Wednesday, June 15, 2011

EN EL OJO DEL HURACÁN



Salmo 91
El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré. Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora.  Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y adarga es su verdad. No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya.  Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegará.  Ciertamente con tus ojos mirarás y verás la recompensa de los impíos. Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación,  no te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada. Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos.  En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra. Sobre el león y el áspid pisarás; hollarás al cachorro del león y al dragón.  Por cuanto en mí ha14puesto su amor, yo también lo libraré; le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre.  me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación.
     El ojo del huracán es un lugar de paz y tranquilidad en medio de una gran tormenta. En un sentido sirve para describir la vida de la persona que confía en el Señor. En este hermoso Salmo vemos cómo Dios cuida de los Suyos y los protege. Los que somos Suyos, los verdaderos creyentes, no visitamos a Dios. Los paganos visitan a sus dioses en sus templos. Pero el creyente habita bajo el abrigo del Altísimo, y mora bajo la sombra del Omnipotente. ¡Cuánta es la dicha de morar con Dios, de estar en Cristo, y de saber que nuestro cuerpo ha venido a ser “templo del Espíritu Santo”. El salmista declara exuberante: “Mi Dios, en quien confiaré” (v. 2). El Señor nos protege y es digno de nuestra confianza. Hermanos queridos, gocémonos en la protección de Dios y confiemos en Él sin desmayar. Vivimos en un mundo lleno de maldad y arruinado por el pecado. Hay enemigos y peligros naturales y espirituales. Pero, mirad de cuántas cosas Dios protege a los que son Suyos. “Del lazo del cazador” y “de la peste destructora” (v. 3). En el versículo 5 están “el terror nocturno” y la “saeta que vuele de día”. El versículo 6 presenta pestilencia en oscuridad y mortandad en medio del día. ¿Cómo podemos descansar, ya que estamos rodeados de enemigos y peligros de día y de noche? Es fácil. Confiemos en el Señor, porque Él prometecuidarnos. En el versículo 7 caen mil y diez mil, pero Dios dice: “a ti no llegará”. “No te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada” (v. 10).Estas palabras sirvieron de ánimo y consuelo para el pueblo deIsrael en los tiempos del Antiguo Testamento. Pero ¡cuánto más paralos 144.000 sellados, y el remanente fiel de Israel durante los años dela Gran Tribulación! Satanás andará suelto con gran ira, pero el Altísimo protegerá a los Suyos, y para ellos las palabras de este Salmotendrán un sentido nuevo y personal. Y sabemos que los versículos 11-16 tienen un sentido mesiánico, pues el diablo los citó al Señor cuando le invitó a tirarse del pináculo del templo. Citó los versículos 11 y 12, pero no los demás, especialmente evitando el versículo 13 que dice: “Sobre el león y el áspid pisarás; hollarás al cachorro del león y al dragón”. El Señor Jesucristo triunfó y triunfará. En Apocalipsis 12 vemos cómo el dragón y los suyos son echados del cielo para siempre,y acabarán en el lago de fuego (Ap. 20:10) junto con todos los que los siguen. No hay protección para el malo.Pero no tenemos que mirar sólo al pasado o al futuro para hallar la aplicación de este salmo. Nosotros también somos pueblo de Dios, y Él nos ama y nos protege. Nadie puede arrebatarnos de Su mano (Jn.10:28-29). Él nos invita a echar sobre Él todas nuestras ansiedades,porque tiene cuidado de nosotros (1 P. 5:7).
    Hermanos, no hay mejor guarda que Dios, el Altísmo, el Todopoderoso. El Señor no duerme ni se despista. Nada nos puede tocar sin Su permiso, y Él sólo permite lo que es para nuestro bien. “No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel” (Sal. 121:3-4). El Señor no se equivoca en Su cuidado de nosotros. El Señor no puede ser vencido. Estas verdades el salmista celebra con palabras como“abrigo” y “sombra” (v. 1), “castillo mío” (v. 2), “escudo” y “adarga” (v. 4). Promete que “te librará” (v. 3), “te cubrirá” y “estarás seguro” (v. 4). El resultado bueno y lógico de semejantecuidado es: “no temerás” (v. 5).¿Por qué, entonces, hay tantos cristianos nerviosos y preocupados? ¿Acaso no sabemos que el Omnipotente nos protege? Queridos hermanos, debemos relajarnos en Sus manos y gozarnos de Su amor. Muchas veces hacemos como los discípulos en Marcos 4:38. Con ansiedad y temor, desesperados, clamamos al Señor como ellos: “Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?”. Estaban en una grantormenta en el mar y parecía que el barco se anegaba. Pero el Señorestaba en aquel barco, así que, ¿cómo iba a hundirse? Realmente ellosestaban en el ojo del huracán, pero no lo sabían. Tenían que aprenderlo,como nosotros, por la experiencia. Así que, el Señor se levantó, reprendió el viento, y hubo gran bonanza (v. 39). Luego les dijo: “¿Porqué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?” (v. 40). Sin dejarde amarlos, les reprochó su ansiedad y temor, apuntando su falta de fe.Ellos debían confiar en el Señor, como nosotros también debemos.Amados, para llegar al lugar donde Dios quiere llevarnos, aveces hay que pasar por una tormenta o un peligro, como esto que les sucedió a los discípulos en Marcos 4. Las tormentas no nos hundirán si estamos en la voluntad del Señor y en comunión con Él. Al contrario, es cuando vemos Su poder. Estamos en el ojo del huracán.
de un estudio dado por Lucas Batalla en 2005

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