Tuesday, August 23, 2011

LA ORACIÓN DE JABES



Texto: 1 Crónicas 4:9-10

En este breve texto podemos aprender mucho acercade la oración. Hay oraciones que destacan y quecambian a personas. ¿Oramos por cumplir uoramos para cambiar? La oración de Jabes no es ninguna oración mágica, esto es, que no son palabras mágicas las cuales se pueden repetir para conseguir lo mismo que él. Recientemente ha sido popular aun entre los inconversos, como formula secreta para obtener lo que uno quiere, y su sentido ha sido torcido. Pero es un buen ejemplo de oración, y como tal es digno de estudiar e imitar. 

Primero debemos considerar su persona en el versículo 9, porque habla de Jabes como persona antes de hablar de su oración. Su nombre es en hebreo “Ya-bets” y significa dolor o tristeza. Luego la palabra aparece en el versículo 10 cuando dice: “que no me dañe”, es literalmente “que no me cause dolor o tristeza”. Aparece en la lista de los descendientes de Judá, por lo que suponemos que era de esta tribu. Dice que era el más ilustre de sus hermanos. Aunque su nacimiento causó dolor y tristeza, su vida era ilustre. Por la gracia de Dios podemos superar nuestras circunstancias. No todos son iguales, comovemos aquí; algunos destacan por su forma de ser y de actuar. No era ilustre por su aspecto físico, sus conocimientos, su proeza atlética ni por su talento en otras cosas, sino por su oración. Era distinto a sus hermanos porque oraba y pedía a Dios las cosas. Sus hermanos miraban al otro lado, miraban otras cosas, otros intereses, andaban por su cuenta sin consultar ni pedirle a Dios. Hay mucha gente así, que vive su vida sin tener en cuenta a Dios en su vida cotidiana. Esto es normal en nuestro mundo, y está llegando a ser normal en muchas iglesias, donde la gente aunque diga que es creyente, sólo piensa en Dios los domingos. Jabes era ilustre porque pensaba en Dios. ¿Cómo sabemos esto? Porque oraba, y la oración es una confesión de necesidad, y una orientación hacia Dios. Hoy en día hay pocos ilustres en oración. Hermano, hermana, ¿eres uno de ellos? ¿Ocupa la oración el lugar que debe en nuestra vida? 

Segundo, consideremos su petición, en el versículo 10. Hoy en día falta la oración a nivel personal y también en muchas iglesias es relegada a un lugar de importancia secundaria. Unos piden a los hombres, y otros piden a Dios. Hay iglesias hoy en día que piden la ayuda del gobierno y del público general, que siempre están buscando fondos y reconocimientos entre los inconversos. Es una vergüenza porque es una negación de la vida de fe, de confianza en Dios. En Esdras 8:21-23, cuando Esdras salió del cautiverio llevando consigo los utensilios de plata y oro para el templo, rehusó pedir la ayuda y protección del rey porque esto hubiera negado todo su testimonio de confianza en Dios. Pocos están dispuestos a seguir su ejemplo en nuestros tiempos. Pero Jabes pedía a Dios y esperaba en Dios, y por esto fue ilustre. Vamos a ver sus cuatro peticiones. 

Pidió bendición. “¡Oh, si me dieras bendición!”  Comienza con la exclamación: “¡Oh!”. Ella marca una oración con cierto fervor e intensidad,y son cosas que faltan en muchas de nuestras oraciones. Decimos que no rezamos como los católicos, pero al escuchar a algunos de nosotros recitar de memoria y sin aparente emoción largas listas de peticiones en una reunión de oración, parece que sí, rezamos. La oración de Jabes fue breve y expresada con emoción, con sentido de necesidad, como un clamor al Eterno y Todopoderoso. Algunos piensan que no hay que pedir nada, pero se equivocan. Los de Laodicea eran así, los que pensaban que de ninguna cosa tenían necesidad. Y cada día hay más de ellos. Éstas son las personas auto-suficientes, y que se auto-gobiernan. Dirigen sus vidas e intentan proveer y conseguir lo que quieren sin esperar en Dios. Pero es un error. Todos necesitamos la bendición de Dios. Proverbios 10:22 dice que la bendición de Jehová enriquece y no añade tristeza. En el mundo podemos conseguir cosas por nuestros esfuerzos, pero vienen con tristeza añadida, como un impuesto por haber ignorado a Dios. Dios quiere hacernos bien, no mal. Dios tiene bendiciones puramente buenas. Pero hay que desearlas; hay que pedirlas. El Señor nos ha bendecido (Ef. 1:3), es verdad, pero también tiene bendiciones temporales para darnos en esta vida (Is. 48:17; Sal. 18:34-38). David pidió la bendición de Dios, y toda persona piadosa que espera en el Señor hace lo mismo. 

Pidió territorio ensanchado: “...y ensancharas mi territorio”.  Jabes quería ejercer más influencia. Esta oración refleja sus deseos para el hogar, la cosecha, el ganado, etc. Podemos orar como él, en sentido espiritual, y decir: “engrandece mi vida para ti, Señor”. Deseaba fronteras más amplias. Podríamos imitar su oración y pedir que el Señor ensanche también la iglesia y su testimonio, y que nos dé más fruto. Es posible que tengamos lo suficiente para nosotros, pero podemos pedir más territorio para ejercer influencia sobre otros para el Señor. Es bueno tener un amplio territorio de testimonio y predicación del evangelio. Es bueno que la verdad tenga mayor alcance através de nosotros. ¿Deseamos extender nuestro testimonio y crecer? 

Pidió la mano de Dios en su vida: “y si tu mano estuviera conmigo”. Todos nosotros necesitamos esto, pero no todos pensamos y oramos así cada día, sino que lo reservamos para emergencias y casos especiales. Ningún creyente debe intentar vivir ni un sólo día sino tener la mano de Dios consigo. La mano de Dios puede ayudarnos si nos sometemos a Él. Somos salvos en las manos del Señor Jesús y del Padre (Jn. 10:27-29). La mano del Señor es poderosa, como 1 Pedro 5:6 dice, y se nombra muchas veces en las Escrituras, dando así testimonio de la obra del Señor a favor de los Suyos. La mano del Señor es más fuerte que la mano de los hombres. A veces necesitamos la mano del Señor de una manera especial, librándonos de una situación difícil, proveyendo algo que urgentemente necesitamos. La Escritura nos enseña aponer nuestra confianza en Dios, no en los hombres, porque “vana es la ayudadel hombre” (Sal. 108:12). ¿Buscamos la mano de Dios en nuestra vida?

Pidió que Dios le librara del mal: “...y me libraras del mal, para que no me dañe”. ¡El mal puede hacer mucho daño! Algunos aparentemente no piensan así, pero es verdad. El Señor en el padrenuestro nos enseña a orar así: “líbranos del mal”, porque nadie está exento del mal en esta vida. La carne siempre está dispuesta al mal, y el mundo también está lleno de maldad. Pero esto no nos disculpa ni nos da permiso a hacer mal. Tenemos que rechazar lo que Dios rechaza.  Él no peca y no nos puede dar permiso a pecar bajo ninguna circunstancia. Si no queremos hacer mal, alejémonos del precipicio, alejémonos del león rugiente, alejémonos de lo dañino del mundo. ¡Cuanto más lejos, mejor! Recordemos que David cayó en el mal cuando se hizo rey y tenía todo. Salomón se metió en el mal después de llegar a ser un rey tan rico y poderoso, y fue arruinado. ¡Cómo acabó!  El salmista pidió al Señor que le mantuviera de lo necesario, que no le diera más de esto, porque entonces él podría caer en el pecado de olvidar a Dios. Su oración expresa el deseo de ser librado del mal. 

Queridos hermanos, con el diablo no podemos jugar, ni descuidarnos, porque él, como enemigo nuestro, nos acecha para hacernos mal. Hizo mucho mal a Job, pero Job fue librado al final. Que los males de la vida: las heridas, las enfermedades, la pobreza, las pérdidas, los contratiempos, etc. no nos hagan mal. No nos aparten del Señor. No nos enfriemos espiritualmente ni nos volvamos cínicos ni amargos por los males que nos pasan. Mantengamos nuestra mirada puesta en el Señor, porque Él es quien puede librarnos.

Y entonces, vemos la respuesta de Dios. “Y le otorgó Dios lo que pidió”. Así de claro termina el texto, porque Dios escucha y responde a las oraciones de Su pueblo. Si no pedimos, no recibiremos (Stg. 4:2). Cuando oramos en el Espíritu, Dios nos responde en el Espíritu. Mirad, que la oración de Jabes fue una oración corta, de pocas palabras, pero de mucho contenido, y el Señor respondió. Algunos piensan que hay que orar largamente para ser espiritual. Pero la oración de Jabes fue al grano, fue corta, y fue bien recibida.Que ningún hermano se sienta cortado a la hora de orar porque no sabe hacer una oración larga. ¡Imita a Jabes y ora, sí, adelante! 

A Dios le encanta que pidamos estas cosas. Dios le dio todo lo que pidió. Dios no es mezquino, no es tacaño. Dios quiere bendecirnos, pero nosotros mismos somos el mayor impedimento de esa bendición. Debemos examinarnos a nosotros mismos para ver si hay algo en nosotros que impide la bendición de Dios. ¿Hay una falta de separación del mundo? ¿Hay una falta de confianza en Dios? ¿Hay una falta de devoción y piedad en nuestra vida personal? Si hay cosas que cambiar, efectuemos estos cambios lo antesposible. 

Dios no le miró el nombre, el apellido, el aspecto físico, el nivel de estudios, el puesto de trabajo, ni nada excepto su oración, y la condición y el deseo de su corazón. Dios también puede concederte a ti lo que pides. Tiene todo poder, es bueno, y Su misericordia es para siempre. Así que, las limitaciones y los impedimentos están en nuestro lado, no en el de Dios. Seamos cristianos ilustres por nuestra oración y confianza en Dios. Entonces podremos decir con el salmista: “mas ciertamente me escuchó Dios” (Sal. 66:19). Que así sea en nuestra vida para la gloria del Señor.    
               
de un estudio dado por L. B., el 31 de diciembre, 2006