Wednesday, January 1, 2025

Para Crecer, Hay Que Cooperar Con Dios

 


Texto: Colosenses 3.5-17
 

Esta sección del capítulo 3 está relacionada con los versos 1-4, “las cosas de arriba” (vv. 1-2), que deben ser el enfoque del cristiano. Antes de convertirnos, pasamos la vida buscando las cosas de abajo, lo terrenal y temporal, que carece de valor eterno. Pero la fe en el Señor cambia no solo nuestro rumbo y destino, sino también nuestra manera de vivir. Podríamos describir la vida cristiana como cooperación o colaboración con Dios, que es un concepto que no todos entienden.
    El verso 5 exhorta: Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros”. Hay nueva vida en Cristo, pero también hay muerte – y nosotros mismos somos los verdugos. Nombre cinco cosas condenadas a muerte, y es nuestra responsabilidad acabar con ellas, no alimentarlas. Romanos 13.14 dice: no proveáis para los deseos de la carne”. ¡Huelga! ¿Y qué desea la carne? Las cosas nombradas en nuestro texto, y en Gálatas 5.19-21 presenta las obras de la carne, que añade más cosas a la lista de Colosenses 3.5. Todas ellas son alimentadas en el mundo, y muchas otras. La avaricia es pecado doble, porque es una forma de idolatría.
    El verso 6 explica que esas cosas son las que provocan la ira de Dios, y ella viene sobre “los hijos de desobediencia”, expresión que aparece en Efesios 2.2 y 5.6. Se refiere a los inconversos, no a cristianos, porque la desobediencia no caracteriza la vida de ningún verdadero creyente (véase 1 Jn. 2.3-6). Debemos vivir “como hijos obedientes” (1 P. 1.14). Dios tratará con ira a los que viven en pecado, pues no se complace en la maldad (Sal. 5.4).
    El verso 7 reconoce que antes hacíamos esas cosas, pero insiste que ahora no. “En las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas”.  “En otro tiempo” es una expresión importante, que enfatiza que una vida cambiada es una marca de la verdadera conversión. Ahora no vivimos como antes. No nos disculpamos diciendo: “nadie es perfecto”, sino confesamos nuestros pecados (1 Jn. 1.9), y hacemos morir – trabajamos para eliminar – todo lo que desagrada a Dios. El Señor Jesucristo es nuestro Salvador y Señor, y el ejemplo que debemos seguir.
    El verso 8 habla de “ahora”, y como el verso 5, nos llama a colaborar con Dios, y poner manos a la obra para purificar nuestra vida: Dejad también vosotros todas estas cosas”. En otras palabras, hay que sacar la basura. Menciona otras cinco cosas que no deben manifestarse en nosotros. Hay que dejarlas, no orar que Dios las quite, pues no es Su responsabilidad sino nuestra. Debemos identificar los rasgos de nuestro carácter que no agradan a Dios, confesarlos y dejarlos, sin disculparnos ni señalar los fallos de otros.
    El verso 9 añade una cosa más que dejar, la mentira. Es muy  desagradable a Dios porque el diablo es “padre de mentira” (Jn. 8.44). Qué feo es cuando un creyente falta en una reunión y dice: “estuve enfermo” si no es así, o dice: “tuve que hacer algunas cosas”. Si le preguntan si ha leído un libro, y dice “sí” para quedar bien, cuando no lo ha leído. O si habla con críticas de un hermano pero cuando viene el hermano, sonríe y habla amigablemente, son cosas deshonestas. La frase: “habiendoos despojado” indica que es nuestra responsabilidad. Haced morir – dejad también – habiendo despojado – son todas cosas que cada creyente debe hacer.
    El verso 10 enfatiza que es importante lo que ponemos, no solo lo que quitamos. “Revestido del nuevo”, otra responsabilidad nuestra, indica nuestra obra de vivir de manera que agrada a Dios, imitando al Señor Jesucristo. “Haya, pues, en vosotros, este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Fil. 2.5), quiere decir que aprendamos a pensar y actuar como Él. La nueva vida en Cristo sigue un nuevo modelo: “la imagen del que lo creó”. Dios quiere ver la semejanza de Su Hijo en nosotros, y para lograr esto debemos cooperar con Él, con Su Palabra, con la guía del Espíritu Santo que desea producir Su fruto en nosotros (Gá. 5.22-23). Esto es “lo nuevo”.
    El verso 11 sigue el pensamiento del verso 10, y habla de nuestra nueva posición en Cristo. “No hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre”, obviamente no habla de nuestra condición física o situación social, sino de como en el cuerpo de Cristo, Dios obra en todos nosotros por Su gracia para producir la imagen de Su Hijo. Pese a las diferencias, en el cuerpo de Cristo, somos todos miembros. Efesios 2.15 declara que hay “un solo y nuevo hombre”, que no se divide ni se compartimentaliza por cuestiones étnicas, rangos sociales o niveles de formación.
    Así que, el verso 12 insiste nuevamente en nuestra cooperación con Dios. La vida cristiana no es como el cuento de San Isidro, que dormía y los ángeles hacían su trabajo. Nadie más hará por nosotros lo que Dios nos manda hacer. Si no cooperamos, no creceremos. “Vestíos” es lo positivo que debemos hacer, porque somos los “escogidos de Dios”. Esto no quiere decir, como los calvinistas alegan, que Dios decidió antes quiénes pueden ser salvos y quiénes no. Sencillamente, Dios escoge salvar a los que confían en Su Hijo. La elección es a partir del momento de creer, no antes. Uno viene a ser escogido porque cree, y el propósito de Dios es que todo creyente sea como Cristo. Hay que vestirnos bien. Nos despojamos de las viejas actitudes, mentalidades, valores y conductas, y tomamos – con nuestra voluntad – lo nuevo. Como cuando uno va al ropero por la mañana y piensa: “¿Qué llevaré hoy?”, y escoge su ropa. De modo similar, debemos escoger las actitudes y conductas que agradan a Dios porque son como Cristo. Los versos 12-14 enfatizan estas cosas que están en “el armario del creyente”, para que cada uno las ponga: misericordia, benignidad, humildad, mansedumbre, paciencia; soportándoos unos a otros, perdonándoos unos a otros, y el verso 14 añade: “y sobre todas estas cosas vestíos de amor”. No es cuestión de sentir una emoción de amor, sino de vestirnos de amor, de tomarlo por un acto de nuestra voluntad, aceptarlo, ponerlo y llevarlo. Vemos otra vez que si queremos crecer como cristianos, debemos cooperar con Dios en las cosas prácticas de nuestro carácter y conducta.
    El verso 15 añade la paz de Dios a la lista. Ella debe gobernar en nuestro corazón, y esto quiere decir que es como árbitro que decide qué es lo correcto. Somos llamados a “la paz de Dios”, no la del mundo que es superficial, falsa y de corta duración. Debemos hablar pacíficamente unos con otros (Stg. 3). Filipenses 4.9 enseña que si obedecemos la enseñanza bíblica que recibimos, “el Dios de paz estará con vosotros”. Colosenses 3.15 da una asignatura más: “y sed agradecidos”. Un cristiano que siempre es quejoso y crítico de todo no es una fiel representación de su Señor. Hemos recibido tanto del Señor, y hay tanto bien que nos espera en el cielo, y Su cuidado de nosotros es constante, y nuestra relación con Él no puede romperse – ¡son muchos motivos de gratitud!
    Los versos 16 y 17 presentan dos cosas que nos ayudarán a despojarnos y vestirnos debidamente. “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros” (v. 16). Solo con ella podemos enseñar y exhortar con sabiduría. Para que more “en abundancia”, debemos dedicarla mucho más tiempo que lo que es típico para muchas personas. Necesitamos la Palabra de Dios más que la comida, dijo Job (Job 23.12). ¿Es nuestro tiempo en la Palabra de Dios comparable con el tiempo que pasamos comiendo? ¿Mora en nosotros en abundancia la televisión, las redes sociales y otras cosas, que quitan lugar a la Palabra? Debemos actuar, tomar medidas prácticas, para que la Palabra de Dios tenga abundante morada en nuestra vida. ¿Cómo es posible que uno sea cristiano durante años sin haber leído toda la Biblia, y sin estar cada día en ella?
    La otra cosa es, “hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias...” (v. 17). Hacemos algo en el Nombre del Señor cuando hacemos Su voluntad, conforme a Su Palabra, para Su gloria. No es una frase mágica: “en el nombre del Señor”, que por decirla automáticamente quedan bien las cosas. Es hacer cosas que Él aprueba, de la manera que Él manda. Hermanos, todos estos versos señalan que para crecer, tenemos que cooperar con Dios, no solo esperar pasivamente que Él haga cosas, sino quitar ciertas cosas y poner otras, para que Dios sea glorificado. Es la voluntad de Dios que crezcamos y seamos como Su Hijo.

Lucas Batalla, 1 diciembre, 2024