Texto: Hebreos 6:10
Es un texto hermoso y consolador que nos recuerda que seremos recompensados por nuestro servicio al Señor y a Su pueblo. En el reino de Dios no se va a olvidar nada hecho para Él. En el mundo se ignora u olvida a veces a los que han hecho bien, pero no será así en el reino de Dios. Dios no es olvidadizo.
La perseverancia, la tenacidad, la fidelidad, el sacrificio en el servicio, la ayuda a los demás, todo esto tendrá un beneficio futuro porque el Señor no lo olvida. Cuando los discípulos preguntaron al Señor qué tendrían porque habían dejado todo y le habían seguido, Él les aseguró que no iban a salir perdiendo. Muchos piensan que no sirven a Dios porque no predican o no hacen nada público, pero esto no es así. No todos y no muchos tienen estos dones y oportunidades, pero todos hemos recibido del Señor, por medio del Espíritu Santo, un don espiritual para servir de alguna manera (1 Co. 12:7). Todos podemos servir si lo que hacemos cada día lo hacemos para la gloria del Señor (1 Co. 10:31) y si según tengamos oportunidad hagamos bien (Gá. 6:10). En la asamblea, en la familia, en los estudios escolares, en el trabajo, si somos fieles e íntegros esto agrada al Señor. No desestimemos las pequeñas oportunidades para hacer bien. Él usa las cosas pequeñas para hacer Su voluntad. Él dijo que el que es fiel en muy poco lo será en lo más (Lc. 16:10; 19:17). Entonces, donde hemos de empezar siempre es en lo muy poco, lo de cada día, lo que ya tenemos a mano. Empieza en lo muy poco y sé fiel. El Señor promete que si das un vaso de agua a uno de los Suyos, no perderás la recompensa (Mr. 9:41).
El amor al Señor nos motiva a agradarle siéndole fieles. Los seres humanos podemos ser a veces injustos e ingratos, pero Dios no lo es. Él no es injusto, sino observa y recuerda lo que es hecho en amor hacia Su nombre. Los hombres no siempre ven ni aprecian nuestro servicio, pero el Señor se da cuenta de todo.
Es un texto hermoso y consolador que nos recuerda que seremos recompensados por nuestro servicio al Señor y a Su pueblo. En el reino de Dios no se va a olvidar nada hecho para Él. En el mundo se ignora u olvida a veces a los que han hecho bien, pero no será así en el reino de Dios. Dios no es olvidadizo.
La perseverancia, la tenacidad, la fidelidad, el sacrificio en el servicio, la ayuda a los demás, todo esto tendrá un beneficio futuro porque el Señor no lo olvida. Cuando los discípulos preguntaron al Señor qué tendrían porque habían dejado todo y le habían seguido, Él les aseguró que no iban a salir perdiendo. Muchos piensan que no sirven a Dios porque no predican o no hacen nada público, pero esto no es así. No todos y no muchos tienen estos dones y oportunidades, pero todos hemos recibido del Señor, por medio del Espíritu Santo, un don espiritual para servir de alguna manera (1 Co. 12:7). Todos podemos servir si lo que hacemos cada día lo hacemos para la gloria del Señor (1 Co. 10:31) y si según tengamos oportunidad hagamos bien (Gá. 6:10). En la asamblea, en la familia, en los estudios escolares, en el trabajo, si somos fieles e íntegros esto agrada al Señor. No desestimemos las pequeñas oportunidades para hacer bien. Él usa las cosas pequeñas para hacer Su voluntad. Él dijo que el que es fiel en muy poco lo será en lo más (Lc. 16:10; 19:17). Entonces, donde hemos de empezar siempre es en lo muy poco, lo de cada día, lo que ya tenemos a mano. Empieza en lo muy poco y sé fiel. El Señor promete que si das un vaso de agua a uno de los Suyos, no perderás la recompensa (Mr. 9:41).
El amor al Señor nos motiva a agradarle siéndole fieles. Los seres humanos podemos ser a veces injustos e ingratos, pero Dios no lo es. Él no es injusto, sino observa y recuerda lo que es hecho en amor hacia Su nombre. Los hombres no siempre ven ni aprecian nuestro servicio, pero el Señor se da cuenta de todo.
No pensemos en que otros nos hagan bien, porque no se trata de recibir sino de dar. "Más bienaventurado es dar que recibir". El amor debe motivarnos a servir – todos somos siervos – y aquí habla de “trabajo de amor”. Detrás de la labor que agrada a Dios está el amor. Aun asistir a las reuniones y animar a los hermanos es un trabajo de amor. Al Señor le agrada este amor práctico. Cuando no pensemos en el Señor y Su palabra, podemos comenzar a vagar como Israel en el desierto. Los que piensan en Dios y realmente Le aman van a amar y servir también a Su pueblo. Y abriremos nuestra boca en testimonio a favor del Señor, porque si realmente somos creyentes debemos amar a Dios por encima de todas las cosas, y con todo nuestro corazón. El Señor viene antes que cualquier otra relación o amistad.
Pablo dice en Gálatas 6:10 que debemos hacer bien, no sólo saber el bien o admirar el bien. No somos llamados a buenas intenciones, sino a buenas obras (Ef. 2:10). No la teoría sino la práctica es lo que vale delante de Dios. Dios recuerda y se agrada de lo hecho a Su pueblo; aunque sea pequeño (a nuestros ojos), no perderá su recompensa. Y hablando de hacer bien, recordemos que para estar bien hecho tiene que ser conforme a la Palabra de Dios. Si no es así, no está bien. Tenemos un Dios fiel, justo, bueno y galardonador. Seamos buenos siervos para Su gloria, y un día nos dará la recompensa. Hermanos, no nos cansemos de hacer bien.
Pablo dice en Gálatas 6:10 que debemos hacer bien, no sólo saber el bien o admirar el bien. No somos llamados a buenas intenciones, sino a buenas obras (Ef. 2:10). No la teoría sino la práctica es lo que vale delante de Dios. Dios recuerda y se agrada de lo hecho a Su pueblo; aunque sea pequeño (a nuestros ojos), no perderá su recompensa. Y hablando de hacer bien, recordemos que para estar bien hecho tiene que ser conforme a la Palabra de Dios. Si no es así, no está bien. Tenemos un Dios fiel, justo, bueno y galardonador. Seamos buenos siervos para Su gloria, y un día nos dará la recompensa. Hermanos, no nos cansemos de hacer bien.
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