Texto: 2 Crónicas 10-12
Las decisiones que tomamos tienen consecuencias. El rey Salomón había comenzado bien, pero terminó mal debido a malas decisiones que tomó y errores de corazón. Entonces vinieron más consecuencias, porque muerto él, y vivos sus enemigos, su hijo Roboam cometió errores al principio que causaron la división del reino. Roboam ilustra el caso de muchos adultos jóvenes que, criados en las cosas de Dios, aparentemente no han adquirido sabiduría. Sus creencias son teóricas, y en la práctica fracasan.
Los versículos 1-4 del capítulo 10 relatan cómo vino toda la nación a Siquem y Jeroboam con ellos, y hablaron con Roboam pidiendo alivio del duro yugo de Salomón. Entonces, en el versículo 5 él les señaló un tiempo de tres días para consultar y tomar la decisión. Es bueno tomar un tiempo así para considerar el camino y consultar al Señor, pero Roboam sólo consultó a los hombres. Primero habló con los ancianos (v. 6) que habían estado con su padre. “¿Cómo aconsejáis...?” preguntó, y en el versículo 7 esos hombres de experiencia le aconsejaron. Pero parece que pidió consejo por curiosidad y no con intención de aprender y hacer lo bueno. El versículo 8 dice: “Mas él, dejando el consejo que le dieron los ancianos, tomó consejo con los jóvenes que se habían criado con él”. Muchas veces los jóvenes piensan que saben mejor, pero no siempre es así, como el texto demuestra. Buscan consejo entre sí, sin preguntar a los piadosos con años de experiencia y conocimiento de la Palabra de Dios que podría ayudarle. Recordemos que en la iglesia Dios pone a ancianos para el pastoreo, y esta palabra enfatiza los años y la experiencia y sabiduría que tienen, siempre que sean piadosos, por supuesto.
Entonces, vemos en los versículos 13-14 que decidió seguir el consejo de los de su edad, y esa decisión provocó el fracaso – el pueblo reaccionó mal y no le siguió. Más adelante leemos así: “Viendo todo Israel que el rey no les había oído”, le rechazaron y se apartaron. Ahora bien, el versículo 15 dice que la causa era de Dios, y así fue por supuesto, pero esto no quiere decir que Roboam no tuviera culpa. Él se equivocó e hizo mal, y Dios le permitió seguir así y ver las consecuencias porque tenía que venir el juicio prometido. Sin embargo, la mala decisión la tomó Roboam, no Dios. Roboam ni siquiera consultó a Dios, y Dios no intervino ni le habló sino que permitió ese rumbo de error como parte del juicio. No confundamos las cosas.
En el capítulo 11 vemos la infelicidad de Roboam (vv. 1-4). Quiso unir el reino y restaurarlo todo bajo la dinastía davídica, pero Dios le advirtió que no lo hiciera. “Vuélvase cada uno a su casa, porque yo he hecho esto” (v. 4). Parece que todavía deseaba seguir el consejo de los jóvenes que querían hacer las cosas con fuerza. Tenía la corona, la ley, el templo, los sacerdotes y levitas (v. 13), pero no la bendición del Señor. La tradición y el derecho no son suficientes. Si edificamos o velamos sin el Señor, lo hacemos en vano.
En los versículos 18-21 Roboam repitió el pecado de su padre, tomando dieciocho esposas y sesenta concubinas. Engendró veintiocho hijos y sesenta hijas, seguramente pensando que así garantizaría que habría descendiente suyo sobre el trono. Así funciona la lógica humana, y en eso también vemos que no confió en el Señor ni le obedeció (Dt. 17:17).
En el capítulo 12 Roboam manifestó la rebeldía y fue castigado. “Dejó la ley de Jehová, y todo Israel con él” (v. 1) El versículo 2 dice: “en el quinto año”, dejándonos saber que Dios esperó cinco años un cambio de actitud en Roboam. Le dio tiempo, pero él no lo aprovechó. Entonces Dios envió contra él a Sisac rey de Egipto con su ejército, y llegaron hasta Jerusalén. En el versículo 5 aparece un profeta, Semaías, que dijo de parte del Señor: “Vosotros me habéis dejado, y yo también os he dejado en manos de Sisac”. La derrota sirve para que haya una humillación y arrepentimiento para que pueda haber luego bendición. Son las lecciones que aprendemos a base de golpes.
Lo bueno es que dicen los versículo 6 y 2 que se humillaron los príncipes y el rey. Respondió en el versículo 7 como hizo en Jonás 3 con Nínive cuando se arrepintieron. Hermanos, si nos humillamos ante el Señor, y le preguntamos: “¿Cuál es Tu camino? ¿Qué quieres que haga?”, Él responderá y nos enseñará. Él ha puesto guías espirituales en la asamblea para ayudarnos, pero ¿quién los consulta y quién hace caso del consejo bíblico? Muchas veces tiene que venir castigo y dificultad para que lleguemos a esa condición de humildad y receptividad a la guía de Dios. Es asombroso cuán obstinados pueden ser los cristianos a veces; especialmente cuando se empeñan a salirse con la suya y hacer las cosas como les parece. La escuela de la experiencia triste tiene matrícula cara, y sus lecciones son inolvidables. Proverbios 15:21se aplica aqui: “La necedad es alegría al falto de entendimiento; mas el hombre entendido endereza sus pasos”. Para eso tenemos la Palabra de Dios: “lámpara es a mis pies tu palabra” (Sal. 119:105). Hay que orar, leer y obedecer.
El versículo 8 relata que Dios, aunque no permitió la destrucción de Jerusalén, les sujetó a la servidumbre para enseñarles y hacerles depender del Señor. Permitió el despojo de los tesoros (v. 9), pero no la destrucción. En los versículos 10-11 vemos cómo reemplazaron los escudos de bronce por los de oro que habían perdido. La apariencia seguía más o menos igual, pero la gloria no era como antes. Cuando pecamos contra el Señor sufrimos pérdida. Podemos mantener las apariencias y seguir la rutina ante los demás, pero la verdad es que es caro pecar y aunque perdonados, sufrimos pérdida.Los versículos 13-16 resumen la vida de Roboam. Dios da el análisis espiritual: “E hizo lo malo, porque no dispuso su corazón para buscar a Jehová” (v. 14). He ahí la clave, cómo él dispuso su corazón, que era su responsabilidad humana. Todos nosotros tenemos la misma responsabilidad, y hay consecuencias que siguen la disposición de nuestro corazón. En cuanto a Roboam, en su reino hubo conflicto perpetuo. Hermanos, cabe preguntar: ¿qué resumen dará Dios de mi vida? Dispongamos el corazón para buscar al Señor, oírle, obedecerle y seguirle siempre. Amén.
Las decisiones que tomamos tienen consecuencias. El rey Salomón había comenzado bien, pero terminó mal debido a malas decisiones que tomó y errores de corazón. Entonces vinieron más consecuencias, porque muerto él, y vivos sus enemigos, su hijo Roboam cometió errores al principio que causaron la división del reino. Roboam ilustra el caso de muchos adultos jóvenes que, criados en las cosas de Dios, aparentemente no han adquirido sabiduría. Sus creencias son teóricas, y en la práctica fracasan.
Los versículos 1-4 del capítulo 10 relatan cómo vino toda la nación a Siquem y Jeroboam con ellos, y hablaron con Roboam pidiendo alivio del duro yugo de Salomón. Entonces, en el versículo 5 él les señaló un tiempo de tres días para consultar y tomar la decisión. Es bueno tomar un tiempo así para considerar el camino y consultar al Señor, pero Roboam sólo consultó a los hombres. Primero habló con los ancianos (v. 6) que habían estado con su padre. “¿Cómo aconsejáis...?” preguntó, y en el versículo 7 esos hombres de experiencia le aconsejaron. Pero parece que pidió consejo por curiosidad y no con intención de aprender y hacer lo bueno. El versículo 8 dice: “Mas él, dejando el consejo que le dieron los ancianos, tomó consejo con los jóvenes que se habían criado con él”. Muchas veces los jóvenes piensan que saben mejor, pero no siempre es así, como el texto demuestra. Buscan consejo entre sí, sin preguntar a los piadosos con años de experiencia y conocimiento de la Palabra de Dios que podría ayudarle. Recordemos que en la iglesia Dios pone a ancianos para el pastoreo, y esta palabra enfatiza los años y la experiencia y sabiduría que tienen, siempre que sean piadosos, por supuesto.
Entonces, vemos en los versículos 13-14 que decidió seguir el consejo de los de su edad, y esa decisión provocó el fracaso – el pueblo reaccionó mal y no le siguió. Más adelante leemos así: “Viendo todo Israel que el rey no les había oído”, le rechazaron y se apartaron. Ahora bien, el versículo 15 dice que la causa era de Dios, y así fue por supuesto, pero esto no quiere decir que Roboam no tuviera culpa. Él se equivocó e hizo mal, y Dios le permitió seguir así y ver las consecuencias porque tenía que venir el juicio prometido. Sin embargo, la mala decisión la tomó Roboam, no Dios. Roboam ni siquiera consultó a Dios, y Dios no intervino ni le habló sino que permitió ese rumbo de error como parte del juicio. No confundamos las cosas.
En el capítulo 11 vemos la infelicidad de Roboam (vv. 1-4). Quiso unir el reino y restaurarlo todo bajo la dinastía davídica, pero Dios le advirtió que no lo hiciera. “Vuélvase cada uno a su casa, porque yo he hecho esto” (v. 4). Parece que todavía deseaba seguir el consejo de los jóvenes que querían hacer las cosas con fuerza. Tenía la corona, la ley, el templo, los sacerdotes y levitas (v. 13), pero no la bendición del Señor. La tradición y el derecho no son suficientes. Si edificamos o velamos sin el Señor, lo hacemos en vano.
En los versículos 18-21 Roboam repitió el pecado de su padre, tomando dieciocho esposas y sesenta concubinas. Engendró veintiocho hijos y sesenta hijas, seguramente pensando que así garantizaría que habría descendiente suyo sobre el trono. Así funciona la lógica humana, y en eso también vemos que no confió en el Señor ni le obedeció (Dt. 17:17).
En el capítulo 12 Roboam manifestó la rebeldía y fue castigado. “Dejó la ley de Jehová, y todo Israel con él” (v. 1) El versículo 2 dice: “en el quinto año”, dejándonos saber que Dios esperó cinco años un cambio de actitud en Roboam. Le dio tiempo, pero él no lo aprovechó. Entonces Dios envió contra él a Sisac rey de Egipto con su ejército, y llegaron hasta Jerusalén. En el versículo 5 aparece un profeta, Semaías, que dijo de parte del Señor: “Vosotros me habéis dejado, y yo también os he dejado en manos de Sisac”. La derrota sirve para que haya una humillación y arrepentimiento para que pueda haber luego bendición. Son las lecciones que aprendemos a base de golpes.
Lo bueno es que dicen los versículo 6 y 2 que se humillaron los príncipes y el rey. Respondió en el versículo 7 como hizo en Jonás 3 con Nínive cuando se arrepintieron. Hermanos, si nos humillamos ante el Señor, y le preguntamos: “¿Cuál es Tu camino? ¿Qué quieres que haga?”, Él responderá y nos enseñará. Él ha puesto guías espirituales en la asamblea para ayudarnos, pero ¿quién los consulta y quién hace caso del consejo bíblico? Muchas veces tiene que venir castigo y dificultad para que lleguemos a esa condición de humildad y receptividad a la guía de Dios. Es asombroso cuán obstinados pueden ser los cristianos a veces; especialmente cuando se empeñan a salirse con la suya y hacer las cosas como les parece. La escuela de la experiencia triste tiene matrícula cara, y sus lecciones son inolvidables. Proverbios 15:21se aplica aqui: “La necedad es alegría al falto de entendimiento; mas el hombre entendido endereza sus pasos”. Para eso tenemos la Palabra de Dios: “lámpara es a mis pies tu palabra” (Sal. 119:105). Hay que orar, leer y obedecer.
El versículo 8 relata que Dios, aunque no permitió la destrucción de Jerusalén, les sujetó a la servidumbre para enseñarles y hacerles depender del Señor. Permitió el despojo de los tesoros (v. 9), pero no la destrucción. En los versículos 10-11 vemos cómo reemplazaron los escudos de bronce por los de oro que habían perdido. La apariencia seguía más o menos igual, pero la gloria no era como antes. Cuando pecamos contra el Señor sufrimos pérdida. Podemos mantener las apariencias y seguir la rutina ante los demás, pero la verdad es que es caro pecar y aunque perdonados, sufrimos pérdida.Los versículos 13-16 resumen la vida de Roboam. Dios da el análisis espiritual: “E hizo lo malo, porque no dispuso su corazón para buscar a Jehová” (v. 14). He ahí la clave, cómo él dispuso su corazón, que era su responsabilidad humana. Todos nosotros tenemos la misma responsabilidad, y hay consecuencias que siguen la disposición de nuestro corazón. En cuanto a Roboam, en su reino hubo conflicto perpetuo. Hermanos, cabe preguntar: ¿qué resumen dará Dios de mi vida? Dispongamos el corazón para buscar al Señor, oírle, obedecerle y seguirle siempre. Amén.
de un estudio dado por Lucas Batalla el 20 de mayo, 2012
No comments:
Post a Comment