Wednesday, October 3, 2012

LA ORACIÓN QUE DIOS ATIENDE


La Oración Que Dios Atiende


Texto: Santiago 4:1-5

       Este pasaje nos da enseñanza muy importante acerca de la oración. En lugar de leer sólo un versículo, es bueno leer todo el contexto para comprender mejor el mensaje. Aquí el contexto nos enseña que la oración no es algo mágico que nos dará todo. Se nos presenta la situación de los que profesaban ser creyentes y que oraban pero no veían el resultado. Quizás dijeron algo quejándose a Santiago, el medio hermano del Señor Jesucristo. Vemos estas frases: “no tenéis” y “no podéis alcanzar”. ¿Cómo puede una persona que se dice ser creyente orar y no recibir las cosas que pide? ¿No nos enseñó y nos invitó el Señor a orar, y no es ese el ejemplo de los apóstoles y primeros cristianos? Entonces, ¿qué pasa?
Si leemos los versículos del contexto, prestando atención,  veremos otras palabras que nos indican cuál era el problema con las oraciones de ellos, y esto nos enseñará algo acerca de nosotros también. Vemos palabras como “guerras”, “pleitos”, “pasiones” (v. 1), “codiciáis”, “matáis”, “ardéis de envidia”, “combatís y lucháis” (v. 2) “pedís mal”, “vuestros deleites” – que son placeres desenfrenados (v. 3), “almas adúlteras”, “enemistad contra Dios” (v. 4), “soberbios” (v. 6), “pecadores”, “doble ánimo” (v. 8) y “el que murmura del hermano” (v. 11). en esas condiciones Dios no nos concede las oraciones. El salmista dijo: “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado” (Sal. 66:18), pero en Santiago se trata de gente que sí tiene iniquidad en el corazón. Entonces no hay misterio. La oración no es una fórmula mágica para obtener cualquier cosa, ni está Dios obligado a venir corriendo a concedernos nuestros deseos, como si fuese un genio recién salido de una botella para darnos tres deseos.
Dios, en Su propósito y sabiduría, nos da lo que quiere según Su buena voluntad. Así que, la oración no es un amuleto para recibir todo lo que queremos. Hay que pedir conforme a la voluntad de Dios, como Juan 5:14-15 nos enseña: “Y ésta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho”. 
Muchas veces adolecemos de interés y perseverancia en la oración. Nuestras oraciones suelen ser caprichosas y egoístas, sobre todo si no estamos andando en comunión diaria con Dios, viviendo una vida que le agrada. Si andamos en amistad con el mundo, imitando a los del mundo, desagradamos a Dios y estando así alejados de la comunión con Él nuestras peticiones salen torcidas. Colosenses 1:3, 9 y 10 nos muestra como Pablo persistía en oración por ellos, pidiendo lo más importante, conforme a la voluntad de Dios. También en Lucas 18 el Señor dio una parábola, la de la viuda y el juez injusto, para enseñarnos la importancia de orar siempre y no desmayar, es decir, la perseverancia.
En el Salmo 35:18-22 leemos: “He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus almas de la muerte, y para darles vida en tiempo de hambre. Nuestra alma espera a Jehová; Nuestra ayuda y nuestro escudo es él. Por tanto, en él se alegrará nuestro corazón, Porque en su santo nombre hemos confiado. Sea tu misericordia, oh Jehová, sobre nosotros, Según esperamos en ti”. ¡Claro que el Señor quiere que oremos y confiemos en Él! Desea responder y darnos en Su bondad las cosas que necesitamos, porque nos ama y deseo nuestro bien. Pero hermanos,  mirad otra vez, que aquí habla de los que le temen, esperan Él y confían en Él. Esto es lo que hay que debemos hacer. Si el temor de Dios y la fe caracterizan nuestras vidas y nuestras oraciones, pediremos como debemos y recibiremos la respuesta.
Lamentaciones 3:26 dice: “Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová”. No hacen falta las vanas repeticiones. Hay que pedir sencillamente, con reverencia y confianza, y esperar. Dios no quiere que nos alejemos desanimados, sino que nos acerquemos, no sólo en un momento para pedirle, sino que quedemos cerca de Él, esperándole. En Su presencia y guiados por Su Palabra nuestras vidas y peticiones serán conformadas a Su voluntad, y Él nos contestará. Pero las respuesta de oración no son para gastar en nuestros deleites, sino para ayudarnos a tener buen testimonio y vivir de acuerdo a la voluntad de Dios. 
Que el Señor nos ayude a vivir y pedir como debemos, para Su gloria y nuestro bien. Amén.

de un estudio dado por Lucas Batalla el 21 de junio, 2012


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