosas malas (v. 6). No seamos idólatras (v. 7). No forniquemos (v. 8). No tentemos al Señor (v. 9). No murmuremos (v. 10). A todo esto se dedicó el pueblo que salió de Egipto, porque como hemos visto, en realidad la mayoría de ellos no conocieron ni agradaron al Señor. Fracasaron porque pensaron que podían creer a su manera, creer livianamente en Dios y seguir haciendo lo que les venía en gana. Se equivocaron gravemente. Hoy en día, también, los que piensan que porque viven en tiempos de gracia pueden hacer lo que quieren, pueden vivir como los del mundo, andar con ellos, imitarles a ellos y que no les pasará nada, se equivocan gravemente. Si Dios juzgó a los israelitas carnales, podemos estar seguros de que juzgará a los carnales de nuestros tiempos. Las advertencias de 1 Corintios 10:6-11 todavía son vigentes, pero muchos llamados cristianos no las hacen caso. Abunda la codicia entre los ricos y los pobres. Los pobres codician lo que tienen los ricos, y los ricos codician más cosas. La idolatría ha tomado la forma de comida, bebida y diversiones. “Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar”. Ahora la juventud admira y quiere ser como los que viven bien, y como las estrellas del deporte, los buenos jugadores. Desarrollan su fuerza y destreza en el mundo económico, académico y deportivo, pero no en el mundo espiritual. Saben jugar pero no saben orar, testificar y adorar. No sueñan con ser buenos siervos de Jesucristo, sino como buenos músicos, y se imaginan que tocando, cantando y bailando, pueden servir a Dios. ¡Nada más lejos de la verdad! Todas estas cosas que van captando el corazón y dominando los pensamientos, deseos, planes y esfuerzos son ídolos. Pero: “No seáis idólatras”, dice Dios. “No forniquemos”, dice la exhortación, pero hoy en día abundan la promiscuidad y la inmoralidad entre profesados cristianos, porque siguen el rumbo y la influencia del mundo. No se guardan puros antes de casarse, y después de casados, no quieren ser fieles a sus votos. La pureza moral y la castidad son muy raras en el mundo, pero deben ser la orden del día en la iglesia. No debemos tentar a Dios, dice el versículo 9, ni murmurar, dice el versículo 10, pero son cosas comunes entre profesados cristianos. Hermanos, el pueblo de Israel fracasó en estas cosas, y fue juzgado por Dios. Dios todavía aborrece estas cosas y las juzgará, aunque tenga que ser en la iglesia. El juicio comienza con la casa de Dios. 
Por esto, en 1 Corintios 11:23-34, después de esta enseñanza y advertencia tan seria de nuestro texto en el capítulo 10, el apóstol inspirado pasa a advertirles del peligro de tomar indignamente la Cena del Señor. No les habla de ser dignos, porque digno no somos ninguno excepto el Señor. Habla de la forma de actuar y tomar la Cena del Señor, esto es, de nuestra conducta y de nuestra actitud. “Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo”, dice en el versículo 28. Todavía hace falta esto, y más en nuestros tiempos. Fijémonos en las palabras: “cada uno a sí mismo”. No dice: “cada uno a los demás”. Muchos se están haciendo el policía secreto, examinando a otros y no a sí mismos. Encárgate de ti mismo. Examínate a ti mismo y asegúrate de que tú mismo tomes dignamente la Cena del Señor, habiendo juzgado tus propios pecados. El versículo 31 dice: “si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos”. Entonces, hagamos esto, porque tan cierto como Dios juzgó los pecados de Israel nombrados en el capítulo 10, juzgará los nuestros. En el 11:30 habla de muchos enfermos y muchos que duermen. Esto de “duermen” no es dormirse en el culto, aunque algunos sí lo hacen. Se refiere a la muerte. Hay los de la congregación que físicamente estaban enfermos y otros que habían muerto, y Pablo intima que son casos del juicio de Dios. El juicio es evitable, si nos juzgamos a nosotros mismos, si confesamos y nos apartamos del pecado (Pr. 28:13). Pero si no, Dios entra a juzgar. El versículo 32 dice: “siendo juzgados, somos castigados por el Señor”. El salmista habla de ser azotado y castigado en el Salmo 73:14. Esta es su queja, pero unos versículos más adelante mira cómo acaban los incrédulos, y se da cuenta de la gran diferencia. Dios azota y castiga a los Suyos, pero no los condena con el mundo: “para que no seamos condenados con el mundo” (1 Co. 11:32). En Hebreos 12:6 vemos que el Señor, al que ama, disciplina. Esta disciplina es para formar y enmendar al niño, para que sea y viva como debe, y evite muchos males y problemas. Así trata Dios a los de Su casa. La única otra opción es ser juzgado con los del mundo, esto es, como incrédulo. En el Salmo 73:27 el salmista reconoce que los que se alejan del Señor perecerán, y que Él destruirá a todo aquel que de Él se aparta. La perdición es la porción de los incrédulos. El castigo paterno es la porción de los creyentes. 

Las Causas Del Fracaso 

¿Por qué fracasaron así los del pueblo de Israel? La causa está en esa muchedumbre mezclada que hemos notado. Pablo lo explica con cariño (v. 14 “amados míos”), pero con firmeza. Les considera “sensatos” (v. 15) y capaces de juzgar lo que dice, y por eso les llama a hacerlo. Así que, amados hermanos, seamos también sensatos en el Señor para juzgar estas cosas. 
En el versículo 11, el apóstol está seguro de que lo que sucedió fue escrito para nuestro bien, y la amonestación es con esta finalidad. La iglesia en Corinto también tenía una muchedumbre mezclada con costumbres paganas, con idolatría, fornicación, murmuración, etc. Necesitaba una buena limpieza. Querían tener contento a Dios y al diablo, y esto no puede ser. Al final vendrá el juicio, y Pablo les advierte aquí y en el capítulo 11, con intención de ayudarles a evitar ese juicio. 
Cuando el Señor nos saca de una condición de rebelión y pecado, nuestro deber es aborrecer a lo que antes amábamos, y amar lo que antes no amábamos. Y si amamos las cosas del Señor, no nos quejaremos de ellos. No diremos como algunos: “¡cuántas reuniones!”, “¡qué largas son!”, “¡otra vez al culto!”, etc. Por ejemplo, el domingo es día del Señor, sin embargo, hay quienes llamándose cristianos usan el día para otras cosas, para sí y no para Dios. Se van al parque, van a visitar amigos o familia, pasan el día en el campo o en la playa, con la excusa de que necesitan descansar o lo que sea. Pero no es su día, es el día del Señor. Para tus cosas, usa uno de tus días, pero no el del Señor. 
En 1 Corintios 10:6 vemos que codiciaron cosas que Dios no les dio, y algunas que les había prohibido. Se quejaron del maná, provisión milagrosa, y la llamarón “pan insípido” o “pan liviano”. ¿No pasa algo parecido hoy en día en las iglesias? No quieren la predicación de la Palabra, sino algo que divierta. Cada vez dan más del tiempo de los cultos a la música y los músicos, conjuntos y cantantes, a la drama y el teatro, etc. y menos para la predicación de la Palabra. El otro día vi que hay un grupo en Sevilla que se llama “títeres para Cristo”. ¡A este extremo hemos llegado! Y los que “se convierten” en cultos así, ¡no sé en qué se convierten! Cuando Jesucristo y los apóstoles predicaron, la gente se quebrantaba y lloraba, o se enfurecía y tomaba piedras para apedrearlos. No hacían a la gente reírse. Los siervos de Dios no comenzaron sus mensajes con anécdotas graciosas o chistes para “romper el hielo” y conseguir la buena voluntad de sus oyentes. Predicaron diciendo: “Oíd palabra de Jehová”, “así ha dicho el Señor”, y cosas así. Fueron al grano. 
Pero estos males y fracasos vienen por tener entre el pueblo a los que no creen y no se consagran. En Números 11:4 el texto dice que la gente extranjera tuvo un vivo deseo. Allí estaba la raíz del problema: los que no pertenecían al pueblo de Dios, con sus deseos mundanos. En el versículo 5 leemos que se acordaban de la comida de Egipto, pero no de la servidumbre. Su memoria era selectiva y torcida. No comieron “de balde” en Egipto, ¡ni mucho menos! Hermanos queridos, Dios nos da mucho, pero el diablo no. Dios nos da el perdón, la salvación, el Espíritu Santo, Su Palabra, la paz, el amor, la comunión, y muchas otras cosas. El diablo sólo da el pecado y sus consecuencias. ¡Qué malo que uno que se llama cristiano tenga añoranza de las cosas de antes! 
En el versículo 6 dicen: “ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos”. Así despreciaron la provisión milagrosa y bondadosa de Dios. Pero se equivocaron en lo que dijeron: “nuestra alma”. El alma no es nuestra. Dios dice en Ezequiel 18:4 que todas las almas son Suyas. No pensaron ni hablaron como los que pertenecen a Dios, sino como dueños de sí mismos. Y dicen en efecto: “nada hay sino este maná”, como si no fuera nada. Decir que con Dios no hay nada es dudar de Su existencia. Despreciaron la provisión milagrosa, y era símbolo de Cristo (Jn. 6:31-35). Los versículos 7-9 describen el maná como algo milagroso y bueno que Dios había provisto. Pero los ingratos incrédulos en el pueblo no lo apreciaron. De ahí su fracaso. 
1 Corintios 10:7 nos enseña que amaron más los placeres, el buen vivir y buen comer, y otros dioses. 2 Timoteo 3:4 advierte que también en los postreros tiempos habrá personas amadoras de los deleites (placeres) en lugar de amar a Dios. Es la idolatría de los placeres y las diversiones. La religión del deporte tiene como templos el estadio y el pabellón. Se hacen ídolos de músicos, jugadores, actores y mucho más. Se quedan en las discotecas toda la noche hasta las 5, las 6 o las 7 de la mañana del día siguiente. Si van al cine quieren que dure la película un mínimo de dos horas. Si van al campo o a la playa es para todo el día. Pero esta clase de gente, si viene a un culto de la iglesia (y no vienen muchos), quieren que acabe pronto. Tienen citas esperándoles en los restaurantes, con los amigos, en el parque, o tienen que correr para llegar a casa y ver su programa favorito en la tele. Es la gran idolatría de los placeres de un mundo cada vez más materialista y hedonista, y lástima que haya que decirlo, pero estos pecados están en las iglesias evangélicas, entre nosotros. Santiago no intenta quedar bien con los mundanos. Los llama “almas adúlteras” en Santiago 4:4 y los llama al arrepentimiento. Hoy en día muchos predicadores no hablarían así, porque se les marcharía la congregación. El otro día iba de paseo y vi que venían de frente tres mujeres andando en la acera. Me puse a un lado para dejarles pasar, y cuando pasaron me di cuenta de que una de ellas era una mujer conocida de una iglesia de la ciudad, que tiene bastante protagonismo en su iglesia, y he aquí venía fumando un cigarro bien largo. Ella miraba al otro lado y se hacía la despistada hablando con sus amigas, pero yo le vi muy bien de cerca, y me entristeció esto. Es triste ver muchas almas adúlteras, almas mundanas, en las iglesias. 
1 Corintios 10:8 señala que se entregaron a la impureza sexual. Era y es un pecado oculto, que se esconde en el corazón, y los hombres no lo ven, pero Dios sí. Si le das entrada el pecado, corre tanto que te alcanzará y te adelantará y perderás control. Acabarás siendo llevado por el pecado, y sufriendo su castigo. Números 32:23 advierte: “vuestro pecado os alcanzará”. David oraba así: “líbrame de pecados ocultos”, refiriéndose a los que él desconocía, y también deseando ser librado de aquellos pecados que uno puede ocultar de los demás, pecados escondidos, pecados secretos, que ciertamente, como él había aprendido, saldrán a luz y tendrán su efecto malo y doloroso. Mejor es andar en la luz donde Dios nos ve y los demás también. En las iglesias hay inmoralidad no juzgada. Una mujer esposa del líder de un ministerio para niños abandonó a su esposo y se fue con otro hombre. Hay casos de mujeres que se han tenido que casar por quedarse embarazadas, y no les ha pasado nada en la iglesia. Y más cosas hay como estas, pero Dios nunca lo aceptará. 
El versículo 9 nos presenta el pecado de tentar al Señor (Núm. 21:5-6). En el camino de rodear la tierra de Edom, se quejaron y hablaron contra el Señor y contra Moisés y Aarón, y Dios los castigó con serpientes. En el versículo 10 pecaron murmurando. No estaban de acuerdo con los métodos de Dios. Hoy en día se quejan mucho de los conservadores, y dicen que hay que cambiar, hay que darle más vida al culto, hacerlo más alegre, poner teatro, música especial, música contemporánea, cine, comidas, etc. para ser más atractivo. ¿Ser atractivo a qué? ¡A la carne y al mundo! Ahora bien, con esto no estoy diciendo que sea malo comer juntos como iglesia, por supuesto que no, porque un ágape, una comida juntos en expresión de comunión es algo bueno, siempre que sea con consideración, en orden y en amor fraternal. Pero hoy en día los mundanos y los carnales se quejan de los cultos, que son largos, de los himnos, que no tienen “chispa”, y de las predicaciones que son largas. Tienen la mala costumbre de mirar el reloj y de enseñarlo discreta o indiscretamente al predicador, diciendo: “termine ya, que me quiero ir”. No saben que el libro de Hebreos es una breve exhortación (He. 13:22). Pues que se marchen si tienen ganas, pero que no haga ni directa ni indirectamente sus quejas y murmuraciones en los cultos ni fuera de ellos. En Números 14:20-35 Dios dice lo que opina de ellos y su murmuración (vv. 2, 3, 10). Se quejan de las predicaciones: “no me dicen nada”, “son complicadas”, “son sencillas”, “habla para niños”, etc. Hermanos, Dios oye las murmuraciones y le desagradan. 
¿Cuál es la solución de todo esto? En los días de Nehemías, él echó fuera a los extranjeros, y debemos seguir su ejemplo. Rehusó dejar a Tobías, Sanbalat y los suyos entrar a acompañarles y ayudarles en la obra. Así hemos de ser, pero debemos saber que actuar así trae unas consecuencias. Luego estos mismos extranjeros, enojados y ofendidos, le acusaron de querer ser el rey del pueblo. No era verdad. Ellos se enojaron porque estaban fuera. Así también nos harán muchos hoy en día, pero tiene que ser así. No pueden andar dos juntos si no están de acuerdo. ¿Cuándo vamos a aprender esta sencilla verdad? Dos constructores y dos equipos de albañiles, carpinteros y fontaneros no pueden edificar la misma casa siguiendo dos planes distintos. Esto lo sabemos, pero entonces, ¿por qué queremos admitir alianzas y mezclas en la obra del Señor? Sigamos el ejemplo de Nehemías y de otros como él. 
Además, respecto a nuestras propias vidas, vigilemos y no cometamos estos pecados. “No nos metas en tentación, mas líbranos del mal” es lo que el Señor nos enseñó a orar, y estas palabras expresan el deseo de no pecar, de evitar el pecado. Por esto la Palabra nos llama a “velar”, esto es, a vigilar. 
Segundo, si entra cualquier cosa de estas, hay que confesarlo en seguida. Hay que juzgarlo en nuestros pensamientos y sentimientos como Dios lo juzgaría, llamándolo lo que es, confesando que es malo, y apartándonos de esta cosa. Todo pecado permitido crea impureza en el alma, y debe ser confesado porque tiene el efecto de separar el alma de la comunión con Dios. David lo sabía muy bien, y esto lo podemos ver leyendo el Salmo 32, que él escribió después de ser restaurado de sus pecados en lo de Betsabé. Muchos pecados había cometido: lujuria, codicia, mentira, engaño, malicia, homicidio, etc. El pecado, cuando gana entrada, invita a sus parientes y amigos a entrar también, y perdemos control si no lo echamos. Pero el versículo 5 dice: “mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad”. ¿Podemos decir lo mismo? “Confesaré...a Jehová” dice, no a un cura. ¿Quién perdona? ¡Dios! En el versículo 6 dice: “por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado”. ¡Qué importante es no atrasar la confesión! Siempre es así, pero ¡cuánto más en nuestro caso! 1 Corintios 10:11 dice que nos han alcanzado los fines de los siglos. No queda mucho tiempo para arreglar las cuentas. No sabemos el tiempo que vamos a estar aquí. Hay que ver cómo están las cosas, y lo que se hace hoy en día en el nombre de Dios. Por ejemplo, un líder en una iglesia evangélica en Cataluña defiende la homosexualidad diciendo que el amor de Dios es tan grande que puede permitir esto. Desde dentro del llamado “pueblo de Dios” se escuchan voces diciendo que hay que actualizar la Biblia. Otras dicen que hay que quitar el infierno, y un predicador evangélico conocidísimo en España escribió un libro diciendo que no hay castigo eterno. ¡Y más cosas hay como estas! 
¡Despertémonos, hermanos! Dios dice: “El fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios y velad en oración” (1 P. 4:7). No pensemos que no nos pueden afectar estas cosas. 1 Corintios 10:12 advierte: “el que piensa estar firme, mire que no caiga”. Si no miramos, si no velamos, si no aprendemos de la historia, si no obedecemos las exhortaciones apostólicas, podemos caer como otros han caído. Que el Señor nos guarde y que nos ayude por Su gracia a hacer caso de las advertencias divinas. 

de un estudio dado por Lucas Batalla, el 22 de octubre, 2006 

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