Amigo, aunque tengas la tuya, aquí no se trata de meras opiniones, sino
de una evaluación correcta acerca de Jesucristo. Por eso, vamos al
documento histórico que más habla de Cristo, el Nuevo Testamento, para
ver qué pensaban los que le conocieron y convivieron con Él.
En S. Juan 7:46 leemos que los alguaciles del templo en Jerusalén dijeron: “¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!” Se dieron cuenta que era diferente a todos los que hablaron en el templo.
En S. Lucas 15:2 los fariseos y escribas expresaron su desprecio de Cristo al murmurar: “este a los pecadores recibe y con ellos come”. La crítica de los líderes religiosos se convirtió en palabras de esperanza para nosotros. ¿Quién es Cristo? Uno que recibe a los pecadores. Él vino para salvar lo que se habían perdido (S. Mateo 18:11). Cristo dijo: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (S. Mateo 9:13). Si eres pecador, Cristo vino para salvarte. La religión no perdona ni salva a nadie. Sólo Jesucristo es el Salvador.
Aun los demonios pensaban en Cristo mejor que muchas personas, pues le llamaron: “Jesús, Hijo del Dios Altísimo” (S. Marcos 5:7). Sabían más que muchos judíos, y ciertamente más que los llamados “testigos de Jehová”, los mormones, los musulmanes y otros muchos, porque reconocieron la divinidad de Cristo. Pero eran rebeldes, no quisieron someterse a Él en fe y obedecerle. No repitas su error.
El apóstol Simón Pedro confesó: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (S. Mateo 16:16) y luego dijo: “¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (S. Juan 6:68). En Hechos de los Apóstoles, 2:36, Pedro predicó así: “...a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo”. En Hechos 3:14-15 le llamó: “el Santo y el Justo” y “Autor de la vida”. En Hechos 4:12 habló con gran denuedo en público diciendo: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. La iglesia no salva. Los sacramentos tampoco. Sólo Jesucristo salva. En Hechos 5:31 le llamó: “Príncipe y Salvador”. En Hechos 10:36-43 proclamó: “éste es Señor de todos”, y “Juez de vivos y muertos”. En el versículo 43 anunció que “todos los que en él creyeren recibirán perdón de pecados por Su nombre”. Luego en su primera epístola escribió: “quien llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (1 P. 2:24). “Llevó” dijo, porque no es un sacrificio continuo. Seguramente Pedro, lleno del Espíritu Santo, hablaba ex cátedra. ¡Sin embargo, muchos que le consideran su primer Papa no hacen caso de sus palabras! Pensar de Cristo como Pedro hacía es confiar en Él para perdón y vida eterna!
El apóstol Tomás el dudador exclamó: “Señor mío y Dios mío” (S. Juan 20:28).
Pero el mejor testimonio es el del Padre celestial que dijo: “Éste es mi Hijo amado,en quien tengo complacencia” (S. Mateo 3:17). En la Epístola a los Hebreos, 1:1-4 leemos: “Dios...en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos”.
En S. Juan 7:46 leemos que los alguaciles del templo en Jerusalén dijeron: “¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!” Se dieron cuenta que era diferente a todos los que hablaron en el templo.
En S. Lucas 15:2 los fariseos y escribas expresaron su desprecio de Cristo al murmurar: “este a los pecadores recibe y con ellos come”. La crítica de los líderes religiosos se convirtió en palabras de esperanza para nosotros. ¿Quién es Cristo? Uno que recibe a los pecadores. Él vino para salvar lo que se habían perdido (S. Mateo 18:11). Cristo dijo: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (S. Mateo 9:13). Si eres pecador, Cristo vino para salvarte. La religión no perdona ni salva a nadie. Sólo Jesucristo es el Salvador.
Aun los demonios pensaban en Cristo mejor que muchas personas, pues le llamaron: “Jesús, Hijo del Dios Altísimo” (S. Marcos 5:7). Sabían más que muchos judíos, y ciertamente más que los llamados “testigos de Jehová”, los mormones, los musulmanes y otros muchos, porque reconocieron la divinidad de Cristo. Pero eran rebeldes, no quisieron someterse a Él en fe y obedecerle. No repitas su error.
El apóstol Simón Pedro confesó: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (S. Mateo 16:16) y luego dijo: “¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (S. Juan 6:68). En Hechos de los Apóstoles, 2:36, Pedro predicó así: “...a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo”. En Hechos 3:14-15 le llamó: “el Santo y el Justo” y “Autor de la vida”. En Hechos 4:12 habló con gran denuedo en público diciendo: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. La iglesia no salva. Los sacramentos tampoco. Sólo Jesucristo salva. En Hechos 5:31 le llamó: “Príncipe y Salvador”. En Hechos 10:36-43 proclamó: “éste es Señor de todos”, y “Juez de vivos y muertos”. En el versículo 43 anunció que “todos los que en él creyeren recibirán perdón de pecados por Su nombre”. Luego en su primera epístola escribió: “quien llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (1 P. 2:24). “Llevó” dijo, porque no es un sacrificio continuo. Seguramente Pedro, lleno del Espíritu Santo, hablaba ex cátedra. ¡Sin embargo, muchos que le consideran su primer Papa no hacen caso de sus palabras! Pensar de Cristo como Pedro hacía es confiar en Él para perdón y vida eterna!
El apóstol Tomás el dudador exclamó: “Señor mío y Dios mío” (S. Juan 20:28).
Pero el mejor testimonio es el del Padre celestial que dijo: “Éste es mi Hijo amado,en quien tengo complacencia” (S. Mateo 3:17). En la Epístola a los Hebreos, 1:1-4 leemos: “Dios...en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos”.
¿Lo has entendido? Te ruego,
léelo bien y medita lo que dice, porque nadie más es ni hace como Él. Ni
Buda, ni Mahoma, ni el Papa, ni los santos, ni nadie más tiene punto de comparación con
Jesucristo.
Él es el Creador, el resplandor de la gloria de Dios y la imagen misma de la sustancia de Dios. Es decir, ¡es Dios! También es quien efectuó la purificación de nuestros pecados. Si no tienes el perdón definitivo de tus pecados, es porque no acudes al único que te lo puede dar: el Señor Jesucristo. En Juan 8:24 Él declaró: "si no creéis que yo soy, moriréis en vuestros pecados". Tu vida ahora y tu destino eterno dependen de lo que crees acerca del Señor Jesucristo.
Sólo hemos citado unos pocos textos. Amigo, la Biblia da abundante testimonio y nos enseña cómo pensar y cómo no pensar acerca de Cristo. Cada uno debe investigar y llegar a una conclusión y convicción personal. Así que, ¿tú qué piensas de Cristo? ¿Estás dispuesto a aceptar el testimonio de Dios y los santos apóstoles? Jesucristo es el Creador, el Señor y Dios. Es Juez de vivos y muertos. Pero quiere ser tu Salvador. Arrepiéntete de tus pecados y de tu confianza en cualquier cosa o persona menos Cristo, y deposita toda tu fe única y exclusivamente en Él. “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo”.
– Lucas Batalla
Sólo hemos citado unos pocos textos. Amigo, la Biblia da abundante testimonio y nos enseña cómo pensar y cómo no pensar acerca de Cristo. Cada uno debe investigar y llegar a una conclusión y convicción personal. Así que, ¿tú qué piensas de Cristo? ¿Estás dispuesto a aceptar el testimonio de Dios y los santos apóstoles? Jesucristo es el Creador, el Señor y Dios. Es Juez de vivos y muertos. Pero quiere ser tu Salvador. Arrepiéntete de tus pecados y de tu confianza en cualquier cosa o persona menos Cristo, y deposita toda tu fe única y exclusivamente en Él. “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo”.
– Lucas Batalla
No comments:
Post a Comment