por Lucas Batalla
Monumento a Alejandro Magno en Tesalonica |
Texto: 2 Tesalonicenses 1:1-4
En esta hermosa e importante epístola, Pablo hace al menos tres cosas. En el capítulo 1 les consuela y anima en sus tribulaciones. En el capítulo 2 aclara el error y la confusión que había surgido acerca del día del Señor (día de juicio – la Tribulación), y advierte que no era suya una carta que circulaba diciendo que estaban en la Tribulación. En el capítulo 3 corrige la conducta indebida de los que no querían trabajar.
Los tesalonicenses, en la primera visita de Pablo (su segundo viaje misionero), recibieron la Palabra de Dios, el evangelio, “en medio de gran tribulación” (1 Ts. 1:6; 2:14; 3:3). Fue duro el camino, pero no se volvieron atrás, y por eso Pablo dice “conocemos...vuestra elección” (1 Ts. 1:4), porque había pruebas de su fe, señales de vida. En la segunda epístola vemos que no había terminado el sufrimiento. Y para hacer la cosa peor, surgieron algunos falsos maestros diciendo que la iglesia pasaba por la Tribulación – el día del Señor. Para animarles y corregir esto Pablo escribe esta gran epístola. En los versículos 1 y 2 tenemos la salutación. En los versículos 3 y 4 tenemos las acciones de gracias. En los versículos del 5 al 10 tenemos la certeza del juicio venidero, y en los versículos 11 y 12 tenemos una oración.
Los creyentes de allá pasaban por muchas dificultades, y es así la vida cristiana si realmente somos fieles al Señor y vivimos en santidad, porque 2 Timoteo 3:12 afirma: “todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución”. No nos libramos en la vida de estas cosas, excepto cuando andamos en amistad con el mundo y callamos en lugar de testificar. Pablo escribió para alentarles en medio de la pesecución – es triste decirlo pero viene también de la familia, porque el diablo recluta de los suyos a los más cerca de nosotros para oponernos, afligirnos, y si es posible, desviarnos. Recordemos el ejemplo del Salmo 1:1 y no andemos con los impíos, ni siquiera cuando son familia. Dios primero, cueste lo que cueste.
Salutación (vv. 1-2)
En el versículo 1 aparecen “Pablo, Silvano y Timoteo”, así como en 1 Tesalonicenses 1:1. Todavía estaban juntos y se dirigían nuevamente a los amados hermanos en Tesalónica. Estas dos epístolas son cartas inspiradas para ense;ar y ayudar cuando no era posible estar físicamente presente. Ya no hay más inspiración. Pero todavía podemos usar cartas para enseñar, aconsejar y animar, siempre y cuando se adhiere a las Escrituras.
“La iglesia de los tesalonicenses” está descrita usando la preposición “en” dos veces: “en Dios Padre y en el Señor Jesucristo”, para que se acuerden de su posición espiritual. Son de Dios, y Él les cuida. Las circunstancias no pueden separar al creyente del amor de Dios que es en Cristo Jesús (Ro. 8:39).
En el versículo 2 les desea y envía, no dinero, sino “gracia y paz”, cosas que vienen de Dios Padre y del Señor Jesucristo. Algunos piensan que el dinero resuleve todos los problemas, pero se equivocan. La gracia de Dios y Su paz nos ayudan en medio de las dificultades de la vida.
Acción de Gracias (vv. 3-4)
“Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros” (v. 3). Los creyentes siempre debemos estar agradecidos a Dios, porque Él no falla en Su cuidado de nosotros. Aunque estemos en el hospital – demos gracias, o rechazados – demos gracias y gocémonos (Hch. 5:41), o necesitados – demos gracias. En el mundo todos se quejan y murmuran constantemente. “Sed agradecidos” (Col. 3:15).
Pero aquí, Pablo y sus compañeros dan gracias siempre por los tesalonicenses, como habían hecho en la primera epístola. “Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros” (1 Ts. 1:2). “...Sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios” (1 Ts. 2:13). “...¿qué acción de gracias podremos dar a Dios por vosotros...?” (1 Ts. 3:9). Y nuevamente en la segunda epístola: “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros” (2 Ts. 2:13). La iglesia en Tesalónica causaba gratitud apostólica.
Pero no todas son así. No podemos dar gracias por muchas iglesias hoy, porque sus doctrinas y prácticas no agradan al Señor, no son fieles a Su Palabra. Hay que discernir entre lo bueno y lo malo, pero llaman bueno lo malo y malo lo bueno. Cuando una iglesia dice a las mujeres que no hay que llevar el velo, ni guardar silencio, es malo. Desechan la vestimenta santa, modesta y reverente y que distingue entre los sexos. Y la palabra que usa para introducir esas cosas es “cultural”. Los liberales hablan de “volver a examinar”, “pensar nuevamente” y “volver a plantearse ideas”, pero lo que realmente hacen es buscar la manera de no sujetarse a lo que la Biblia dice. Las enseñanzas del Nuevo Testamento no son culturales, sino “mandamientos del Señor” y “doctrina apostólica”. Algunas iglesias enseñan el calvinismo y la teología de la Reforma. Otras enseñan el ecumenismo. El evangelio de la gracia de Dios es atacado tanto por el uno como por el otro. Entra la música contemporánea – o sea – la del mundo. Hay pastores asalariados que predican la vida de fe pero no la viven. Los apóstoles no dan gracias por esas cosas, ni tampoco nosotros. Seamos hermanos e iglesias que causan gratitud, no consternación y tristeza.
¿Por qué dan gracias Pablo, Silvano y Timoteo? “Por cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás” (v. 3) La fe de ellos crecía pese a las circunstancias. No era fácil. ¿Crees que los héroes de la fe en Hebreos 11 lo tenían fácil? ¡No, sino hubo conflicto, dificultades y oposición, y tuvieron que hacer sacrificios! Y cuando crece la fe, crece el amor, porque van juntos.
En el versículo 4 leemos “nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios”. Eran ejemplo a los demás de cómo soportar la persecución y manifestar fe y amor. En Romanos 12:10 Pablo manda a los romanos: “Amaos los unos a los otros con amor fraternal”. Había ejemplo en Tesalónica. Al decir: “las iglesias de Dios”, reconoce que Dios es Dueño, Protector y Señor en ellas.
Hablaron de ellos así: “vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis”. Paciencia (perseverancia) y fe son marcas de verdaderos creyentes. En las pruebas los falsos se vuelven atrás, pero los fieles, como Job, aguantan. Somos llamados a la paciencia, y Job es puesto como ejemplo (Stg. 5:7, 11). La fe verdadera es fortalecida bajo prueba. Es como hacer flexiones para aumentar los músculos de los brazos. 1 Pedro 1:6-7 habla de la prueba de nuestra fe y el resultado – alabanza, gloria y honra. En Deuteronomio 8:2-3 vemos que Dios manda pruebas para manifestar lo que hay en nosotros, y para enseñarnos: “Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre”. No pensemos en las pruebas que Dios nos ha abandonado. Él las usa para nuestro bien.
Es loable que los tesalonicenses, siendo creyentes por poco tiempo, tenían abundante amor en circunstancias difíciles, y es porque tenían fe. Por eso perseveraron. No eran como muchos hoy que hablan efusivamente y prometen lo que van a hacer para Cristo, pero a la vuelta de un tiempo han claudicado y se han vuelto atrás. No así los tesalonicenses, y por eso Pablo y sus compañeros se gloriaban de ellos. Recuerda que el pez muerto flota con la corriente, y solo el pez vivo puede nadar contra la corriente. Los tesalonicenses tenían la vida de Dios, e iban contra la corriente. Es una señal de vida, y es para la gloria de Dios.
Recordemos esto, y soportemos con paciencia la oposición y los contratiempos, sin volvernos atrás. Recordemos las palabras de Hebreos 10:35-36. “No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa”.
En esta hermosa e importante epístola, Pablo hace al menos tres cosas. En el capítulo 1 les consuela y anima en sus tribulaciones. En el capítulo 2 aclara el error y la confusión que había surgido acerca del día del Señor (día de juicio – la Tribulación), y advierte que no era suya una carta que circulaba diciendo que estaban en la Tribulación. En el capítulo 3 corrige la conducta indebida de los que no querían trabajar.
Los tesalonicenses, en la primera visita de Pablo (su segundo viaje misionero), recibieron la Palabra de Dios, el evangelio, “en medio de gran tribulación” (1 Ts. 1:6; 2:14; 3:3). Fue duro el camino, pero no se volvieron atrás, y por eso Pablo dice “conocemos...vuestra elección” (1 Ts. 1:4), porque había pruebas de su fe, señales de vida. En la segunda epístola vemos que no había terminado el sufrimiento. Y para hacer la cosa peor, surgieron algunos falsos maestros diciendo que la iglesia pasaba por la Tribulación – el día del Señor. Para animarles y corregir esto Pablo escribe esta gran epístola. En los versículos 1 y 2 tenemos la salutación. En los versículos 3 y 4 tenemos las acciones de gracias. En los versículos del 5 al 10 tenemos la certeza del juicio venidero, y en los versículos 11 y 12 tenemos una oración.
Los creyentes de allá pasaban por muchas dificultades, y es así la vida cristiana si realmente somos fieles al Señor y vivimos en santidad, porque 2 Timoteo 3:12 afirma: “todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución”. No nos libramos en la vida de estas cosas, excepto cuando andamos en amistad con el mundo y callamos en lugar de testificar. Pablo escribió para alentarles en medio de la pesecución – es triste decirlo pero viene también de la familia, porque el diablo recluta de los suyos a los más cerca de nosotros para oponernos, afligirnos, y si es posible, desviarnos. Recordemos el ejemplo del Salmo 1:1 y no andemos con los impíos, ni siquiera cuando son familia. Dios primero, cueste lo que cueste.
Salutación (vv. 1-2)
En el versículo 1 aparecen “Pablo, Silvano y Timoteo”, así como en 1 Tesalonicenses 1:1. Todavía estaban juntos y se dirigían nuevamente a los amados hermanos en Tesalónica. Estas dos epístolas son cartas inspiradas para ense;ar y ayudar cuando no era posible estar físicamente presente. Ya no hay más inspiración. Pero todavía podemos usar cartas para enseñar, aconsejar y animar, siempre y cuando se adhiere a las Escrituras.
“La iglesia de los tesalonicenses” está descrita usando la preposición “en” dos veces: “en Dios Padre y en el Señor Jesucristo”, para que se acuerden de su posición espiritual. Son de Dios, y Él les cuida. Las circunstancias no pueden separar al creyente del amor de Dios que es en Cristo Jesús (Ro. 8:39).
En el versículo 2 les desea y envía, no dinero, sino “gracia y paz”, cosas que vienen de Dios Padre y del Señor Jesucristo. Algunos piensan que el dinero resuleve todos los problemas, pero se equivocan. La gracia de Dios y Su paz nos ayudan en medio de las dificultades de la vida.
Acción de Gracias (vv. 3-4)
“Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros” (v. 3). Los creyentes siempre debemos estar agradecidos a Dios, porque Él no falla en Su cuidado de nosotros. Aunque estemos en el hospital – demos gracias, o rechazados – demos gracias y gocémonos (Hch. 5:41), o necesitados – demos gracias. En el mundo todos se quejan y murmuran constantemente. “Sed agradecidos” (Col. 3:15).
Pero aquí, Pablo y sus compañeros dan gracias siempre por los tesalonicenses, como habían hecho en la primera epístola. “Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros” (1 Ts. 1:2). “...Sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios” (1 Ts. 2:13). “...¿qué acción de gracias podremos dar a Dios por vosotros...?” (1 Ts. 3:9). Y nuevamente en la segunda epístola: “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros” (2 Ts. 2:13). La iglesia en Tesalónica causaba gratitud apostólica.
Pero no todas son así. No podemos dar gracias por muchas iglesias hoy, porque sus doctrinas y prácticas no agradan al Señor, no son fieles a Su Palabra. Hay que discernir entre lo bueno y lo malo, pero llaman bueno lo malo y malo lo bueno. Cuando una iglesia dice a las mujeres que no hay que llevar el velo, ni guardar silencio, es malo. Desechan la vestimenta santa, modesta y reverente y que distingue entre los sexos. Y la palabra que usa para introducir esas cosas es “cultural”. Los liberales hablan de “volver a examinar”, “pensar nuevamente” y “volver a plantearse ideas”, pero lo que realmente hacen es buscar la manera de no sujetarse a lo que la Biblia dice. Las enseñanzas del Nuevo Testamento no son culturales, sino “mandamientos del Señor” y “doctrina apostólica”. Algunas iglesias enseñan el calvinismo y la teología de la Reforma. Otras enseñan el ecumenismo. El evangelio de la gracia de Dios es atacado tanto por el uno como por el otro. Entra la música contemporánea – o sea – la del mundo. Hay pastores asalariados que predican la vida de fe pero no la viven. Los apóstoles no dan gracias por esas cosas, ni tampoco nosotros. Seamos hermanos e iglesias que causan gratitud, no consternación y tristeza.
¿Por qué dan gracias Pablo, Silvano y Timoteo? “Por cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás” (v. 3) La fe de ellos crecía pese a las circunstancias. No era fácil. ¿Crees que los héroes de la fe en Hebreos 11 lo tenían fácil? ¡No, sino hubo conflicto, dificultades y oposición, y tuvieron que hacer sacrificios! Y cuando crece la fe, crece el amor, porque van juntos.
En el versículo 4 leemos “nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios”. Eran ejemplo a los demás de cómo soportar la persecución y manifestar fe y amor. En Romanos 12:10 Pablo manda a los romanos: “Amaos los unos a los otros con amor fraternal”. Había ejemplo en Tesalónica. Al decir: “las iglesias de Dios”, reconoce que Dios es Dueño, Protector y Señor en ellas.
Hablaron de ellos así: “vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis”. Paciencia (perseverancia) y fe son marcas de verdaderos creyentes. En las pruebas los falsos se vuelven atrás, pero los fieles, como Job, aguantan. Somos llamados a la paciencia, y Job es puesto como ejemplo (Stg. 5:7, 11). La fe verdadera es fortalecida bajo prueba. Es como hacer flexiones para aumentar los músculos de los brazos. 1 Pedro 1:6-7 habla de la prueba de nuestra fe y el resultado – alabanza, gloria y honra. En Deuteronomio 8:2-3 vemos que Dios manda pruebas para manifestar lo que hay en nosotros, y para enseñarnos: “Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre”. No pensemos en las pruebas que Dios nos ha abandonado. Él las usa para nuestro bien.
Es loable que los tesalonicenses, siendo creyentes por poco tiempo, tenían abundante amor en circunstancias difíciles, y es porque tenían fe. Por eso perseveraron. No eran como muchos hoy que hablan efusivamente y prometen lo que van a hacer para Cristo, pero a la vuelta de un tiempo han claudicado y se han vuelto atrás. No así los tesalonicenses, y por eso Pablo y sus compañeros se gloriaban de ellos. Recuerda que el pez muerto flota con la corriente, y solo el pez vivo puede nadar contra la corriente. Los tesalonicenses tenían la vida de Dios, e iban contra la corriente. Es una señal de vida, y es para la gloria de Dios.
Recordemos esto, y soportemos con paciencia la oposición y los contratiempos, sin volvernos atrás. Recordemos las palabras de Hebreos 10:35-36. “No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa”.