Texto: Hebreos 11:7
Este versículo contiene mucho, porque resume toda la vida de Noé, que era el nieto de Matusalén y bisnieto de Enoc (Gn. 5:24-29).
El mundo solo asocia a Noé con el arca, y muchos creen que es un mito. Pero Noé era un hombre literal, histórico, que descendió de Enoc el séptimo desde Adan (Jud. 14). Su genealogía está en Génesis 5. Jesucristo le nombró en Mateo 24, y está en la genealogía de Cristo en Lucas 3. El apóstol Pedro le menció en sus dos epístolas. Que nadie diga que eso fuese una leyenda o parábola.
Génesis 6 describe las terribles condiciones del mundo antes del diluvio – el primer gran juicio de Dios sobre la humanidad. Dios advirtió a Noé, y él con temor preparó el arca en tierra y en tiempos cuando nunca había llovido. Hebreos 11 dice que lo hizo por fe. Creyó a Dios y actuó, y mediante eso “condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe”.
Al estudiar el texto en Génesis vemos que Dios intervino así en la vida de Noé porque él no seguía la corriente del mundo de su día, sino buscaba a Dios. Génesis 6:8 dice que “Noé halló gracia”, y el versículo 9 añade que era “varón justo” – no como los demás de aquel terrible siglo. Era “perfecto en sus generaciones” y “con Dios caminó Noé” (v. 9), como Enoc su bisabuelo (Gn. 5:22). Vivía en medio de un mundo malísimo. La maldad de los hombres era mucho, y todos sus pensamientos eran de continuo el mal (Gn. 6:5). Toda carne había corrompido su camino (Gn. 6:12). La tierra estaba llena de violencia a causa de ellos (Gn. 6:13), y terrible juicio divino pendía sobre el mundo.
En esos tiempos, Noé pensaba en Dios, y clamaba a Él. Probablemente era casi el único hombre en el mundo que oraba a Dios. ¡Imagina esto! Hay algo que conmueve el corazón de Dios – es la oración de los que le buscan. No podemos salvar a nuestros hijos, pero Dios sí. Noé, instruido por Dios, preparó el arca, y su familia entró y fue salva del diluvio. El testimonio personal de Noé es importante. No vivía como los demás. Halló gracia, no por una misteriosa elección, sino porque vivía para agradar a Dios. Era distinto: “a ti he visto justo delante de mí en esta generación” (Gn. 7:1).
Observa en Génesis 6:22 que Noé tenía un corazón dispuesto, tenía fe – confianza en Dios – y obedeció. “Hizo conforme a todo lo que Dios le mandó”. Leemos esta misma idea en Génesis 7:5 y 16. La fe nos conduce a hacer lo que Dios dice, a respetar y obedecer Su Palabra. Así que, ahí estuvo ciento viente años preparando el arca y predicando. 2 Pedro 2:5 le llama “pregonero de justicia”. Podemos imaginar las burlas de la gente, pero Noé no dejó de hacer lo que Dios le dijo. El mundo siempre quiere desviar al creyente para que no sirva a Dios. A Nehemías cuando edificaba el muro de Jerusalen, varias veces los enemigos intentaron hacerle parar, pero siguió y terminó la obra. Hermanos, debemos hacer “conforme” a lo que Dios manda y no parar ni cambiar para dar gusto al mundo que no entiende y cree.
Dios le dio la gracia, las instrucciones, el conocimiento y las fuerzas, pero Noé tuvo que hacer como Dios había dicho, y eso es la fe – lo que la demuestra. La fe no es un sentimiento, una emoción, ni una teoría o filosofía. Es muy práctica. Cree a Dios y hace lo que Él dice.
Terminada el arca, y con los animales metidos, Noé y su familia entraron cuando Dios le dijo (Gn. 7:6-7, 16). Solo había una puerta, y nota que fue Dios que cerró la puerta, no Noé. Eso dio seguridad. Noé tuvo que entrar para ser salvo, pero solo Dios cierra la puerta para asegurar la salvación. Pereció todo el mundo y solo se salvaron los que estaban en el arca – ocho personas. La mayoría no cree, todavía es así, pero la mayoría no manda a Dios ni lleva la razón.
Pasó un año en el arca. Hay tiempos cuando tenemos que sentarnos, estar quietos y esperar en Dios. Este año no fue tiempo perdido, pero qué poco nos gustar parar, meditar y esperar en Dios. Luego en Génesis 8:1 leemos que Dios se acordó de Noé y obró para que las terribles aguas de muerte fuesen quitadas de la tierra. En los versículos 16-19 vemos que salío del arca cuando Dios se lo dijo, al igual como cuando entró. Actuó guiado por la Palabra de Dios, y nosotros también debemos actuar así. Luego hizo algo voluntario que a Dios le gustó. Edificó un altar (Gn. 8:20) y presentó holocausto a Dios. El siguiente versículo dice que “percibió Jehová olor grato” – eso es – que le agradó. La gratitud y la adoración agradan a Dios.
Hermanos, como Noé, no sigamos al mundo. Recordemos las tres cosas en el Salmo 1:1 que no debemos hacer si queremos bendición de Dios. Hay que separarnos del mundo. Cuánto bien podemos hacer viviendo fielmente para Dios con nuestra familia, y enseñando a los nuestros ejemplo de la vida de fe.
En Génesis 9:1 Dios bendijo a Noé y sus hijos, y los envió a llenar la tierra. Vemos Su pacto con Noé en el versículo 9, y mencionado repetidas veces en los versículos del 11 al 17. La señal de ese pacto fue el arco iris que Dios hizo. Es una gran blasfemia que los sexualmente perversos utilicen ese símbolo divino dado a Noé, y ciertamente ellos serán juzgados, no con agua, sino con fuego eterno.
Génesis 9:20-27 relata que Noé labró la tierra, cosa buena, pero se descontroló con el vino, cosa mala. No dice que era continuamente un borracho, sino habla de un hecho puntual. Cuán importante es que nos cuidemos de excesos y de lo que pueda manchar nuestro testimonio. En esta sección aparece el desprecio que le hizo su hijo Cam, por lo que fue maldito, y el respecto y la misericordia que Sem y Jafet tuvieron a su padre, por lo que fueron benditos. Cam, padre de Canaán, fue salvo del diluvio porque entró con su padre en el arca, pero después se perdió por la deshonra: “maldito” (Gn. 9:25). Es la primera persona maldita en el mundo posdiluvio, y fue por cómo trató a su padre.
Los versículos 28 y 29 resumen los últimos siglos de Noé, sí, siglos, porque tuvo seiscientos años cuando entró en el arca, y murió con novecientos cincuenta años de edad. Así que vivió trescientos cincuenta años después de entrar en el arca, o sea, trescientos cuarenta y nueve después del diluvio. ¡Imagimemos cómo sería tener entre nosotros una persona de más de novecientos años de edad! Para eso tendría que nacer cerca del año 1.100, o sea, en la edad media. Pues Noé tenía todos esos años y vio muchos cambios en el mundo. No es un cuento hermanos. Un día nosotros los creyentes veremos a Noé y hablaremos con él, o más bien le escucharemos.
Hermanos, tengamos cuidado durante toda la vida, y especialmente en la vejez, en el camino largo, hasta el fin, porque entonces llegaremos a la gloria. No aflojemos. No se puede jubilar de la vida espiritual ni tomar vacaciones de ella. En todo el camino hay peligros en este mundo. Seamos fieles a Dios de principio al final. ¡Qué éste sea nuestro propósito y que el Señor nos dé gracia y fuerzas para vivir así!
Lucas Batalla
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