Aquí el Señor llama a Jeremías a predicar y le informa (v. 17) que si no lo hace debidamente el Señor le quebrantará. Era hijo del sacerdote Hilcías y tuvo así padres piadosos que inculcaron las cosas de Dios. Hay hoy en día quienes tienen padres piadosos que les enseñan y aconsejan, pero los hijos no quieren seguir. Jehová le escogió a Jeremías y le enseñó el oficio de profeta – no de sacerdote.
Cuando Dios llama a alguien no lo abandona, sino que le provee de todo lo que necesita para servir. Lo mismo había hecho con Moisés, y luego con Josué en su día. Y con nosotros, cuando nos invade el temor, corremos peligro. Tenemos que poner la mira y confianza en Dios y servirle fielmente.
Jeremías ante esta carga tan tremenda siente temor, pero Dios no le deja darse de baja. Puede enseñar y fortalecer a los jóvenes. Recuerda lo que pasó con Daniel ante toda Babilonia – y el era joven pero fue fiel.
Pero hoy en día faltan jóvenes de valor – está la juventud evangélica en una crisis de fe e identidad. Si no se levantan los jóvenes a guardar la fe y luchar por ella, las iglesias van a seguir menguando y desaparecerán, y como en Inglaterra, sus locales se convertirán en mezquitas.
Al jóven Jeremías Dios le dice en el 1:8, “no temas delante de ellos”, y en el v. 7, “no digas: Soy un niño”, y en el 17, “ciñe tus lomos, levántate y háblales todo cuanto te mande”. Hoy más que nunca hacen falta jóvenes espirituales, serios, que se levanten así porque las iglesias están anémicas, flojas, mundanas y divagando. En muchos casos los jóvenes que toman responsabilidades en la iglesia son mundanos y livianos, y traen o desean traer el mundo contemporáneo a la iglesia. Sin discernimiento ni convicciones, venden la verdad y no la compran, porque piensan de otra manera. No ven lo malo de meter en la iglesia el material del príncipe del mundo, sus diversiones y prioridades. No quieren negarse a sí mismo y tomar su cruz para seguirle a Cristo. Pero sí quieren tener una reunión de jóvenes porque luego saldrán a tapear y pasear o ir juntos a una peli. Éstos no son como Jeremías, Josué, Daniel, Timoteo y Tito. Tienen un pie en el mundo y otro en la iglesia, viven a medias, y así no pueden ser útiles al Señor. Si el Señor merece algo, es el sacrificio y la devoción total. Nada menos. Pero con las medias tintas y la doblez de corazón, los problemas y las actitudes del mundo invaden e infectan, y hay que parar todo esto pero ¿quién lo hará?
El Señor le advertió (v. 19) que iba a tener lucha. No iba a ser popular y estar cómodo en un despacho. Y así fue, porque Jeremías sufría durante cuarenta años. No iba a tener el apoyo del pueblo, sino sólo el de Dios: “yo estoy contigo” (vv. 8, 19). Así, tuvo que sufrir el desprecio de los que quería ayudar. Ni iba a ser popular ni apreciado, ni siquiera por los de su propio pueblo, sino falsamente acusado, criticado, amenazado y perseguido. Tuvo que hacer como David en Salmo 34:4 y buscar al Señor para que le librara de sus temores. Salmo 34:5-6 también fue verdad acerca de Jeremías. Es porque serle fiel a Dios nos mete en camino contrario a la corriente del mundo y la naturaleza humana. Pero en el Salmo 37:28 el Señor promete que no desamparará a Sus santos.
Volviendo a Jeremías 1:9 vemos que Dios puso Su Palabra en boca de Jeremías – no palabra de hombres – nada de origen humano. El conflicto vino porque el pueblo no quiso escuchar la Palabra de Dios y Jeremías no iba a darle otra cosa (lo mismo le pasó a Ezequiel).
Que Dios nos dé ese espíritu de devoción, lealtad y valor para estar firmes y serle fieles. Los que conocen a su Dios se esforzarán y actuarán (Dn. 11:32). Jeremías conocía a Dios y fue valiente y fiel. El Señor todavía busca a jovenes entregados, serios y fieles, y no sólo a jóvenes sino también a los que no son tan jóvenes pero desean tomar en serio la vida espiritual y servir al Señor. No hay mejor manera de gastar la vida.
de un estudio dado por Lucas Batalla, el 10 de marzo, 2013