Thursday, July 28, 2011

EL DECLIVE GENERACIONAL

Texto: Josué 24:14-28


¿Qué significa “declive”? Es una palabra que no se oye cada día en la calle en Andalucía, así que tuve que mirar en el diccionario para estar seguro de su sentido. Aprendí que significa: “Pendiente, cuesta o inclinación del terreno o de la superficie de otra cosa. 2. Decadencia.” La segunda definición, decadencia, es la indicada para lo que escuchaba en la radio, cuando hablaba del “declive generacional”. La frase me recordaba a lo del libro de Josué y el cambio entre la generación que entró en la tierra prometida y la siguiente que sale en el libro de Jueces. El cambio entre estas dos generaciones es marcado como un declive, porque hay una degeneración, una decadencia espiritual.
Josué era el hombre indicado para hablar de esto, no sólo porque era el líder de Israel que los introdujo en la tierra, sino también porque él era uno de los dos únicos hombres de la generación que murió en el desierto. De toda esa generación que salió de Egipto, sólo él y Caleb entraron en la tierra prometida. Así que, ¿quién como él para hablar de problemas de generaciones?
Antes de entrar en la tierra, Dios les había advertido que entraban en una tierra donde otros habían habitado, y que tendrían que limpiarla y cuidarse de no aprender ni asimilar las costumbres de esas naciones, porque esto sería la forma de apartarse del Señor. Había que tener mucho cuidado. Dios tiene que decirnos lo mismo hoy en día: “tened mucho cuidado”.
En nuestro texto Josué, ya viejo, reúne a la nación por última vez en su vida. Es una reunión importantísima porque en ella él llama a la nación a tomar una decisión respecto a su vida espiritual. Les llama a limpiarse de los dioses que todavía estaban entre ellos. Parece mentira que hubiera ídolos entre el pueblo de Israel tantos años después de salir de Egipto, y después de haber sufrido tantos castigos del Señor, pero así fue. La generación anterior había muerto en el desierto porque desagradó a Dios, y ésta no andaba mucho mejor. Sí, habían entrado en la tierra y había conquistado a muchas naciones, pero las semillas de su destrucción estaban sembradas en medio de ellos. La baja condición espiritual, indicada por la presencia de estos “dioses” entre ellos, indicaba que estaban en declive y que la siguiente generación iba a estar todavía peor. Fue por esto que Josué reunió a la nación, para enfrentar este problema, para darles una serie de advertencias en los versículos 14 y 15, y llamarles a decidirse de una vez.
Esta generación que había sido media purificada en el desierto, andaba en peligro porque no se consagraba y no se purificaba. Josué nombra claramente en el versículo 14, diciendo así: “los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto”. Israel en Egipto no fue fiel a Dios, sino que se volvió una nación idólatra que asimiló la cultura y la religión pagana. Abraham había dejado atrás a Ur de los caldeos y toda la idolatría de su tierra. José, su bisnieto, había sido fiel a Dios en medio de Egipto. Pero con el paso de tiempo y el cambio de las generaciones, las cosas habían cambiado, y ahora los dioses de las naciones tenían cobijo en el seno del pueblo escogido por Dios. Así que, cuando el pueblo de Israel salió de Egipto, la mayoría de ellos fueron salvados físicamente de Egipto y de la servidumbre allí, pero espiritualmente estaban en una condición decadente. “A los cuales sirvieron vuestros padres”, repite en ambos versículos. Eran idólatras que habían sucumbido espiritualmente a la mitología egipcia con su panorama de dioses y diosas, y todo el sistema era una abominación. Su triste condición espiritual explica el porqué de tantas quejas y rebeliones por el camino, y los castigos de Dios que al final eliminaron a toda aquella generación menos a Josué y a Caleb. Además, el en versículo 15 Josué añade “los dioses de los amorreos”, tal vez porque éstos ya habían infiltrado, aunque eran terribles. Entre los dioses de los amorreos había algunos muy crueles como Moloc, a quien los padres sacrificaban sus infantes, calentando la imagen del ídolo al rojo vivo y metiendo el niño en sus brazos ardientes para morir allí para agradar a Moloc. Los tambores ocultaban el ruido del grito de los pobres infantes sacrificados al “dios de éxito”. También para los dioses de los amorreos se practicaba la más perversa prostitución en sus templos y lugares altos, usando la fornicación y sodomía como acto de rendir culto a los dioses. Parece increíble que el pueblo llegara a tal decadencia como para servir a los dioses de los amorreos. Pero cuando se permite el declive generacional, desgraciadamente, todo es posible.
Hoy en día también hay un gran declive generacional en el llamado pueblo de Dios, porque el matrimonio está fraccionado. El padre trabaja, por supuesto, como debe, y la madre también trabaja fuera de casa, por necesidad se supone, y ¿quién cuida y educa a los hijos? Una educadora profesional que no tiene la fe ni las convicciones de los padres, ni tampoco es su responsabilidad educar a hijos que no son suyos. Dios los da a los padres, y los padres los dan al mundo. Así que, desde muy temprano ya comienzan a tener mucho roce con el mundo y aprenden sus costumbres y forma de pensar. Hay mucho desenfreno e inseguridad. ¿Dónde está el fallo principal? Como en los tiempos de Josué, los padres se han olvidado de Dios, y descuidan la vida espiritual. Esto produce el declive generacional. Hoy en día el matrimonio está roto, y si todavía existe, está en una condición disfuncional. Parece como una familia porque están los padres y los hijos, pero no funciona como una familia. No es un hogar, sino más bien una pensión donde varias personas se alojan, duermen, se asean, toman ciertas comidas, y tal vez comparten un poco de tiempo en la sala del televisor. Los padres no quieren compromiso con los hijos. No toman tiempo para enseñarles, para corregirles, para formar su carácter y encaminar bien su vida. No nace perfecto ningún hijo. Todos necesitan ser enseñados y corregidos. 
Sin embargo, hoy en día los padres, ante la desobediencia o el mal comportamiento de sus hijos, hincan los hombros y dicen: “así han salido”, como si hubiera que aceptarlo así. Tienen miedo de corregir a sus hijos, porque temen más las leyes de los hombres que las leyes de Dios. Es una situación que va de mal en peor y está produciendo una generación entera de personas malcriadas y espiritualmente deformadas. Los hijos se crían en el mundo casi totalmente, y un par de horas en cultos los domingos no puede arreglar este problema. La solución es que los padres actúen como Dios manda, pero hoy en día no quieren ni saben cómo, porque ellos mismos ignoran las Escrituras.
Cuando Josué llamó la atención a Israel en su día, ¿cómo respondió el pueblo? Más adelante en el capítulo 24, el versículo 31 dice: “Y sirvió Israel a Jehová todo el tiempo de Josué, y todo el tiempo de los ancianos que sobrevivieron a Josué y que sabían todas las obras que Jehová había hecho por Israel”. Hasta cierto punto la reunión con Josué aquel día tuvo buen efecto. Pero la historia demuestra que le sirvieron en parte por respeto a él, en parte por tradición y sólo en parte por convicción. Le sirvieron en parte y lo que les convenía, como vemos más adelante en Jueces 2:10. 
En Deuteronomio Moisés había hablado larga y claramente al pueblo, advirtiendo acerca del peligro de hacer alianzas con los cananeos, de aprender de las naciones en Canaán y asimilar sus costumbres (ver Dt. 7:1-5). Dios quería mantenerles como nación Suya. Quería una nación santa, consagrada, apartada, y los mandó claramente acerca de los pueblos, sus dioses y costumbres (Dt. 7:23- 26). No había que guardar nada ni siquiera en museos, ni mucho menos en sus casas, sino destruirlo todo. Pero el descuido, la inatención y la desobediencia a las instrucciones divinas produjo el declive generacional. El declive se produjo también por la actitud de los padres hacia sus hijos, al no enseñarles bien y no mantenerlos separados. Si los padres tuvieron pocas convicciones buenas, los hijos tuvieron todavía menos. En el cambio de generaciones se perdió la poca fuerza y vigor espiritual que había, y de ahí los problemas que prevalecen en el libro de Jueces. 
Es un libro que describe las condiciones que vemos hoy en día, cuando también cada uno hace lo que le parece. El declive viene cuando los padres descuidan sus responsabilidades y remiten a los niños al cuidado del mundo. Descuidan y fallan en su responsabilidad de Deuteronomio 6, donde Dios manda a los padres enseñar a sus hijos, precepto que se repite en Efesios 6:4, “criadlos en disciplina y amonestación del Señor”.
Los padres cristianos deben enseñar a sus hijos los caminos del Señor, desde pequeños y constantemente. Deben enseñarles acerca del mundo para que no sean engañados ni se vayan con el mundo. Deben enseñarles que está bien ser distinto, ser diferente, y que no está bien ser como los del mundo. Y si no lo enseñan, se perderá esta generación también. Irá al mundo, como tantas veces ha pasado en la historia. ¡Y vaya mundo! En los colegios de niños chicos ya hay agresividad. ¡No hablo de los adultos sino de niños pequeños! Los jóvenes más mayores, de edad de instituto y universidad, tienen su botellona, y los vemos borrachos en la calle. Los jóvenes y los adultos también se quedan en las discotecas y otros lugares de juerga toda la noche y hasta la mañana siguiente, y salen cansados, borrachos y algunos drogados también, para enfrentarse con el día y sus responsabilidades. Digo otra vez, ¡vaya mundo! En la calle hay violencia, rudeza y descortesía, enfados, robos, peleas y más, y el gobierno parece cada vez más impotente para parar o controlar todo esto.
La gente vieja ya no quiere salir a la calle, porque tiene miedo. Ni siquiera en su propia casa está uno seguro, porque el otro día entraron en la casa de uno, le golpearon y le robaron 300 euros. Estaba el pobre hombre lleno de moraduras grandes y muy feas. Pero el que roba o mata, aunque lo detengan y lo encarcelen, luego saldrá. El psicólogo le ve, tiene unas sesiones y charlas con él, todo pagado por el estado, por nuestros impuestos, y luego dice que está listo para volver a la sociedad, y sale y lo hace otra vez. El mundo no tiene la respuesta, y ¿cómo vamos a dejar a un mundo así educar y absorber a nuestros hijos? Si tienen que aprender cosas académicas como matemática y lengua en el mundo, hasta allí pero nada más. El mundo no tiene por qué enseñar nada más a nuestros hijos, y los padres deben vigilar mucho esta cuestión y ser diligentes ellos mismos en enseñar a sus hijos todo lo que necesitan para formar su carácter y encaminarles a vivir como Dios manda.

Debemos tener una influencia, la máxima posible, en las vidas de nuestros hijos mientras haya tiempo. Para algunos de nosotros ya es tarde porque nuestros hijos son adultos, y los que nos hemos equivocado en su educación tenemos que lamentarlo. Pero los que han sido educados en casa según los caminos del Señor, y se han desviado, siempre tendrán en su corazón lo que sus padres pusieron allí cuando eran pequeños, y siempre está la esperanza de que se vuelvan. Trabajemos con nuestros hijos para que echen raíces profundas que aguanten las tormentas y las pruebas que vendrán en la vida. Aprovechemos su juventud para prepararles para el futuro, no sólo para divertirles. La niñez puede ser hermosa sin ser desaprovechada y desperdiciada. Preparémosles, no sea que vayan al infierno por nuestra culpa, por nuestro egoísmo y el buscar más nuestra comodidad. Por dar prioridad a estas cosas y no a lo más importante, lo eterno, se echan a perder los hijos en el declive generacional. Tenemos que darles a nuestros hijos lo que Dios dice. Por ejemplo, leamos el libro de Proverbios y veremos cuánta enseñanza Dios quiere que los padres den a sus hijos. Proverbios 20:7 dice: “camina en su integridad el justo; sus hijos son dichosos después de él”. Si queremos que nuestros hijos sean dichosos, tenemos que caminar en integridad delante del Señor y hacer lo que Él nos manda. Proverbios 22:6 nos recuerda que es nuestra responsabilidad enseñar a nuestros hijos desde su niñez. Que el Señor nos ayude por Su gracia a no contribuir al declive generacional. Que eduquemos y formemos a nuestros hijos para que sean dichosos después de nosotros, para la gloria de Dios. Amén.
de un estudio dado por Lucas Batalla, el 12 de noviembre, 2006

Saturday, July 16, 2011

ABRAHAM Y LOT

Texto: Génesis 13:1-18

En el versículo 1 encontramos a Abraham (Abram) saliendo de Egipto con su mujer Sara, “con todo lo que tenía, y con él Lot”. Abraham se había equivocado yendo a Egipto en tiempos de dificultad, y allí había manchado su testimonio con el engaño respecto a su esposa Sara, porque tenía temor del hombre. Proverbios 29:25 dice que el temor delhombre pone lazo. Pero antes de criticar demasiado a Abraham debemos recordar que nosotros también hemos cometido fallos así. Nadie tiene una fe perfecta, y todos tenemos que aprender. Sería mejor que aprendiéramos de los errores de otros, pero parece que preferimos equivocarnos nosotros mismos. Cuando uno se da cuenta de que se ha equivocado y no estádonde Dios quiere que esté, debe corregirlo, y esto hizo Abraham. “Subió de Egipto”. Si has descendido espiritualmente a un lugar o en una situación donde no estás en la voluntad de Dios, confiesa tu error y sube de allí.

Ahora bien, este versículo enseña otro problema que Abraham arrastraba desde hacía tiempo, al decir: “y con él Lot”. Lot era el remolque. Fue a Egipto porque Abraham fue allí. Subió de Egipto porque Abraham subió. Estaba contento de seguir a Abraham, probablemente en parte porque le admiraba, y también, comoveremos, porque al enriquecerse Abraham Lot también se enriquecía. Pero su sobrino Lot no tenía que estarcon él, porque Dios había dicho a Abraham en Génesis 12:1 que tenía que salir de su tierra, su parentela y la casa de su padre. Se marchó de su tierra, pero llevaba a su padre y Lot, parte de su parentela, consigo. Sólo llegaron hasta Harán, y allí murió el padre de Abraham. Luego se marchó de allí todavía acompañado de Lot. Esta falta de atención a las instrucciones divinas le iba a traer a la larga más de un problema. Siempre es mejor hacer exactamente lo que el Señor nos dice.

El versículo 2 dice que Abraham era riquísimo en ganado, plata y oro. Tenía muchas posesiones, y parte de ellas venía de los egipcios, según el 12:16, porque Faraón le favoreció a causa de Sara su mujer. Más adelante estas riquezas iban a contribuir a sus problemas.

Los versículos 3 y 4 dicen: “volvió por sus jornadas...hacia Bet-el, hasta el lugar donde había estado antes su tienda entre Bet-el y Hai, al lugar del altar que había hecho allí antes; e invocó allí Abram elnombre de Jehová”. Volvió, porque se había ido a un lugar donde no hay comunión ni vida espiritual, comohoy en día hacen muchos. Y como muchos, se enriqueció en el mundo, pero se empobreció espiritualmente. Fijémonos hermanos, que no hubo altar en Egipto. Para ir al lugar del altar donde invocaba el nombre de Jehová, tenía que subir, tenía que volver. Algunos, cuando se equivocan, cuando se apartan del Señor y semeten en el mundo, no quieren reconocerlo ni corregirlo. Quieren seguir donde están, como están, y que el Señor les bendiga allí. Pero esto no es así. Abraham tenía que salir de Egipto si quería acercarse al Señor, invocarle y adorarle como antes, y caminar con Él. Volver es la forma de reanudar la comunión con el Señor.No es bueno para nuestra carne, nuestro orgullo, pero lo es para nuestra vida espiritual. Nuestra vida espirituales lo más importante que hay.

El versículo 5 comienza con las palabras: “También Lot, que andaba con Abram”, y comenta acercade las riquezas de Lot. Ahora Abraham estaba fuera de Egipto, pero todavía tenía a Lot. Como vimos en Génesis 12:1, Dios le había dicho claramente dejar a su parentela, pero todavía llevaba a Lot consigo, y fue problema porque Lot no era como Abraham. Lot representa al cristiano que no está comprometido o consagrado del todo. Podríamos llamarle un “creyente de remolque”, que estaba cerca de un gran hombre de Dios, y le seguía, pero sin la misma consagración y sin la misma espiritualidad. Lot creía en Dios, lo sabemosde 2 Pedro 2:7, pero no tenía una vida como la de Abraham, ni tenía que estar con Abraham. Dios había llamado a Abraham a salir, no a Lot. Dios había prometido la tierra a Abraham y sus descendientes, no a Lot. Lot estaba fuera de su sitio, y un creyente que no está donde debe estar no hace nada más que causar problemas a los demás. Por ejemplo, Jonás en el barco ocasionó problemas para todos los marineros y pasajeros del barco. No sabemos por qué estaba Lot con Abraham, pero es posible que fuera porque había preguntado si podía ir, y a Abraham le dio pena decirle que no. Pero siempre es mejor seguir las instrucciones de Dios.

En los versículos 5 y 6 vemos que eran tantas las posesiones de los dos que no podían morar en el mismo lugar. Dios sabía esto cuando llamó a Abraham a salir de su parentela. Las posesiones, las riquezas que vienen del mundo, causan problemas. Y esto parece ser lo principal de Lot. Tenía riquezas, pero poco más. Que sepamos, Lot nunca hizo nada para su tío Abraham. Más importante es el detalle de que Lot nunca construyó un altar. No podemos vivir como Dios quiere sin esto. El altar significa el lugar de sacrificio y comunión, el lugar de revelación de la voluntad de Dios y el lugar de bendición. La vida consagrada no sepuede vivir sin altar, sin adoración y comunión con Dios. Abraham tenía un altar físico, de piedras, que había edificado. Nosotros hoy en día no tenemos altares físicos. No hay altar en la sala de reuniones de la iglesia. Pero sí, debe haber la costumbre de reunirse con el Señor, adorar, alabar, interceder y pedir que Él nos guíe. Los del mundo cuando quieren practicar religión, necesitan velas, incienso, santos, sacerdotes, liturgia, etc. porque no conocen a Dios ni le adoran. Pero el Señor Jesucristo nos enseñó que “Dios es Espíritu, y los quele adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Jn. 4:23).

Lot era buena persona, humanamente hablando, pero iba de remolque, tras Abraham, y su propia vida espiritual carecía de consagración, celo y devoción. No procuraba él mismo caminar con Dios, sino que caminaba con Abraham (v. 5). Hay creyentes hoy en día que son como Lot. Creen en el Señor, pero no le siguen de cerca. Faltan la consagración, el celo y la devoción en su vida. Falta la convicción de que están donde el Señor quiere y que están sirviendo al Señor. Su vida es nada más que estar cerca de otras personasconsagradas. En la familia de padres creyentes a veces los hijos son así: creen en el Señor pero no tienen la consagración de Sus padres. Como Lot, se sienten atraídos por el mundo, y carecen de dirección en su vida espiritual. Lo mismo pasa en las iglesias, donde muchos observan e incluso admiran el celo y la devoción de algunos hermanos, pero viven toda su vida sin esta consagración. Pablo varias veces llamó a los creyentes a imitar su ejemplo,porque no es suficiente el estar cerca de un creyente consagrado. Cada uno de nosotros debe consagrarse de todo corazón al Señor, como dice el himno: “Todo a Cristo, yo me rindo, lo que tengo, lo que soy”. 

En los versículos 6 y 7 vemos surgir el conflicto entre Abraham y Lot, aunque más precisamente seríaentre los de su casa, no entre ellos mismos. Entre los fieles y los no fieles hay problemas, hay conflicto y siempre es así, en el matrimonio, entre amigos y también desgraciadamente en la iglesia. Detrás de esta verdad hay una razón, un principio inalterable. La carne y el espíritu no puede vivir juntos. “La tierra no era suficiente para que habitasen juntos”. Pero el problema no estaban en la tierra. Tenían delante suyo toda latierra prometida; ¿acaso no había espacio suficiente? No era el terreno en sí, sino la carne y el espíritu. Lot quería estar cerca de Abraham, y no podían vivir en la misma tierra sin conflictos. Además, “el cananeo y el ferezeo habitaban entonces en la tierra”, y los paganos observaban cómo se comportaban Abraham y Lot. Hoy en día muchos cristianos no consagrados han causado testimonio malísimo delante del mundo con sus críticas, sus contiendas y sus peleas. Algunos han ido a la ley contra otros, peleándose por locales y bienes económicos, y tienen un testimonio fatal delante del mundo. En lugar de decir: “mira cómo se aman” dicen: “¡Mira cómo se pelean!” Por esto repito que no era sólo lo material, porque lo material con amor se soluciona,sino que era lo espiritual. Pablo identifica la procedencia de las contiendas en su primera epístola a loscorintios, y también cuando escribe a los gálatas: es la carne. Volviendo a Génesis, más adelante en la historiade Abraham surgieron conflictos entre Sara y Agar, y entre Isaac e Ismael. Santiago pregunta: “¿De dóndevienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestrosmiembros?” (Stg. 4:1). Aun la tierra prometida no puede contener a dos en yugo desigual. 

En el versículo 8 Abraham manifiesta su nobleza, gentileza y generosidad. La chispa no saltó de él, porque era el espiritual. El espiritual ve a Dios y se humilla. Abraham buscaba la paz, como el Señor también nos manda a nosotros hacer.“Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Ro. 12:18). “Seguid la paz con todos” (He. 12:14). Así que, el humilde y el generoso era Abraham,que inició la búsqueda de la paz, diciendo: “No haya ahora altercado entre nosotros dos...porque somos hermanos”. No lo dijo Lot, sino Abraham. Lot no tuvo esta nobleza de carácter como Abraham. Aunque era el más joven y debía haber actuado con deferencia, fue Abraham quien tomó la iniciativa. No esperemos queel otro busque la paz, hermanos, sino que seamos nobles y pacificadores como Abraham. 

En el versículo 9 Abraham ofrece a Lot su elección. Cede a él primero. Cuando andan de forma distinta y no hay acuerdo ni propósito común, es mejor separarse. Abraham cumple ahora, por fin, lo que Dios le había dicho mucho antes. “Te ruego que te apartes de mí”. Andaba mejor sin Lot. A veces tenemos que echar denuestra vida cosas aunque duele. Ciertamente tenemos que echar así a la carne, y digámoslo también al mundo.

El versículo 10 nos muestra la respuesta de Lot. Como el más joven él debía haber dicho algo como: “No, tío Abraham, no debo escoger. Escoge tú primero”. Pero Lot no era como Abraham. “Alzó Lot sus ojos,y vio”, dice el texto. Lot andaba por la vista, no por fe. Así que, el en versículo 11, “Lot escogió para sí”, como egoísta. Que sepamos, ni siquiera le dio las gracias. No le importó mucho la comunión de un hombre santo, como muchos en el mundo y en las iglesias. Su mente no estaba en lo espiritual, sino en el mundo. Así que el texto dice: “y se fue Lot hacia el oriente,y se apartaron el uno del otro”. La separación que tuvo que hacerse años atrás cuando Abraham salió de Ur, llegó con atraso. El profeta Amos hace la pregunta: “¿Andarán dos juntos si no estuvieren de acuerdo?”(Am. 3:3). 

En los versículos 12 y 13 vemos el contraste entre los movimientos de Abraham y los de Lot. “Abram acampó en la tierra de Canaán, en tanto que Lot habitó en las ciudades de la llanura, y fue poniendo sustiendas hasta Sodoma”. Lot se iba acercando a los que aborrecían a Dios. El versículo 13 describe la maldad de Sodoma, pero aun sabiendo esto, Lot prosiguió su camino, hasta que al final acabó dentro de Sodoma. Lot poseyó temporalmente a Sodoma, y fue arruinado cuando llegó el juicio de aquella ciudad, pero Abraham tiene la tierra para siempre. Lot fue como quien vive en una casa condenada que pronto va a ser derrumbada. Nosotros también enfrentamos el peligro de sentirnos atraídos por el mundo, pero debemos recordar que el mundo y las obras que están en el serán quemadas. Dios nos llama a poner la mira en las cosas de arriba, como Pablo enseña en Colosenses 3:1-4.

Los versículos 14-18 nos enseñan cómo Dios bendijo a Abraham posteriormente a su separación de Lot. Abraham anduvo con Dios y cuando Lot se fue, Dios le bendijo. Lot había mirado por su cuenta, pero Dios dice a Abraham dónde mirar: “Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte yel sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre” (vv. 14-15). Uno anduvo por fe y el otro por vista. Lot se iba acercando a Sodoma, y Abraham seiba alejando de allí.  En el versículo 16 le promete una descendencia incontable. En el versículo 17 le llamaa levantarse y andar “por la tierra, a lo largo de ella y a su ancho”. Y Abraham obedece en el versículo 18, y al final de sus movidas puso su tienda en Mamre, al lado de Hebrón, “y edificó allí altar a Jehová”. Allí Abraham presentaba sus sacrificios, adoraba, invocaba al Señor, y le daba gracias por todos Sus cuidados. Donde moraba Abraham había altar, pero donde moraba Lot no había ninguna. Abraham ilustra una verdad que alguien ha dicho, que Dios siempre da lo mejor a los que dejan a Él la elección. Las decisiones quetomamos en esta vida no sólo determinan el curso de nuestra vida, sino que también demuestran de qué carácter somos.

Así que, hermanos queridos, busquemos primeramente el reino de Dios y Su justicia. Es donde está la bendición de Dios. Seamos hombres y mujeres maduros, espirituales, no livianos ni carnales. Haya siemprealtar en nuestra vida. Como Abraham reconoció a Dios en todo, así hemos de hacer nosotros. Que el Señornos ayude a considerar muy bien las decisiones que tomamos y las elecciones que hacemos, porque escogerbien trae bendición, y escoger mal ocasiona pérdida. ¡Que Dios nos ayude por Su gracia a escoger bien!

de un estudio dado por L.B., en Sevilla, el 15 de octubre, 2006