Texto: Juan 15:15
He aquí un título importante que el Señor nos da:
“amigos”. El Dios de la gloria, hecho hombre, estando en la tierra, miró
a esos hombres y les dijo: “amigos”. Es maravilloso que Él quiera la
amistad con seres humanos. Ya no les llama siervos, esclavos, porque los
libró de esclavitud y servidumbre. Hoy lo mismo es verdad con nosotros.
Él ganó la amistad con nosotros mediante la cruz (v. 13).
No a todas las personas se puede decir cosas íntimas, pero el Señor nos da a conocer las cosas Suyas, porque somos amigos, tenemos intimidad con Él. Es la posición en la que Dios coloca al creyente. Y el versículo 14 dice que Sus amigos hacen lo que Él manda. Esa es la práctica y la prueba de la amistad con Dios. El amigo de Dios no aprovecha su amistad con Él para hacer su propia voluntad y no obedecer, al contrario, porque es amigo, obedece. Desea agradar al Señor y serle leal.
“Yo os he amado”, dijo en el versículo 12, y lo demostró poniendo Su vida, sacrificándose para nuestro eterno bien. ¿No debemos sacrificarnos para hacer Su voluntad, como amigos agradecidos? (véase Ro. 12:1-2). ¿Qué amigo siempre hace lo que desagrada y entristece?
Es verdad que el amor muchas veces ha sido manipulado, y más ha sido manipulado en el ámbito religioso. Algunos han usado amor para prescindir de la justicia, la santidad, la lealtad y la obediencia. A veces profesan tener amor y ser nuestros amigos, pero luego se echan atrás y nos traicionan, manifestando que su amor era amor propio, no otra cosa. El amor está en su boca, pero no en su vida. En cambio, Proverbios 17:17 declara: “En todo tiempo ama el amigo”. Es la responsabilidad del amigo verdadero. ¿Y con quién es más importante la amistad que con Dios? Debemos recordar que el Señor, por amor, fue obediente aun hasta muerte de cruz. Él quiere que amemos como Él, que seamos amigos verdaderos. Otra vez, declara en Juan 15:14, “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando”.
Miremos en Génesis 18:17 donde Dios dijo que no encubriría de Abraham lo que hacía. Esa es la confianza e intimidad de la amistad. Santiago 2:23 nos recuerda que Abraham fue llamado amigo de Dios. En Génesis 18:19 Dios dijo que confiaba que él mandaría a sus hijos y su casa a guardar los caminos de Dios. Abraham era Su amigo, y valoró la amistad con Dios por encima de todo lo demás. El amor aquí es verdadero, no falseado como muchas veces hoy en día, sino en verdad.
En Éxodo 33:11 leemos: “Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero”. Así hablaba Dios con Moisés, como habla uno con su amigo, con alguien de confianza.
En 1 Samuel 13:14 leemos que Jehová buscó un varón conforme a Su corazón, y esto habla de amistad y comunión. Ese hombre era David.
Esta es una amistad santa y leal, no como la versión de amor que se habla mucho hoy como algo blando y permisivo. El amor espiritual y verdadero no es así. Dios tuvo amistad con Abraham, con Moisés, con David y como Juan 15 dice, con los apóstoles. Muchos hoy en día no conocen esta amistad porque, aunque Dios está en su boca, su corazón está lejos de Él. Aman al mundo y las cosas que están en el mundo, justo como 1 Juan 2:15-17 prohibe. Y Santiago 4:4 declara llanamente: “Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”.
Salmo 25:14 dice que la comunión íntima con Dios es con los que le temen. Si tuviéramos este temor, amor y comunión con Dios en las iglesias, serían otras, y la condición espiritual sería muy diferente. Cada uno debe preguntarse: “¿Realmente me manifiesto amigo de Dios?” Que el Señor nos hable al corazón y nos ayude a vivir en esta amistad con Dios. Es la mejor amistad, con el mejor Amigo, que dura para siempre.
No a todas las personas se puede decir cosas íntimas, pero el Señor nos da a conocer las cosas Suyas, porque somos amigos, tenemos intimidad con Él. Es la posición en la que Dios coloca al creyente. Y el versículo 14 dice que Sus amigos hacen lo que Él manda. Esa es la práctica y la prueba de la amistad con Dios. El amigo de Dios no aprovecha su amistad con Él para hacer su propia voluntad y no obedecer, al contrario, porque es amigo, obedece. Desea agradar al Señor y serle leal.
“Yo os he amado”, dijo en el versículo 12, y lo demostró poniendo Su vida, sacrificándose para nuestro eterno bien. ¿No debemos sacrificarnos para hacer Su voluntad, como amigos agradecidos? (véase Ro. 12:1-2). ¿Qué amigo siempre hace lo que desagrada y entristece?
Es verdad que el amor muchas veces ha sido manipulado, y más ha sido manipulado en el ámbito religioso. Algunos han usado amor para prescindir de la justicia, la santidad, la lealtad y la obediencia. A veces profesan tener amor y ser nuestros amigos, pero luego se echan atrás y nos traicionan, manifestando que su amor era amor propio, no otra cosa. El amor está en su boca, pero no en su vida. En cambio, Proverbios 17:17 declara: “En todo tiempo ama el amigo”. Es la responsabilidad del amigo verdadero. ¿Y con quién es más importante la amistad que con Dios? Debemos recordar que el Señor, por amor, fue obediente aun hasta muerte de cruz. Él quiere que amemos como Él, que seamos amigos verdaderos. Otra vez, declara en Juan 15:14, “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando”.
Miremos en Génesis 18:17 donde Dios dijo que no encubriría de Abraham lo que hacía. Esa es la confianza e intimidad de la amistad. Santiago 2:23 nos recuerda que Abraham fue llamado amigo de Dios. En Génesis 18:19 Dios dijo que confiaba que él mandaría a sus hijos y su casa a guardar los caminos de Dios. Abraham era Su amigo, y valoró la amistad con Dios por encima de todo lo demás. El amor aquí es verdadero, no falseado como muchas veces hoy en día, sino en verdad.
En Éxodo 33:11 leemos: “Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero”. Así hablaba Dios con Moisés, como habla uno con su amigo, con alguien de confianza.
En 1 Samuel 13:14 leemos que Jehová buscó un varón conforme a Su corazón, y esto habla de amistad y comunión. Ese hombre era David.
Esta es una amistad santa y leal, no como la versión de amor que se habla mucho hoy como algo blando y permisivo. El amor espiritual y verdadero no es así. Dios tuvo amistad con Abraham, con Moisés, con David y como Juan 15 dice, con los apóstoles. Muchos hoy en día no conocen esta amistad porque, aunque Dios está en su boca, su corazón está lejos de Él. Aman al mundo y las cosas que están en el mundo, justo como 1 Juan 2:15-17 prohibe. Y Santiago 4:4 declara llanamente: “Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”.
Salmo 25:14 dice que la comunión íntima con Dios es con los que le temen. Si tuviéramos este temor, amor y comunión con Dios en las iglesias, serían otras, y la condición espiritual sería muy diferente. Cada uno debe preguntarse: “¿Realmente me manifiesto amigo de Dios?” Que el Señor nos hable al corazón y nos ayude a vivir en esta amistad con Dios. Es la mejor amistad, con el mejor Amigo, que dura para siempre.
de un estudio dado por Lucas Batalla el 10 de julio, 2014
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