Monday, March 12, 2018

Dios Se Encarga De Nuestros Enemigos


Texto: Proverbios 16:7

El texto dice:  “Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, aun a sus enemigos hace estar en paz con él”. Aquí vemos una promesa de Dios, y es alentadora, pero está condicionada. Hermanos, la Biblia es un libro de promesas. Está llena de las promesas de Dios. Cuando las leamos, la idea es que las reclamemos delante del Señor y cumplamos las condiciones que Él ha establecido.
    Aquí la condición es vivir una vida que agrada al Señor, y escoger caminos que le son agradables. Es una promesa grandiosa. Dios quitará la ira y el odio de los que quieren hostigar a los piadosos, o cambiará la actitud agresiva de un miembro de la familia que no cree como nosotros. Esto no quita que a veces los creyentes somos llamados a padecer persecución por nuestra fidelidad al Señor (por ejemplo: 2 Ti. 3:12; 1 P. 4:16). En tales casos debemos ser fieles al Señor en medio de la adversidad, y no vengarnos a nosotros mismos, ya que Dios ha dicho que Suya es la venganza. Pero muchas veces hay otros enemigos que podrían ser, digamos, “tranquilizados” por el Señor. Dios puede cambiar o apagar la hostilidad. Vamos a considerar unos ejemplos.
   
1. Josafat (2 Cr. 17:1-6)

    Josafat era un rey piadoso, y aunque no era perfecto, la Palabra de Dios le describe así: “haciendo lo recto ante los ojos de Jehová” (1 R.22:43). Dos veces en 2 Crónicas 17, en los versículos 3 y 6, menciona su buen andar: en los caminos de David y los caminos Jehová. Jehová estuvo con él de manera especial porque: (1) él anduvo en los primeros caminos de David, esto es, en piedad y devoción. Josafat reconoció que el buen camino estaba en el ejemplo de sus antecesores piadosos, y no desestimó su ejemplo como muchos hoy en día hacen. (2) No buscó a los baales, aunque el culto a los baales era popular y muy extendido tanto en Israel como en Judá. Pero Josafat no se puso “al día”, ni fue progresista. (3) Animó su corazón en los caminos de Jehová. Lo que hizo, no lo hizo a regañadientes, sino con ánimo. Nuestro ánimo en cosas espirituales es importante a Dios. (4) En los versículos 7-9, Josafat mandó enseñar la Palabra de Dios en todos los pueblos del país. Usó su autoridad como rey para bien.
    Entonces, observemos los resultados buenos. En los versículos 10-11 vemos que tuvo paz y favor ante sus enemigos, y se convirtieron en tributarios y pacíficos. “No osaron hacer guerra”. Dios obró en base a lo que Proverbios 16:7 dice, a favor de Josafat, y puede hacer lo mismo a favor nuestro, si como Josafat escogemos caminar como agrada al Señor. En lugar de preocuparnos con los enemigos, debemos poner atención en agradar a Dios. Él se encargará de los demás.

2. Jacob (Gn. 31:1-5)

    Jacob tuvo conflicto con Labán quien también eran experto en engaño. En el versículo 3 Dios le manda volver a su tierra. Entonces en el versículo 17 él se levanta para ir como Dios le dijo. Pero sabiendo como era Labán, tuvo que salir secretamente porque de otro modo no le hubiera dejado. Entonces huyó y Labán, cuando lo descubrió, le persiguió, ciertamente no con buenas intenciones. Pero en el versículo 24 Dios frenó a Labán, interviniendo para que no dañara a Jacob. En el versículo 29 leemos que Dios le advirtió claramente. Dios obró a favor de Jacob.
    Ahora bien, Jacob salió de este problema y se metió en otro: el problema de Esaú, porque Jacob le había engañado y quitado la primogenitura. Aunque veinte años pasaron, este problema no había sido resuelto. En el capítulo 27:41-42 vemos que desde entonces Esaú quería matarlo.
    En los capítulos 32-33 vemos que venía Esaú y sus hombres de guerra con él. La vida es así – a veces salimos de un problema y nos metemos en otro. Jacob acaba de ser librado del conflicto con Labán, pero poco después, en el 32:6 recibe la noticia de la venida de Esaú. Un problema lo tenía detrás suyo, el otro por delante, y podríamos decir que otros problemas los tuvo dentro de sí y en sus propias tiendas. Pero el problema que en este momento captó toda su atención y le tuvo totalmente ocupado y preocupado era la venida de Esaú. Tuvo miedo, y en el versículo 9 hace lo que debemos: ora y clama a Dios recordando sus promesas: “me dijiste...”.  En el versículo 12 también leemos: “tú has dicho: yo te haré bien”. Qué bueno es conocer la Palabra de Dios y las promesas que Él ha dado, porque quienes hacen esto pueden reclamarlas y ser esperanzados en tiempos de necesidad.
    En el 33:1-4 vemos el encuentro pacífico, con amor y reconciliación. Dios había apaciguado el corazón de Esaú, como sólo Él puede hacer. En el versículo 10 Jacob reconoce que ha sido recibido con favor. Dios le salió al encuentro, haciendo que Esaú estuviera en paz con él.
    Hay otros ejemplos en las Escrituras, pero no vamos a considerarlos todos ahora. El testimonio de David en Salmo 27 es de confianza en Dios en el día malo. David buscó a Dios, pasó tiempo en la presencia de Dios, y luego dijo: “... él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; me ocultará en lo reservado de su morada; sobre una roca me pondrá en alto. Luego levantará mi cabeza sobre mis enemigos que me rodean”. 
    Mencionaré  rápidamente que en Hechos vemos que Saulo de Tarso era un gran enemigo de los primeros cristianos, pero ellos oraron y él fue cambiado. El Señor, si así desea, puede tocar el corazón de los que nos son contrarios. ¿Qué es lo que Él pide de nosotros? Que nuestros caminos le agraden, esto es: que andemos en comunión con Él y vivamos vidas que le agradan.  Nuestro gran deber es vivir para agradar a Dios, y luego, confiar en Él para que, conforme a Su promesa, Él nos cuide y nos ayude. He aquí Sus promesas otra vez, en el Salmo 34:15-18, “Los ojos de Jehová están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos. La ira de Jehová contra los que hacen mal, para cortar de la tierra la memoria de ellos. Claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias”. Que así sea en nuestras vidas. Vivamos vidas de justicia, agrademos al Señor, y confiemos en Él en el día malo. Él promete que nos ayudará.
    Dicho todo esto, debemos recordar que Dios permite pruebas, tribulaciones, enemistades y aflicciones en la vida del creyente (Jn. 15:18-19). Job que no había hecho nada desagradable a Dios, sin embargo sufrió. Los profetas de Dios en el Antiguo Testamento eran fieles siervos Suyos, sin embargo muchos sufrieron por su fe (Stg. 5:10). Los "otros" de Hebreos 11:35-38 sufrieron por la fe, y también los mártires debajo del altar en Apocalipsis 6. Santiago 1:3-5 aclara que Dios permite pruebas en la vida del creyente para fortalecerle, y Romanos 5:3-5 indica que Dios nos da fortaleza para soportar las aflicciones y las enemistades. ¿Qué otra cosa esperamos en el mundo que rechazó y crucificó a Cristo nuestro Señor? Hasta nuestro propios familiares pueden volverse en contra nuestro si siguimos fielmente al Señor (Mt. 10:35-36). El consejo de 1 Pedro 4:16 al creyente que padece a manos de otros es: "si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello".

No comments:

Post a Comment